sábado, 30 de mayo de 2009

DOS POEMAS DE DOMINGO LÓPEZ TORRES

[DOMINGO LOPEZ TORRES
(1910-1937)

"De noche ya, gritando mis ausencias,
buscaba yo en las playas las formas
que dejaban las chicas en la arena."
Domingo López Torres.

LA VOZ BRUTALMENTE APAGADA por Francisco Arias Solis

"¡Cómo atreverse a destacar un nombre de esta inmensa selva de nuestros muertos!", escribía el enorme poeta Pablo Neruda. Pero es que el nombre que voy a pronunciar está tan atravesado de tantas significaciones que al pronunciarlo se pronuncian los nombres de todos los que cayeron en Canarias defendiendo la materia de sus cantos. Si la barbarie franquista hubiera buscado por todos los rincones de las Islas Canarias a quien sacrificar, como se sacrifica un símbolo, para intentar poner fin a la poesía, como si ello fuera posible, no se hubiera hallado, en nadie ni en nada como en este ser escogido. Estará muerto él, ofrecido como una azucena, bajo el mar en que sus enemigos le arrojaron, pero su voz estará por siempre viva, en la memoria de los hombres.

No sé como precisar su recuerdo, realmente del gran poeta canario Domingo López Torres tenemos muy pocos datos y la mayoría se los debemos al poeta Andrés Sánchez Robayna, pero sus poemas ya empiezan a aparecer en las antologías de la generación del 27. Una vez leído un poema de López Torres, no lo olvidaremos, ni perdonaremos nunca el asesinato de quien consideramos uno de los más altos exponentes del surrealismo español y uno de los escritores españoles más comprometido con las poéticas de las vanguardias. He querido traer ante vosotros el recuerdo del más joven de los vanguardistas canarios, del que dijo su amigo y escritor Eduardo Westerdahl, que era "la ternura de un surrealista al servicio de la revolución".

Domingo López Torres nace en Santa Cruz de Tenerife en 1910. Sus escasos medios económicos le obligan a dejar sus estudios y tiene que trabajar desde muy joven, primero de orfebre y posteriormente en un servicio consignatario. En 1935 ya disponía de una librería-estanco, llamada "Número Cinco", donde se celebraba una tertulia política y literaria. A los dieciséis años publica su primeros poemas en la revista Héspérides, en la que también colaboran los que serían sus compañeros de generación Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Domingo Pérez Minik... En el verano de 1929 escribe Diario de un sol de verano , que no sería publicado hasta 1987. En 1930, fue uno de los impulsores de la revista Cartones, de la que se editó solo el primer número, al sufrir López Torres un grave accidente de barca en la bahía de Santa Cruz de Tenerife, en el que perdieron la vida, sus compañeros José Antonio Rojas y Julio Antonio de la Rosa. Colabora en el semanario Altavoz, dirigido por García Cabrera. Con Eduardo Westerdahl contribuye a la aparición de la revista Gaceta de Arte, en 1932. Revista que estuvo dirigida por Westerdahl y de la que López Torres fue un redactor muy activo. Al año siguiente, André Breton y Paul Eluard solicitan la colaboración de López Torres para una encuesta en la famosa revista francesa Minotaure.

El 4 de mayo de 1935, llegaron a Tenerife André Breton, Jacqueline Lamba y Benjamin Péret, invitados por el grupo de la Gaceta de Arte, el día 11, del mismo mes, se inaugura la Exposición Surrealista en la capital tinerfeña. Los surrealistas franceses regresan a París, el día 27, tras una larga actividad artística e intelectual. De esta experiencia nace el Nº 2 del Bulletin International de Surréalisme en el que se incluye el Manifiesto Surrealista firmado por Breton, Domingo López Torres, Agustín Espinosa, Benjamin Péret, Pedro García Cabrera, Eduardo Vesterdahl y Domingo Pérez Minik. López Torres en su artículo "André Breton y Tenerife", publicado en la Gaceta de Arte, proponía un nuevo mapa "el de los países con una misma preocupación espiritual". De todos los poetas canarios, López Torres es sin duda el más comprometido con el ideario bretoniano, tanto en lo propiamente poético como en las posiciones ideológicas. López Torres edita, por otra parte, la revista Indice, de la que solo se publica el primer número. López Torres se distinguía en esos momentos tanto por sus actitudes estéticas cuanto por su ideología socialista radical, expresada en diferentes artículos y -muy activamente- en la vida política de Tenerife. Fue un divulgador del socialismo, sindicalismo y surrealismo, dispuesto a "sacrificarlo todo por el éxito de nuestras ideas".

