domingo, 11 de marzo de 2018

AVISTAMIENTOS DE AVUTARDAS (XXIX)




El rey de aquella democracia madura y modélica, responsable de la cacería furtiva de avutardas, siente cómo a su alrededor el pueblo cuchichea. Llega a sus oídos que a la plebe, harta de austeridad y de crisis, no le ha sentado bien que su monarca salga a cazar animales protegidos ahíto de caviar y de licor del caro. Rápidamente sus asesores de imagen le insinúan que quizá su majestad debería salir a la escena pública y esbozar algo parecido a una disculpa. Eso y ser más discreto en sus desvergonzadas correrías, claro. Así las cosas, el rey de esta democracia modélica comparece públicamente ante una representación de la clase periodística elegida democráticamente por su mayestático dedo. Es entonces cuando su majestad pronuncia unas palabras que desde aquel momento se volverían míticas: “Yo no he sido”.

El mensaje real de inmediato ocupó las portadas de todos los periódicos y noticieros del país, donde la clase periodística al unísono destacó la sencillez del mandatario y la sinceridad con la que pedía perdón a sus súbditos. Qué cuatro palabras más honradas. El hermoso y emocionado eslogan se difundió por las redes sociales, se tradujo a 35 idiomas, se imprimieron camisetas con él y fue elegido por unanimidad por un congreso de ONGs ambientalistas para anunciar una campaña por la protección de especies protegidas, para que así estuvieran protegidas dos veces. Por último, la Real Academia de la Lengua autóctona decidió modificar su diccionario de modismos para que “yo no he sido” pasara a expresar de manera inequívoca lo mismo que antes se decía de esta guisa: “Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir.” Por su parte, la prensa, encantada, alabó el ahorro de palabras que suponía el cambio introducido por la Academia, precisamente en tiempos de austeridad.

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