jueves, 31 de mayo de 2012

A ZAJ LO QUE ES DE ZAJ por Rubén Figaredo


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En 1964, los españoles Juan Hidalgo y Ramón Barce, junto al italiano Walter Marchetti fundan el grupo Zaj. En este grupo, que supuso una auténtica sacudida en el lúgubre escenario artístico español, colaboraron artistas como José Luis Castillejo, Tomás Marco, Miguel Ángel Coria y un largo etcétera. En 1967 Barce abandonó la agrupación y se incorporó Esther Ferrer. A partir de ese momento el grupo se convierte en un trío con la propia Ferrer, Juan Hidalgo y Walter Marchetti.


A pesar de no tener dinero, ni promoción pública o privada, Zaj echaría a andar, y nunca mejor dicho, un 19 de noviembre de 1964. El evento, del que se informó cuando la acción ya había sido realizada, se trató de un cortejo en el que se trasladaría tres objetos a través de un itinerario concreto, que la perspicacia de Ángel González ha identificado con el recorrido que hizo el anarquista Buenaventura Durruti (1896-1936) por Madrid comandando su columna camino del frente, justo antes de ser asesinado por un francotirador.

Dos días después, el 21 de noviembre, Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Ramón Barce realizaron su primer concierto como Zaj en el Colegio Mayor Menéndez Pelayo.


Paulatinamente, una vez que se dan por explorados una serie de caminos estrictamente musicales, tales como el serialismo, la música concreta y la electroacústica, Hidalgo y Marchetti se irán inclinando a la utilización de los instrumentos como símbolos y no como productores de sonidos. Se van apartando del hecho musical para acercarse al hecho en sí, sin las ataduras de un lenguaje, que aun siendo nuevo e ignorado por la mayoría de sus hipotéticos espectadores, corría el peligro de consumirse en sí mismo en círculos esotéricos de iniciados autofagocitarios, y perpetuarse en una repetición maquinal como en un bucle sin fin.

El sorprendido público de los happenings Zaj se encontró con los primeros eventos de música y acción que tenían lugar en España, emparentados con el movimiento internacional Fluxus aunque siguiendo un camino independiente.

El trabajo de Zaj quebraba la convencional división de disciplinas artísticas mezclando lo musical con lo teatral, lo aleatorio y la provocación, el experimento y el guiño cómplice a un público de no iniciados que a menudo se rebelaba al no comprender el sentido de las maravillosas locuras del colectivo. 


Lo “no exclusivamente sonoro” abría un campo inmenso lleno de fascinantes sugerencias e interacciones, y el arte, si lo hemos de considerar espejo de una sociedad, en aquel momento sólo podía ser absurdo, porque absurdas eran las derivaciones que forzaban el discurso de muchos creadores del momento.

Uno de sus pilares estéticos fundamentales sería el rechazo de la sacralización del objeto artístico y los circuitos convencionales de difusión de la obra de arte. Quizás no buscaban la provocación y la trasgresión per se, pero el caso es que la consiguieron, quizás por el ambiente pacato y provinciano de la España de la dictadura, un país rural y atemorizado donde se condenaba y perseguía cualquier novedad. Deslumbran a las autoridades con su talento y sus ocurrencias y terminando acusados del delito de escándalo público tras una soireé en el Teatro Beatriz de Madrid en febrero de 1967. 

En la producción de Zaj se recogen influencias y principios estéticos diversos: Duchamp, Cage, Satie, el futurismo. Cualquiera podía participar en las actividades del grupo (escritores, músicos y poetas) y sus actividades también poseían un carácter heterogéneo: conciertos, intervenciones, envío de tarjetas (arte-postal), presentaciones de libros. Los conciertos Zaj consisten en una sucesión de breves acciones o “etcéteras”, que no tienen ninguna semejanza con un concierto tradicional. Los etcéteras se basan en gestos, frases escritas, silencios y exhibición de objetos descontextualizados (bolsas, mesas, sillas o vasos).

Su etapa más activa se desarrolló entre 1964 y 1972. Realizaban sus acciones en colegios mayores, calles, plazas, facultades, trenes, teatros y galerías de arte. Si estas actuaciones provocaban en España burlas o indignación por parte del público en general, fuera de España existía un gran interés hacia el trabajo del grupo que se tradujo en dos giras por Europa en 1966 y 1968; recorrieron ciudades como París, Londres, Frankfurt, Colonia o Düsseldorf. Estas giras culminaron en un programa de conciertos Zaj que tuvo su punto de partida en Lisboa y terminó en 1973 en Estados Unidos y Canadá, invitados por John Cage. Otra faceta importante del grupo es la revitalización de la escritura de vanguardia en España, con libros como Viaje a Argel (1967), de Juan Hidalgo, el Arpocrate seduto sul loto (1968) de Walter Marchetti y La caída del avión en el terreno baldío (1967) de José Luís Castillejo.