Cuando se produce la sublevación militar de 1936 es apresado y conducido a la prisión de Fyffes , en la que escribió los poemas de su libro Lo imprevisto (inédito como tal hasta 1981). El escritor exiliado José Antonio Rial, gaditano que vivió desde su niñez en Gran Canaria y que estuvo relacionado con el grupo surrealista de Gaceta de Arte, publicó en Venezuela, en 1969, el libro La prisión de Fyffes en el que se describe con rigor el ambiente sórdido del lugar. "resultaba difícil superar la prueba de lo escatológico humano", un "vivir en cloacas" en un recinto inadecuado para encerrar en él al elevado número de personas que allí tuvieron que enfrentarse a muy duras condiciones físicas y morales.

En febrero de 1937, Domingo López Torres fue arrojado al mar con otros compañeros enfundados en sacos. No olvidaremos ni perdonaremos tan horribles asesinatos. No podremos olvidar nunca estos crímenes, ni perdonarlos. Nunca. Y como le dijo al mar, su amigo el poeta Pedro García Cabrera "... si quieres quedarte con la verdad de sus sonrisas, / devuélveme su muerte al menos, / su muerte es mía y no te pertenece".]



LOS RETRETES (3 DE LA MAÑANA)

Violadas espirales de la prisa
de continuo correr, ruidos internos
por los ocultos cauces sin fronteras
-laberinto sin dónde, afán sin freno-.
Rompen el sueño, la risa, los colores,
la dolorosa acelerada espera
pródiga en la promesa, el ala, el premio:
verse ascender, ligero, en pleno vuelo,
hacia un cielo, otro cielo, y otro cielo.
Mientras la oscura cloaca de desdenes
insuficiente para tanta ofrenda
salta sobre la geometría de los bordes
inventando rizados carruseles.
La brisa azul de las primeras horas
rendida abiertamente a su destino
abre obstinadamente estrechas calles
en la espesa ciudad de los olores,
poniendo una aureola al desahogo.
No hubo consigna audaz que contuviera
a los don pedros de los tres salones
saltando en frenesí por corredores,
empinadas trincheras de prejuicios.
Los traicioneros vientos, firmes flechas,
se quiebran ante el toro acorazado
del quererse volcar, romper la brecha
de altas severas órdenes cuadradas
suplicantes, encendidos ruegos.


***

POEMA DE LA LANGOSTA

(Caísteis sobre el lecho de los agricultores
asesinando un sueño de libras esterlinas)

I

Vientos y arenas, y plagas
para recordarte
lo que tú bien sabes
que lo saben todos:
que nadie lo sabe
-¡ah, si, continente!

II

Porque yo quise pararme
y el viento no me dejaba.
Me empujaba sin piedad.
Pero yo quise pararme.
Luego, transparente de todo,
yo, por un mar sin cristales,
sin dónde, ni cuándo, nada.
(Los cielos deshabitados
y los mares sin ventanas.)

Me clavaron sin piedad:
las chicas en el sombrero,
los chicos en la solapa,
con alfileres de acero.
El mapa de mis desvelos
-sin norte, sin sur- cortado
por franjas verdes de sueño.

Y Yo, aviadora, en el cielo,
navegando de costado.
Rotas las alas del miedo.
En manadas. Oprimida
por las parades del viento.

(Sí, hemos borrado de nuestro itinerario,
para futuros viajes,la escalas de las islas.)

III

(Obispos, concejales, militares y curas- de gala- marchan al campo a exterminar la plaga de langostas.
Ingenieros agrónomos, con ametralladoras
en los picos más altos de las islas
-lejos de la indiscreta mirada de los tontos-
(los nativos tienen los ojos secos de mirar siempre al cielo)
Archivan comprobantes para confeccionar nóminas espaciales.)

