[Del autor de este impresionante poema no tengo mucha información; tan sólo sé que Pedro Plonka (1896-1976) perteneció a un grupo de poetas vanguardistas de Valparaíso (Chile) en los años 20 del siglo pasado. Sobre este grupo poético (al que también perteneció Alberto Rojas Jiménez) se puede consultar este artículo aparecido en la prensa chilena: http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id=%7B0d6390d7-a22d-4740-9f2d-90b6ee7ff192%7D]
Lúcido, jocundo,
azul en la mágica argamasa de tus panoramas
el viento,
el viento,
Valparaíso,
el viento,
el viento resplandece de arterias infinitas
su veloz presencia deslumbradora.
Pájaros de luz beben el agua del aire
a la orilla de inmensos diamantes;
de las chimeneas y los caseríos
esbeltas orquídeas de humo nacen;
nacen para irse en el viento y caer al mar
y hundirse en los piélagos del Pacífico
junto a los pilotos, a pique.
Multitudes oceánicas silban jigas ultramarinas
y marchan con rumoreante ritmo trans-estelar;
legiones de sonoros cardos desgarran
sus morados fuselajes,
y en las cuencas de tus axilas vegetales,
en donde habita tu sonámbula flor de medianoche,
el mar enreda sus corrientes;
resuena en la caracola de tus barrios marítimos
la respiración mercante de los puertos;
oscilan los litorales
entre los dientes de tabaco de los capitanes,
oscilan mares de rojo cabotaje cuajados de marinerías
y, oscilan en la danza plana del agua,
mujeres cosmopolitas
con las música de los continentes en el sexo;
bailarinas marismas zapatean puertos musicalizados
llamando transeúntes y navegantes
con lenguas de fuego
desde graciosos volcanes alcohólicos;
tamborilean las orquestas epidermis
de salvajes papagayos
y, arriba, abajo y entremedio palmotean caobas y bronces
y tropicales danzas puntean ojos de tórridos marfiles.