viernes, 31 de diciembre de 2010

SONIA ARAQUISTAIN por Georges Henein


[Este poema no se entiende bien sin conocer el contexto en el que se escribió. Sonia Araquistain era hija de un republicano español exiliado en Londres y artista gráfica que acabó arrojándose al vacío por un amor no correspondido desde un tercer piso. " Este suicidio dio lugar, " escribió Henein " según la costumbre inglesa, a un proceso contra la difunta, donde el procurador general encontró una ocasión de escupir sobre todo lo que queda de poesía en este mundo. " Al poema lo he acompañado con una ilustración de Sonia Araquistain para un libro de Alexander S. Neill.

Geoges Heinein (1914-1973) fue un poeta egipcio en lengua francesa de madre italiana y de padre copto. Estudió en Europa donde trabó amistad con André Breton y entró en contacto con el surrealismo. De vuelta a El Cairo formó un grupo surrealista, Art et Liberté, y la revista La Part du Sable, con el poeta Edmond Jabès y el pintor Ramses Younane. Colaboró en la revista Surrealista Phases. ]


Cavad
y encontraréis una sonrisa
una sonrisa funeraria
para los que toman la vida al pie de la letra
cavad
y el polvo os llegará al corazón
y estaréis con el corazón en el polvo
y el amor indolente
inmóvil en la encrucijada del rechazo.

Cavad
y encontraréis el cielo
quizá lleguéis a encontrar el cielo
quizá la dispersión de las especies
o el saber acongojado de la lluvia
cavad
para que esta mujer despliegue el abanico de su caída
para que abofetee de una vez por todas la indiferencia del espacio
para que con su hermoso rostro de cristal hecho añicos
despose la tierra firme.

Cavad
y encontraréis los ojos más solitarios del mundo
y en el suelo helado de la Avenida
una extranjera repentina como una ventana
cavad en esos ojos una mirada imposible
cavad vuestro nombre en nuestra noche
cavad para nosotros.

Extraído de la Antología de la poesia surrealista de Aldo Pellegrini.


Ilustración de Sonia Araquistain.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

INTRODUCCIÓN A UNA VIDA DE MERCURIO por Alberto Savinio


[Alberto Savinio, cuyo verdadero nombre era Andrea De Chirico, (Atenas, 25 de agosto de 1891 - Florencia, 5 de mayo de 1952) fue un escritor y pintor italiano, hermano del más famoso Giorgio De Chirico. Formó parte también del movimiento artístico pintura metafísica.Alberto Savinio, nació en Atenas, donde estaba su familia trabajando. Tuvo una formación musical que incluyó estudio de contrapunto con Max Reger. Ante el fracaso de sus composiciones, marchó a París, donde entró en contacto con las vanguardias artísticas de la época, conociendo a creadores de todo tipo, como Pablo Picasso, Blaise Cendrars, Francis Picabia, Jean Cocteau, Max Jacob y Guillaume Apollinaire. Desde principios de 1914 se presentó con el seudónimo de Alberto Savinio. Publicó Les chants de la mi-mort en el número 3 (Junio/agosto de 1914) de la revista Les Soirées de Paris con tal nombre. "Les chants..." revisada en el tiempo es una obra autónoma y de una intuición privilegiada, podría decirse que por su estructura, contenido y representación va pareja en lo que a música y drama se refiere, a la pintura de su hermano Giorgio De Chirico. Participó en la Primera guerra mundial, siendo enviado a Salónica, al frente macedonio, como intérprete. Al acabar la guerra fue transferido a Milán y desde 1923 se estableció en Roma, donde publicó textos teóricos y narrativos, sobre todo en revistas como La Ronda. En 1924 Alberto Savino estuvo entre los fundadores del Teatro dell'Arte, dirigido por Luigi Pirandello. En 1926 contrajo matrimonio y marchó a París, para dedicarse a la pintura. Regresó definitivamente a Italia en 1933. Pasó en Roma la segunda guerra mundial. Europeísta convencido desde el primer momento, ajeno al Régimen en el que le tocó vivir veinte años, al final del conflicto bélico colaboró con el Corriere della sera y el Corriere d'informazione. A juicio de algunos, como Leonardo Sciascia que hizo todo lo posible por su recuperación, y lo logró en vida, es uno de los más importantes escritores del siglo XX italiano.
(Extraído de Wikipedia)]