[Domingo López Torres. 1932]


Domingo López Torres 1936. ["De lo imprevisto" (poemario). Tenerife. 1980]
Prisión de Fyffes. Almacén de frutas convertido en prisión franquista en Tenerife.



El poeta surrealista canario López Torres con André Breton, 

Jacqueline Lamba y Benjamin Péret en camello.

viernes, 29 de mayo de 2009

PLANISFERIO



Trayectorias quebradas
disonantes
bajo los toldos del poniente
las oropéndolas alocan las brújulas
en cíclicas bandadas
Abren sus pétalos las plazoletas
todos hechos de sombrillas de papel de arroz
( Las mujeres con pamelas elípticas
y senos de aguacate
los hombres con viseras
entintadas y paso pendular )
Verbenas cósmicas
Vísperas de fervorosos solsticios
Ya son las ocho
Se deslizan las campanadas
como peces de colores tras el vidrio de la tarde
La rosa de los vientos
se columpia en los miradores
Válvula de dolor
de fondo
suena la sirena de un barco
que parte hacia un trópico abanicado
por morenas palmeras
Adiós adiós paisajes sincopados
Sobre el mantel oceánico
unas manos del coral del ensueño
disponen un tosco ágape
bodegón de ánforas y estrellas
Mástiles y atalayas
germinan
sobre la volatilizada línea 
del horizonte
Tapiz de espumas
Bajo la mampostería celeste
los acordeonistas callejeros giran sobre su eje
y se tornan traslúcidos
los compases revolotean como palomas
en el aire encerrado en un diamante
Surtidor de virajes
la fuente esculpe alas de mármol
y los viandantes vespertinos
se extravían
en las sopas de letras de los diarios
Toda la melancolía del domingo
arde en las lamparillas
de alcohol a granel de las tascas
Intersecciones y dársenas
Imprecisas astronomías
Vibrante planisferio 
Un río de pájaros estridentes se desborda
por las azoteas de hombros desnudos






"Paisaje urbano cubista" de la pintora rusa Lubov Popova

miércoles, 6 de mayo de 2009

HAIKUS DE LOS CUATRO ELEMENTOS


I. Aire


En la brisa ocre
las espigas farfullan
hierve el crepúsculo



II. Tierra

Plumas y frutos
De tu balcón florido
pende el estío



III. Agua

Fuentes de mármol
La tarde desemboca
en las glorietas



IV. Fuego

En tu piel nívea
trazo signos secretos
runas en llamas



Caligrama de José Juan Tablada

Creative Commons License
Haikus de los cuatro elementos by Sorrow is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

martes, 28 de abril de 2009

LAS ISLAS INVITADAS por Manolo Altolaguirre


[Poeta e impresor nacido en Málaga. En 1926 publicó la revista de poesía Litoral. Al terminar la guerra civil, se expatrió primero a Cuba y Iuego a México, donde editó una colección de poetas clásicos españoles titulada -La Verónica-. Su obra poética, encuadrada en la generación del 27, fue publicada en México en 1960: Poesías completas. Ha escrito los libros de poemas, Las islas invitadas y otros poemas (1926), Ejemplo (1927), Soledades juntas (1931), La lenta libertad (1936), Las islas invitadas (1936), Nube temporal (1939), Poemas de las islas invitadas (1944), Nuevos poemas de las islas invitadas (1946), Fin de un amor (1949) y Poemas en América (1955). Es autor de una obra teatral Entre dos públicos (1934) y una Antología de la poesía romántica española (1932). Volvió a España en 1959, hallando la muerte ese mismo año, junto a su mujer, en un trágico accidente de automóvil]


I
ESE MAR


Ese mar, amarillo, ácido, en donde
un solo barco de bambú ofrece,
al coro de las islas invitadas
mercancías
y en donde son bordados, no con vida,
peces y nadadores,
vio aquel día
al sol astado con doce rayos gruesos,
prohibiendo enérgico a las aves
sus torpes vuelos femeninos.



II
SUS RAYOS


Sus rayos, tan duros y brillantes,
la luna —auriga de reflejos múltiples—
sacude violenta
para ahuyentar auroras,
pescando por los ojos, milagrosamente,
cada rayo su pez de inquieto brillo.



