domingo, 3 de abril de 2016

DELICIA SURREALISTA: CRIMEN, LIBRO MALDITO DEL SURREALISMO ESPAÑOL

El Piojo Eléctrico quiere pasearse esta vez por el lado salvaje de la literatura. Por ello invita a quien interese a una disertación sobre Crimen, de Agustín Espinosa, el libro maldito del surrealismo español. Espinosa, miembro de la facción surrealista de Tenerife, catedrático de instituto de Lengua Española, llevaba una vida cómoda hasta que se le ocurrió redactar esta singular obra en prosa, una obra que marcaría para siempre su existencia. Crimen es un transgresor ejemplo de prosa surrealista en el que el humor negro, la necrofilia, el sadomasoquismo, el sacrilegio y la blasfemia contenidos en sus páginas llevó a su autor a ser perseguido y hostigado tras el golpe franquista del 18 de julio de 1936, después del cual le fue retirada su cátedra. Se dice incluso que gerifaltes falangistas le hicieron tragar hoja por hoja el libro, aunque quizá solo fuera una leyenda urbana. El caso es que tras el golpe de estado la salud de Espinosa fue cuesta abajo hasta su muerte prematura con poco más de 40 años.

Agustín Espinosa, perpetrador
de Crimen.

Curiosamente Crimen no fue rescatado del olvido con la llegada de la democracia, consolidándose su leyenda de libro maldito e intencionalmente olvidado. Ni siquiera la izquierda denunció el silencio que se hizo entorno a esta obra y la represión a la que se sometió a su autor. De hecho, si hoy día se publicara un libro como Crimen no sería extraño que fuera tachado de hacer apología de la violencia de género, la pederastia o incluso el terrorismo. No hay duda de que Crimen sigue abriendo un debate incómodo sobre la violencia, la moralidad y el arte, un debate aún no superado por una sociedad que todavía no se ha liberado del moralismo rancio de los 40 años de dictadura.


Edición de Crimen con portada 
de Óscar Domínguez

El acto tendrá lugar, como de costumbre, en la librería la Delicia de Leer, en calle Juan Agapito y Revilla, nº 10, a las 20.30 del próximo jueves 28 de abril.


LA MANO MUERTA (Fragmento de Crimen)

Yo busco una mano desesperadamente. Imitada sin fortuna en mármoles, ceras y bronces. Una mano lívida, fría, yerta. Que descorra las cortinas de mi alcoba, que guíe mis deslucidos pasos, que quiebre en el aire, entre sus dedos dulces, saetas enemigas, que se apoye en mis peores horas sobre mis desvelados hombros.

Una mano pálida, fina y trágica. Una mano recién mutilada. Aún anillados sus dedos y rojas aún y espejeantes sus uñas. Una mano de novia que se ha querido hace ya mucho tiempo. Una mano que ha olvidado ya la caricia del guante. La que me cierre un día los ojos que no podrá la muerte cerrarme; ni mis amigos más fieles, ni mis padres, ni mis hijos, ni mis hermanos. Sino sólo tú, mano de muerta, errante; mano de mis sueños del alba, mano que espera, como una estrella de mi alma, mi cuerpo.

Yo conozco una mano pero no es ésa.

Yo conozco una tibia mano, una mano rosada y blanda. Para mis labios, para mis manos y para mi cuello. Para mis noches de amor, en torno a mi cabeza o sobre mi espalda.

Pero no es ésa.



Yo busco otra mano. Ala de mis pies. Apaciguadora de mis ansias. La que se apoye sobre mi hombro sólo y deshaga mis postreros quebrantos.

La que cierre mis ojos y vista mi cuerpo muerto y preceda mi entierro.

Una mano mutilada y única. Pálida, fría.

Una mano olvidada ya de que fue mano de amante.

Una mano angustiosamente blanca.