A fin de facilitar la circulación de los navíos de gran tonelaje y también para estimular la entrega a domicilio, la casa Rana no tenía peldaños ni escalinata. Pese a esto, el paquebote, empujando la puerta con una proa orgullosa, penetró silbando hasta el centro de la sala, en medio de la indiferencia más completa.

La familia Rana se encontraba al completo, así como Robert Danesi, el postulante trágico.

Después de los insultos de rigor, los dos huéspedes fueron amablemente invitados por el dueño de la casa a dejarse dar un puntapié en el trasero. En casa de los Rana, gentes de gran alcurnia, se profesaba el culto de los grandes modales.

La señora Giulia Rana, la dueña de la casa, llevaba un magnífico traje de noche con grandes ramas verdes, que le sentaba a las mil maravillas.

Míster Paul, al acercársele para escupirle en la cara, como es usanza en la mejor sociedad, se dio cuenta de que aquel traje no era más que un señuelo.

Hija de batracios, rana ella misma, la señora Giulia Rana conservaba sobre su piel los mismos ornamentos que cubrían la epidermis del señor Anfibio, su padre. Inútil añadir que la señora Giulia iba completamente desnuda bajo aquellas ramas congénitas. En cuanto a su vientre, enteramente blanco, enteramente redondeado y de una delicadeza tal que la hacía ponerse crispada, se aplastaba como un a pelota de niño contra el borde de la mesa.

La ciudad de las promesas por Andrea de Chirico (alias Alberto Savinio)

Disgustado por este nuevo testimonio de la inestabilidad del carácter humano, el cónsul se sentó en un rincón y, después de cerrar las piernas, comenzó a acariciar con una mano solícita la punta de su cola que sobrepasaba el pantalón metálico.

El señor Luigi Rana, marido de la señora Giulia y presidente honorífico de la Sociedad para el Estímulo de la Pederastia en las Familias, removía con un irrigador un cóctel compuesto de amoníaco y excrementos diversos. En cuanto al capitán Tullio Rana, gran mutilado de guerra y hermano del señor Luigi, saltaba por el salón con gestos de muñeco de pim-pam-pum, pues habiendo resistido valerosamente la presión den los Sturmtruppen [1], su cuerpo había quedado reducido al espesor de una pastilla.

Grandes estrellas polvorientas e indiferentes estaban alineadas contra los muros. Sólo conservaban de su pasado esplendor una vaga luminosidad mortecina que mariposeaba débilmente en los extremos de sus patas antes tan radiantes. Desde la ventana se descubría la ciudad, toda blanca y redonda entre sus murallas, parecida a una Carlota rusa bañándose en su crema.

La sesión iba a abrirse como una flor. Todo el mundo rodeó a la hermosa señora Rana, que por su gracia sin par servía de salida de escape a las revelaciones de lo oculto.

Pese a que la casa Rana estuviera totalmente desprovista de sillas, todos los asistentes a aquella sesión memorable estaban tranquilamente sentados en torno a la mesa, con las manos suavemente posadas sobre la alfombra, el torso erguido y el trasero en el vacío.