III
NEGRAS CABRAS


Negras cabras en fuga
perseguidas por el pastor,
que sube cotidiano
a la cumbre del día,
dieron la vuelta al mundo,

sorprendiendo —sus mil ojos brillantes-
acalorado ya, sangrante, rojo,
al fin de su descenso,
al pastor, que ignoraba
ser el broche de oro
del cinturòn bordado de la tierra.


IV
HOMBRES INOMÓVILES


Hombres inmóviles
decorando jardines junto al mar,
y flores paseantes,
árboles de negocios
y plantas comerciales
recorriendo el asfalto
en confusa rutina;
tropel que perseguía
a un árbol grande en fuga,
acusado de no sé qué delito
contra la propiedad.


V
EL SOL


El sol bajaba entonces
al barranco profundo
que debe haber detrás del horizonte,
alargando las sombras
—lentas aguas opacas—
de lo erguido,
dando nuevos colores a las cosas,
como si presintiera
la negra oscuridad vecina,
inevitable, de la noche.


"Collioure: le port de pêche" por Derain

sábado, 25 de abril de 2009

VRBE por Manuel Maples Arce


[Manuel Maples Arce (Papantla, Veracruz, México, 1898 – 1981) fue un poeta, abogado, diplomático y escritor mexicano, fundador del Estridentismo en la década de los años 20.
Realizó sus estudios de derecho en la Ciudad de México y en 1925 fue nombrado secretario general del gobierno de Veracruz. Ocupó varios cargos diplomáticos en Europa y Latinoamérica. Maples Arce se dio a conocer como poeta en obras como Rag. Tintas de abanico (1920), Andamios interiores (1922), con la que inicia el estridentismo, y Urbe (1924), que él calificó como “superpoema bolchevique en cinco cantos”.Su compromiso radical no se apagó después de la II Guerra Mundial y su obra entró en un realismo social más comprometido, si cabe, que en la etapa vanguardista. Lo que cambió fue su visión y esperanza, que se hicieron más sombrías. Así se ve en Memorial de la sangre (1947) y en La semilla del tiempo (1971), obra en la que recoge poemas de distintas épocas de su vida. En prosa escribió su autobiografía: A la orilla de este río (1964).Entre sus ensayos sobre literatura y arte destacan: El paisaje en la literatura mexicana (1944), El arte mexicano moderno (1945), Incitaciones y valoraciones (1957) y Ensayos japoneses (1959).]


A los obreros de México

I

He aquí mi poema
brutal
y multánime .

Oh ciudad toda tensa
de cables y de esfuerzos,
sonora toda
de motores y de alas.

Explosión simultánea
de las nuevas teorías,
un poco más allá,
en el plano espacial
de Whitman y de Turner
y un poco más acá
de Maples Arce.

Los pulmones de Rusia
soplan hacía nosotros
el viento de la revolución social.
Los asalta braguetas literarios
nada comprenderán
de esta nueva belleza
sudorosa del siglo,

y las lunas
maduras
que cayeron,
son esta podredumbre
que nos llega
de las atarjeas intelectuales.

He aquí mi poema:

Oh ciudad fuerte
y múltiple
hecha toda de hierro y acero

los muelles. Las dársenas,
las grúas.

Y la fiebre sexual
de las fábricas.

Vrbe:
escoltas de tranvías
que recorren las calles subversivas.
Los escaparates asaltan los aceros,
y el sol, saquea las avenidas.
al margen de los días
tarifados de postes telefónicos
desfilan paisajes momentáneos
por sistema de tubos ascensores.

Súbitamente,
Oh el fogonazo
verde de sus ojos
bajo las persianas ingenuas de la hora
pasan los batallones rojos.
El romanticismo caníbal de la música Yanke
ha ido haciendo sus nidos en los mástiles
Oh ciudad internacional
¿Hacía qué remoto meridiano
cortó aquel trasatlántico?
Yo siento que se alejó todo.

Los crepúsculos ajados
flotan entre la mampostería del panorama
trenes espectrales que van
hacía allá
lejos, jadeantes de civilizaciones.
La multitud desencajada
chapotea musicalmente en las calles.

Y ahora, los burgueses ladrones, se echaran a temblar
por los caudales
que robaron al pueblo,
pero alguien ocultó bajo sus sueños
el pentagrama espiritual del explosivo.

