miércoles, 29 de febrero de 2012

INGER, PERMUTACIONES por Juan Eduardo Cirlot (Vídeo)

 
" Este poema parte del ciclo permutatorio iniciado en 1954 con las metamorfosis sobre las " golondrinas " de Bécquer. Continuó esta serie con ' El Palacio de Plata ' (1955), su reedición en 1968, ' Bronwyn, n ' (1969) - de carácter fonetista como esta obra - y ' Bronwyn, permutaciones ' (1970). La parte I de ' Inger, permutaciones ' se compone de las 120 que da el nombre Inger ( 1 x 2 x 3 x 4 x 5 ). La parte II se compone de libres combinaciones formadas con el material fónico procedente de tales permutaciones. Al margen del origen de esta técnica ( relacionada con la música dodecafónica, el Tseruf cabalístico y una zona de las matemáticas ), este poema se propone menos una función lírica que constituir una suerte de rito ante el imposible. Rito que está realizado, en verdad, en la segunda parte del poema, siendo la primera de mero carácter técnico " ( Juan Eduardo Cirlot, Prólogo de ' Inger, permutaciones ' - 1971 -. Texto extraído de la compilación poética ' Del No mundo ' ( 1961-1973 ), Libros del Tiempo ( Poesía ), Editorial Siruela, 2008 Madrid. )

Música: ' Suite otoñal ' ( 1947 ), compuesta por Juan Eduardo Cirlot. Texto recitado por Javier Maderuelo. C.D. que forma parte del Catálogo de la exposición realizada en homenaje a Juan Eduardo Cirlot en el IVAM ( Instituto Valenciano de Arte Moderno ) - Centre Julio González de Valéncia, del 19 de septiembre al 17 de noviembre de 1996 ( Generalitat Valenciana, conselleria de cultura, educació y ciència ). Edición C. D.: E.G. Tabalet, Alboraia ( València ).

Imágenes: Casa de L' Ardiaca, Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona ( c/. Sta LLúcia, Ciutat Vella )


miércoles, 22 de febrero de 2012

PRIMER MANIFIESTO AGÚ por Zain Guimerl y Juan Martín


[Los poetas Alberto Rojas Jiménez (1900-1934) y Martín Bunster, bajo los seudónimos Zain Guimerl y Juan Martín, publicaron el primer manifiesto Agú, movimiento de vanguardia chileno, vinculado al dadaísmo, que buscaba la depuración del lenguaje, acceder al grito primario del hombre, al primer verso del recién nacido.



En un principio la emoción fue.
Agú. Lo elemental. La voz alógica.
El primer grito de la carne.
Hoy sólo queda la palabra, sobajeada y sobajeada.
Lunar postizo, colorete.

Fuera hilvanes!…

El agua es el agua.
La tierra es la tierra.
El cielo es el cielo.

No busquemos.
Glosemos sólo la emoción orgánica de lo que está: la célula, el corpúsculo de luz y de sonido.
Señalemos el punto vital de cada instante.
Afirmemos la trascendencia de las fiestas espontáneas.

No busquemos.
No busquemos.
No busquemos.

Recibamos.

Seamos ánfora: Espejo-Nervio.

Reivindiquemos el sobresalto, la caricia fugaz, el mordisco…
La tristeza de la grasa sobre el abdomen…
El juego de los músculos…

Vamos a la Emoción Desnuda.
Sin forma. Sin forma.
… … … … … … … … … … …
–¿Se emociona Ud. en endecasílabos?
… … … … … … … … … … …

¡EL GRITO!… EL GRITO!… EL GRITO!

Poetas:

A sincerarse. El paso ha sido dado.
Agú es la Verdad. Lo Espontáneo.
Agú no necesita aprendizaje. Ni lecturas. Ni erudición.
Agú está.


Revista Claridad, nº 6. Noviembre de 1920.





lunes, 6 de febrero de 2012

NOCTURNO MAR por Xavier Villaurrutia


[Poeta mexicano nacido en Ciudad de México en 1903. Desde sus estudios de preparatoria inició amistad con Salvador Novo y Torres Bodet, con quienes más tarde reunió una pléyade de intelectuales del siglo XX mexicano, conformando la Generación de los poetas Contemporáneos. Aunque inició estudios de Derecho , pronto los abandonó para dedicarse enteramente a las letras. Fue becado por la Fundación Rockefeller para estudiar teatro en la Universidad de Yale. En 1928, fundó el Teatro de Ulises, foro de teatro experimental, en donde inició una larga labor comon dramaturgo. Murió en 1950, y pocos años después los escritores mexicanos instituyeron un Premio Nacional para honrar al mejor libro publicado durante el año editorial

(Extraído de A media voz)]



A Salvador Novo

Ni tu silencio duro cristal de dura roca,
ni el frío de la mano que me tiendes,
ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,
ni mi nombre, ni siquiera mi nombre
que dictas como cifra desnuda de sentido;
             
ni la herida profunda, ni la sangre
que mana de sus labios, palpitante,
ni la distancia cada vez más fría
sábana nieve de hospital invierno
tendida entre los dos como la duda;
             
nada, nada podrá ser más amargo
que el mar que llevo dentro, solo y ciego,
el mar, antiguo edipo que me recorre a tientas
desde todos los siglos,
cuando mi sangre aún no era mi sangre,
cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo,
cuando alguien respiraba por mí que aún no nacía.
             
El mar que sube mudo hasta mis labios,
el mar que me satura
con el mortal veneno que no mata
pues prolonga la vida y duele más que el dolor.
El mar que hace un trabajo lento y lento
forjando en la caverna de mi pecho
el puño airado de mi corazón.
             
Mar sin viento ni cielo,
sin olas, desolado,
nocturno mar sin espuma en los labios,
nocturno mar sin cólera, conforme
con lamer las paredes que lo mantienen preso
y esclavo que no rompe sus riberas
y ciego que no busca la luz que le robaron
y amante que no quiere sino su desamor.
             
Mar que arrastra despojos silenciosos,
olvidos olvidados y deseos,
sílabas de recuerdos y rencores,
ahogados sueños de recién nacidos,
perfiles y perfumes mutilados,
fibras de luz y náufragos cabellos.
             
Nocturno mar amargo
que circula en estrechos corredores
de corales arterias y raíces
y venas y medusas capilares.
             
Mar que teje en la sombra su tejido flotante,
con azules agujas ensartadas
con hilos nervios y tensos cordones.
             
Nocturno mar amargo
que humedece mi lengua con su lenta saliva,
que hace crecer mis uñas con la fuerza
de su marca oscura.
             
Mi oreja sigue su rumor secreto,
oigo crecer sus rocas y sus plantas
que alargan más y más sus labios dedos.
             
Lo llevo en mí como un remordimiento,
pecado ajeno y sueño misterioso
y lo arrullo y lo duermo
y lo escondo y lo cuido y le guardo el secreto.



 
Nuit sur la mer (1976) de Paul Delvaux