Robert Danesi tomó la palabra. Como después de su famoso intento de suicidio se había convertido en catobléfaro, se había acostumbrado a dirigirse a sus oyentes volviéndoles la espalda. Dijo:

“En el mes de noviembre de 1918, nos decidimos a abandonar Suiza para regresar a Europa. La señora Danesi, mi hijo Temístocles y yo nos embarcamos en un barco-lavadero. La Guerra había concluido, y yo tenía prisa en poner mi brazo al servicio de mi patria. Pero esto no es más que un detalle. A la altura del número 24 de la rue Jacob de París, nuestro barco fue torpedeado por el descuido de algunos pescadores con dinamita que operaban por aquellos parajes. Apretando a mi hijo Temístocles entre mis brazos, conseguí encaramarme a la caja de caudales del barco, que como estaba completamente vacía flotaba en el océano como un melón. Nos llevó sanos y salvos hasta el prostíbulo del lugar. Después de aquella noche trágica, no volví a tener noticias de mi mujer hasta ayer, once septiembre, cuando un acordeonista de Tel-Aviv tuvo la amabilidad de anunciarme por telegrafía sin hilos que la señora Danesi está tan muerta como ustedes o como yo, y que actualmente está hospitalizada en un gran establecimiento de carne congelada de Londres, donde los mejores especialistas del lugar proceden a la supresión de sus tatuajes.

”Señores, prosiguió el postulante trágico con una voz que se hizo más grave, éste es el motivo que nos reúne esta noche. Deseo saber por boca de esta porquería de señora Giulia Rana, gracioso comisario del más allá, y en presencia de esa basura de míster Paul, cónsul de Inglaterra, si mi querido Temístocles, sangre y carne del vigésimo tercer amante de mi adorada esposa, puede pronunciar todavía el dulce nombre de madre”

Recuerdos de un mundo desaparecido por Andrea de Chirico 
(alias Alberto Savinio)

Después de la declaración de Robert Danesi, la señora Rana, que se había recogido profundamente, abrió desmesuradamente su ombligo y con una voz pastosa pronunció:

“¡Espíritu! ¿Es cierto que la señora Danesi está actualmente hospitalizada en un gran establecimiento de carne congelada de Londres, donde los mejores especialistas del lugar proceden a la supresión de sus tatuajes? ¡Contestad sin demora, os lo ordeno!”

Algunos segundos después de que el silencio lleno de éxtasis hubiese absorbido el eco de la exhortación umbilical, espantosos espasmos sacudieron el ombligo de la señora Rana, y una voz que no era la suya exclamó: “Estamos desbordados de trabajo. Degollamos niño. Vuelvan más tarde.”

Extraído de la Antología del humor negro de André Breton


[1] Tropas de asalto alemanas de la Primera Guerra Mundial.

martes, 14 de diciembre de 2010

EL VALLE PIERDE SU ATMÓSFERA (fragmento) por Winétt de Rokha


[De Winétt de Rokha (1892-1951), poetisa chilena, siempre se menciona que era la esposa de Pablo de Rokha, un poeta que gozó del favor popular en vida. Pero la poesía de Winnét, por lo que hemos podido leer, aunque menos conocida que la de su cónyuge no tiene nada que envidiar a la de éste. Winnétt de Rokha fue una autora inquieta en todos los sentidos. En primer lugar, porque experimentó con el lenguaje poético hasta llegar a alcanzar una escritura mágica, de hermoso hermetismo, emparentada con la escritura automática de los surrealistas /.../ Y en segundo lugar, porque también abrazó en su vida y en su obra el compromiso social, lo cual le llevó a ella y a su marido a tener que huir de Chile en los años 40 para escapar a la represión de la llamada Ley Maldita, una ley destinada a neutralizar los movimientos de izquierda. Fallecida de cáncer en 1951, Pablo de Rokha le dedicó Fuego Negro, una elegía amorosa. Otra gran figura de la poesía olvidada por los académicos de turno.

(Extraído de la revista
Antares nº6)]

Valiente pincel de hacer célebre, proletario-macho-desterrado
fecundas generaciones de amaranto y ponzoña perforada.
Poetas de la concordia y su articulación multitudinaria
calcina granadas de juventud y calavera al relato entregadas.
Imponentes montañas se desgajan en quejumbre borracha
intercalando peñascos de orfeón, cálidos, cárdenos
del carácter enmohecido con musgo eterno a la cintura.
Se multiplican las curvas de las vanguardias cercadas y cercanas
por tostado dolor, lejanas azul-comienzo, precursoras,
umbral y pasto del aloe fraternal.