He aquí mi poema:

Gallardetes de hurras al viento,
cabelleras incendiadas
y mañanas cautivas en los ojos.

Oh ciudad
musical
hecha toda de ritmos mecánicos.

Mañana, quizás,
sólo la lumbre viva de mis versos
alumbrará los horizontes humillados.

II

Esta nueva profundidad del panorama
es una proyección hacía los espejismos interiores.

La muchedumbre sonora
hoy rebasa las plazas comunales
y las hurras triunfales
del obregonismo
reverberan al sol de las fachadas,

oh muchacha romántica
flamarazo de oro.

Tal vez entre mis manos
sólo quedaron los momentos vivos.

Los paisajes vestidos de amarillo
se durmieron detrás de los cristales,
y la ciudad arrebatada,
se ha se ha quedado temblando en los cordajes.
Los aplausos son aquella muralla.

— ¡Dios mío!

—No temas, es la ola romántica de las multitudes.
Después, sobre los desbordes del silencio,
la noche tarahumara irá creciendo.

Apaga tus vidrieras
entre la maquinaria del insomnio
la lujuria, son millones de ojos
que se untan en la carne.
Un pájaro de acero
ha emprorado su norte hacía una estrella.

Al puerto:

Lejanías incendiadas,
el humo de las fábricas.
Sobre los tendederos de la música
se asolea su recuerdo.

Un adiós trasatlántico saltó desde la borda.

Los motores cantan
sobre el panorama muerto.

III

La tarde, acribillada de ventanas
flota sobre los hilos del teléfono,
y entre los atravesaños
inversos de la hora
se cuelgan los adioses de las máquinas.
Su juventud maravillosa
estalló una mañana
entre mis dedos,
y en el agua vacía,
de los espejos,
naufragaron los rostros olvidados.

Oh la pobre ciudad sindicalista
andamiada
de hurras y de gritos.

Los obreros,
son rojos
y amarillos.

Hay un florecimiento de pistolas
después del trampolín de los discursos,

y mientras los pulmones
del viento,
se supuran,
perdida en los obscuros pasillos de la música
alguna novia blanca
se deshoja.

IV

Entre los matorrales del silencio
la obscuridad lame la sangre del crepúsculo.
Las estrellas caídas,
son pájaros muertos
en el agua sin sueño
del espejo

y las artillerías
sonoras del Atlántico
se apagaron,
al fin,
en la distancia.

Sobre la arboladura del otoño,
sopla un viento nocturno:
es el viento de Rusia,
de las grandes tragedias,

y el jardín
amarillo,
se va a pique en la sombra.
Súbito, su recuero
chisporrotea en los interiores apagados.

Sus palabras de oro
criban en mi memoria.

Los ríos de blusas azules
desbordan las esclusas de las fábricas,
y los árboles agitadores
manotean sus discursos en la acera.
Los huelguistas se arrojan
pedradas y denuestos,
y la vida, es una tumultuosa
conversión hacía la izquierda.

Al margen de la almohada,
la noche, es un despeñadero;
y el insomnio,
se ha quedado escarbando en mi cerebro.

¿De quién son esas voces
que sobre nadan en la sombra?

Y esos tres que aúllan
hacía los horizontes devastados.

Los soldados,
dormirán esta noche en el infierno.

Dios mío,
y de todo este desastre
sólo unos cuantos pedazos
blancos,
de su recuerdo,
se me han quedado entre las manos.

V

Las hordas salvajes de la noche
se echaron sobre la ciudad amedrentada.

La bahía
florecida,
de mástiles y lunas,
se derrama
sobre la partitura
ingenua de sus manos,
y el grito lejano de un vapor,
hacia los mares nórdicos:

Adiós
al continente naufragado.

Entre los hilos de su nombre
se quedaron las plumas de los pájaros.

Pobre Celia María Dolores;
el panorama está dentro de nosotros.
Bajo los hachazos del silencio
las arquitecturas de hierro se devastan.

Hay oleadas de sangre y nubarrones de odio.

Desolación.

Los discursos marihuanos
de los diputados
salpicaron de mierda su recuerdo,

pero,
sobre las multitudes de mi alma
se ha despeñado su ternura.