“La integración o, al menos, vecindad de las artes conduce necesariamente al trabajo en grupo, para poder pintar en el tiempo y componer en el espacio o vaya a saberse qué. Así surgirán colectivos como Fluxus en Estados Unidos, el Instituto Torcuato Di Tella en Buenos Aires, el Zaj de Juan Hidalgo en España, etcétera. Habría que añadir la incontable serie de happenings dispersos o concentrados, según se prefiera, por el mundo de los años sesenta del pasado siglo. Y no olvidar la lamentable destrucción de instrumentos musicales, pianos desperdigados a hachazos o el violín destripado que propuso Maciunas en 1962 con su Solo pour violon. Sin fronteras fijas, hemos de recordar el teatro en la calle que implica la presencia de afiches en las paredes, ruidos imprevistos, textos, danza, música, decorado y cuanto más se ocurra a quien quiera.” [1]

Tomamos el relato de Tomás Marco, testigo privilegiado de los primeros pasos del grupo y participante en algunas de sus acciones: “Hidalgo, con su vuelta a Madrid en 1964, tras haber creado en Barcelona ‘Música abierta’, funda Zaj en unión de Walter Marchetti y Ramón Barce. Posteriormente, otros autores, músicos o no, se unirían o colaborarían con Zaj.

La evolución fue rápida, desde conciertos no convencionales, pero con una materia sonora basada en la música abierta, a escritos, conciertos por calles y plazas, conciertos de obras exclusivamente no sonoras, a la publicación de libros. Todo ello ha hecho de Zaj un hecho artístico de primerísimo importancia en España, incluso Dick Higgins ha escrito que se trata ‘del hecho cultural más importante producido en España desde la guerra civil’. Poco importa saber si lo que Zaj ha hecho es o no música en el sentido estrecho de la palabra. Por lo demás sus conexiones con dadá, fluxus, etc., no son sino superficiales, ya que se trata de un fenómeno independiente y de recia personalidad. Probablemente, Zaj ha creado un arte nuevo que se sale de los estrechos márgenes de la música. Eso sería muy importante, pero en cualquier caso hay que reconocer que en muchas obras, que no encajan por estructura o pensamiento en Zaj, la influencia de este ha sido decisiva.” [2]



Precisamente uno de los artistas más destacados del movimiento Fluxus, Dick Higgins (1938-1998), escribiría sobre el grupo en 1967: “No hay una historia oficial del Grupo Zaj. El espíritu general de los trabajos en los que el grupo se identifica son ahistóricos, frescos, incluso nunca se permite la cuestión, que puede llegar a molestar, de quien pertenece en realidad al grupo. Aquellos que algunas vez trabajaron con el grupo son descritos como ‘no trabajaron más con nosotros’, preferiblemente al ‘no son Zaj’.

La palabra misma Zaj, carece de significado, excepto cuando ha llegado a ser identificadora del grupo. Para algunas manifestaciones Zaj, la palabra ha sido deletreada de forma alternativa – por ejemplo Zej o Zoj.

Es conveniente decir, como observación histórica, que Juan Hidalgo y Walter Marchetti fueron los fundadores del grupo en Madrid en algún momento de 1964…” [3]

Para Javier Maderuelo “Zaj es realmente el único grupo con un ideario, una estética y un formalismo coherente que ha florecido en España.” [4] “Las armas de Zaj fueron: la imaginación, el humor, la filosofía, la espontaneidad, la elegancia, el zen, la alegría y un profundo desprecio por la estupidez. (…) en los años sesenta fue la auténtica vanguardia, un grupo que ponía una bomba en cada concierto o acción, en cada libro impreso” [5]

Hoy, a pesar del tiempo trascurrido, su frescura aun nos salpica con un latigazo de creatividad primordial que convierte en retardatarias muchas de las más recientes propuestas artísticas que se tienen por nuevas.


Notas de pie

1. Hoffman, W (dir.) [et. al.]. “El mundo suena: El Modelo Musical de la Pintura Abstracta”. [actas simposium]. Arnaldo J. (Ed.) Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid, 2004. Pág. 61.
2. Marco, Tomás. Pensamiento musical y siglo XX. Pág. 170-171.
3. Higgins, Dick. A Zaj Sampler (Works by the Zaj group of Madrid). A Great Bear Pamphlet. 
Something Else Press. New York, 1967. Pág. s/n.
4. Maderuelo, Javier. Una música para los 80. Garsi. Madrid, 1981. Pág. 15.
5. Ibidem. Pág. 16.