Se enfrenta el globo-émbolo de estaño a una tétrica mueca cosmogónica;
es que nos acarrea la innúmera cantidad del agua y su dilema orgánico.

Monumentos de vidrio suspendidos, romances de acierto, estupores blancos.
"Futurismo" y canoas, puñal maya-azteca detenido, cerrajero,
en tal ansiedad manejada de rubíes equivalentes.
El relámpago triangulado se yergue arrollador,
trincha la Cruz del Sur que reverbera en sí misma de emergencia.
Gusanos que arrasan la carne de mármol y vigilia.
El grito mundial de "Buy bonds of war," [1] lisonjero,
en la médula de millones de seres deambulando en desborde
con esperanza leve y la fría finura del murciélago libre.
Oda de lodo del banquete escalofriante, de hotel,
su frasco de alcohol refrena el maxilar y la mímica impúdica.
El echarpe soltero de la plaza pública auspicia ceremonias universales;
un tropel de potrancas matizan las drogas de relleno del fenómeno.

Canal suave, rítmico, cuadro de hojas crujientes, recalcitrantes,
patinado, celestial, recortado, solo, característico, antojo, percance intestinal
de una procesión de azucenas traviesas en planteamiento de aviones.
Libro-apóstol aborda la memoria frívola de una oruga con dólares.

Enigma y arboladura de catedrales medioevales, cortina de latidos,
con pestañeos termales bajo el flujo de la Vía Láctea.
Al ataque esponjadas señales luminosas, zorros, puritanos,
melindrosos, cautelosos como aborigen desgraciado, fugitivo.
Difícilmente tomaré ya contacto directo, cobarde, inútil,
de salmuera, con los lares de mis antepasados de cobre y cochayuyo.
Molécula aterida, categórica, aerodinámica, baile
en que giro sin término y polémica impávida o amenazadora.


[1] en inglés "Compre bonos de guerra".


Desastres del misticismo (1942) por Roberto Matta.

lunes, 6 de diciembre de 2010

DOROTEA por Yves Battistini


[Nació el 18 de septiembre de 1922 en Hasselt (Bélgica). Estudió en París,donde se diplomó en estudios superiores de literatura clásica. Participóde 1946 a 1947 en las actividades del grupo "Le Surréalisme révolutionnaire". Colaboró en las revistas neosurrealistas de la posguerra (Les Quatre Vents, La Révolution la nuit y Les deux soeurs). Lo une estrecha amistad con René Char sobre quien prepara un importante ensayo. Desde 1949 es profesor de literatura en Córcega.

(Extraído de la
Antología de la poesía surrealista en lengua francesa de Aldo Pellegrini.)]


garganta irradiada de flamencos rosas
desapareces en el alambique
tobillos apresados en los vivaques de los buscadores de oro

de rodillas en las márgenes del gran lago de la osa
eres mi caribú herido
tu voz florea con escarchas purpurinas esos trémulos telescopios
adonde acuden a peinarse los cometas
en el atardecer tus piernas brillan más vaporosas que cañones
rompientes de carne alcalina donde los peces rubios borrachos de heroína picotean tu trigo
en las viñas hechizadas del Mosela llevas en tus hombros un par de castores
o bien tu vientre de frescos narcisos bajo su cabeza plateada colma la noche
tu garganta ese alud de orquídeas de herramientas crepitantes
es el vientre helado que me arrebata como una campana de argyroneta
en la aurora que sueña en tu corazón
cuando la sensitiva dormida en los cerezos mece tu trigo y cuando
bajo tu piel los colibríes destilan al sol verde tu sangre jengibre para mis labios tibios

por la espiral gótica te elevas
rosa a la deriva por las mesetas de la lejana de la desértica prímula


Publicada en "Les Quatre Vents" Nº 8 (1947)


Dánae por Gustav Klimt