Ocotlán
allá lejos.

Voces.

Los impactos picotean sobre
las trincheras.

La lujuria, apedreo toda la noche,
los balcones a obscuras de una virginidad.

La metralla
hace saltar pedazos del silencio.

Las calles
sonoras y desiertas,
son ríos de sombra
que van a dar al mar,
y el cielo, deshilachado,
es la nueva
bandera
que flamea,
sobre la ciudad.


"Metrópolis" por Grosz.

lunes, 13 de abril de 2009

LA BARRERA ARDIENTE (fragmento) por Roger Vitrac


[Roger Vitrac (Pinsac, Lot, 1899-París, 1952) fue un escritor francés. Marcado por el dadaísmo, inició su carrera literaria escribiendo una obra teatral, La ventana voraz, y el poemario Fauno negro (1922), afines a esta estética. Posteriormente se afilió al surrealismo, hasta su ruptura con André Breton en 1926. De su período surrealista son los poemarios Conocimiento de la muerte (1926), Humorísticos (1927) y Crueldades de la noche (1927), marcados por su particular humor y su fascinación por las imágenes mórbidas. Su más importante aporte lo constituye su actividad teatral, que desarrolló en compañía de Antonin Artaud en el teatro Alfred Jarry, que ambos fundaron, y en el que estrenó su obra maestra, Víctor o Los niños al poder (1928). En una tercera etapa, sin abandonar el teatro (Las señoritas de alta mar [1938], El sable de mi padre [1951], El condenado [póstuma, 1964]), desarrolló sobre todo una intensa actividad como periodista y escritor de guiones cinematográficos.]


I

Fibra de ébano Oh Cabellera de la plomada
rígida en el gran cielo
de la lepra y del salitre rojo
Es la gran noche de tu carne

Rayos de luz que atraviesan tu muerte Sol
y todo gira en el fondo de un vaso
Residuos resplandecientes desgarran tus uñas
y toda aparición sobre la tierra

Fuente infinita Líneas del espacio
donde los trenes se pierden en la cruz del océano
La ruta de tus senos es el dique del sueño
donde se ahogan los niños y las manos de los pájaros

Allá lejos allá lejos la pradera agitada
la hierba radiante de tus ojos
Y el inmenso paraguas de la marea
se cierra sobre la sombra que dejan tus bellos pies

Allá lejos del calvario de la gran cima
montada como un ángel que desciende
fijo como el fruto de la meta movediza
o la estatua acostada en el lecho de los amantes

Allá lejos el hueso de la mujer transparente
todo grabado con dibujos de animales
y envuelta en una gran estrella
tu gran tibia con casco de diamante

Vestido más fresco que escarapela y cerveza
el espectro de tus manos repletas está decapitado
Ese gran corazón que tenía la forma de un hombre
y aletas de torre marina


II

Carne hábil Exilio de la vida y del amor
Dos grandes esqueletos que se invitaban
y se trituraban boca contra boca
en el vapor del café y de la noche

Pero el águila de la piel tatuada desde el verano
arrugada de un anciano contagioso
se elevaba desde de la carne adorada
como el arco iris de la tierra que tiembla

Látigo arrodillado tus nervios tan tristes
tus largos dedos helados por el sueño
Tus ojos en exilio entre los bravos
desviaban las caravanas del mar

En el teatro Balcón de un muslo lleno de ansias
con el otro perdido en el decorado
y el drama de la cabeza a la deriva
en los adornos en tu sangre libre

He ahí pues ese gran campo vertical
que recibe las aguas subterráneas
y que muere si se queda sentado
o si se aparta del cielo



"Divisiblidad indefinida" por Yves Tanguy

miércoles, 25 de marzo de 2009

LOS VIGILANTES DE LONDRES por Michel Leiris



[Michel Leiris (París, 20 de abril de 1901 – Saint-Hilaire, 30 de septiembre de 1990) fue un escritor y etnógrafo francés.

Miembro de una familia burguesa y cultivada, se licenció en filosofía en 1918 y, tras un breve intento de estudiar química, desarrolló un fuerte interés por la poesía y el jazz. Entre 1921 y 1924, Leiris conoció a un importante número de destacadas figuras como Max Jacob, Georges Henri Rivière, Jean Dubuffet, Robert Desnos, Georges Bataille así como a André Masson que pronto se convirtió en su mentor. A través de Masson, Leiris se convirtió en miembro del movimiento surrealista, colaborando en La Révolution surréaliste. Publicó Simulacre (1925) y Le Point Cardinal (1927). En 1926 contrajo matrimonio con Louise Godon, hijastra del marchante de Picasso, Daniel-Henri Kahnweiler, y viajó a Egipto y Grecia

Después de un enfrentamiento con André Breton en 1929, se unió al equipo de Bataille como subdirector del periódico surrealista Documents en el que contribuyó de forma regular con diversos artículos. Participó también en la misión etnográfica conocida como Dakar-Djibouti como secretario del director de la misión, Marcel Griaule. A partir de esta experiencia publicó su primer libro de importancia, L'Afrique Fantomê en el que se combinaban el estudio etnográfico con la autobiografía, rompiendo con el estilo tradicional de escritura de las obras de etnografía. A su regreso, empezó a trabajar como etnógrafo en el Musée de l'Homme, cargo que desempeñó hasta 1971.

En 1937, junto con Bataille y Roger Caillois, fundo el Collège de Sociologie en respuesta a la situación internacional del momento. Involucrado cada vez más en política, participó en 1945 en una destacada misión a Costa de Marfil cuyos informes sirvieron para la supresión de la esclavitud en las colonias francesas. Leiris se vio envuelto en diversos temas políticos, como la Guerra de Independencia de Argelia, y fue uno de los primeros en firmar un manifiesto a favor de la lucha contra los poderes coloniales en ese país africano

En 1961 fue nombrado director del C.N.R.S. (Centre national de la recherche scientifique) y publicó numerosos textos críticos de artistas a los que admiraba, como Francis Bacon del que era amigo íntimo. Considerado como una de las figuras más destacadas de la literatura francesa del siglo XX, Leiris dejó numerosas obras en los más variados estilos: desde la autobiografía a la crítica musical, pasando por los trabajos científicos.]



Al norte de la tierra se halla el mar
al norte del mar aún se halla la tierra
Londres te fija con sus fuegos mil
oh bruma de colores agudos como el cloro

Paciencia traza la palabra silencio en el frontis de los edificios
Mil dulcísimas bestias por la calle se arrastran

Los hombres suben sus cuellos e indiferentes cruzan ante los autobuses
florecidos de anuncios nutridos del pan carmesí de los sudores
Recordaba el viento un lejano hálito
El Támesis lentamente desgrana sus collares
Al final de los raíles reinaban las estaciones soberanas
amadas por desertores y por desesperados
La gente marcha y nadie se detiene
ante las rayuelas disfrazadas de paisajes
donde a la pata coja juegan los colores
afeite de tiza para las linfáticas aceras
lavadas por la lluvia que todo lo sumerge
los caniches de fresa de papel cortado
los mendigos de deslustradas medallas
los niños en desteñido disfraz
rotos sus viejos sombreros con plumas y sus rostros tiznados de hollín
cuando la noche enseña su mordido seno donde penetra el veneno de los organillos

Cien vestidos negros
Cien trajes de cola
El musculoso abanico de la espalda desnuda
dispersa el gusto de las pieles finas
rubias y morenas
en el cuchicheo callejero

Las cariátides de los bancos
no tienen nada que temer de Sansón

Hojas madres de los miserables
sonríen a los aguaceros
llevando al final del brazo la carga
de sus desatados cabellos

Mas un hombre baila
agrandado por el cuadro de su propio dolor
Vaga Corre a través de un laberinto de plantas de invernadero de cámaras de palacio y de lujosos equipajes
Los cigarrillos irisan con sus cenizas los ramajes de las alfombras
quiebran sus pies las hojas secas
nervaduras de su propio dolor

Baila
Bajo la creciente tormenta de vidas humanas lanzadas hacia los icebergs en abierto paquebote
viola el laberinto de las voces y ante los azul-cielo rosa malva verde-manzana de los suburbios harapientos baila

guiado por el hilo de Ariadna de su propia ternura
hacia el ombligo de su propio dolor
hilo que le mantiene
-maniquí-
eternamente suspendido
aún si patalea
cuerda de goma creando su arco iris
las hojas secas atravesadas de crujidos
en la aurora de su propia angustia
ensanchada por el cuadro de su propio dolor

La sirvienta de la public house
tiene cabellos lisos y los brazos desnudos
¿Beberé en su mojada axila
la acre cerveza de mi muerte?
¿Hallaré entre sus muslos huesudos
la gema que sus ojos me prometen?

Alguien se exalta
sobre la acera poblada de saltimbanquis calvos sin osos domesticados
y sin bruja de terca frente a través de la cual el porvenir se trasparente como tu carne a través de los harapos
Alguien se exalta
soñando tal vez en el sol de los trópicos más pesado que una castaña de Indias
con ríos repletos de bocas y desnudos ojos

Y cruzan los embajadores en traje de tarde
las damas esbeltas como espadas
hojas sedosas que nunca yo desenvainaría

Mil vestidos de escarcha
mil lenguas y mil dientes acerados
Boca abierta sobre la calzada
en la cueva de un teatro
un monstruo llameante se despierta
Estalagmitas de las candilejas
han espejeado las uñas

Las muchachas eran frescas y bellas
sobre una armoniosa playa
adorar sus rodillas pulidas
Mascarones de proa
labios pintados por el viento

Mas el hombre vela y danza
¡oh bruma de dolores!
tu baile agudo como el cloro
Londres te fija con mil fuegos
Al norte de esta tierra está el mar
al norte de este mar está el polo
al norte del polo está la muerte

Extranjeros compramos sangrientas corbatas

Turistas nos hemos paseado

En un bar de Limehouse
más de un vaso se vacía
ni remolinos del río
ni piedras de la Torre
nos contemplaron

Pero el hombre rueda y danza
Disparos de browning cerca de un reverbero
disparos de grisú en el fondo de la mina
disparos de mar al pie de un faro
Cortando el aire con su quilla
¿hallará a la muchacha del vientre azul de frío
coloreado como una aurora?

A latigazos fuimos conducidos
mal cubiertos por nuestros trajes de pobres o ricos
Emigrantes la vida nos incita
con mentirosos oficios
y los guardianes de la chusma
marchan con paso cadencioso

Se exalta un hombre El otro danza
Uno prende una pipa Muerde un cigarro el otro
Un tercero quería fumarse los ojos
abrasadora languidez
Y los tres velan
perdidos en el laberinto del cuerpo que aman
sin más hilo de Ariadna que el dédalo de sus cuerpos
aplastando la hoja seca de los cinco sentidos que sobre el mundo se abre
La estrella de cinco dedos de desgracia

En la jaula del museo
vi temblar figuras ebrias
mas ni una sirena cantaba
y me marché sin pensar

Acechan los vigilantes
Encima de ellos las nubes
tienden trampas a las bestias encantadas
Tapones de corcho vagabundean los astros
Dobla la campana El drama terminal

Más de un navío cruzó el Atlántico
más de una ola se enamoró
Al norte de los mares se encuentra el polo
Al norte del polo se halla la muerte

Los tres velaban y en tono lírico
declamaban palabras bien simples
al mismo tiempo como insensatos
que se alzan hasta las ceñidas cúpulas

Reclamaban las alegrías sin mañana del vigor
la calma de los veleros al borde de helados lagos
el coito en pleno cielo iluminado de ardor
cuando las manos son nidos llenos de cáscaras rotas

No podían frecuentar más que extraños bastidores
donde los besos vendidos por los labios sin azogue
nos permiten entrever triste fuego de artificios
los reventados espejos al fondo de espasmos falsos
Ahora bien era domingo
Los falsos o verdaderos placeres dormían en los comercios
Y estaban cerrados todos los corazones

“Ya camine hacia el polo o hacia una suerte mágica
-dirán
el hombre baila
orientado por la aguja azul de su propio dolor

Puritanos no sabemos qué hacer con vuestros cánticos
Todo deseo es herético”

Oh piedras de hastío
arcadas suaves como un seno que se desnuda o se ofrece
serpentea la calle y mi paso se vuelve torpe
porque también yo asciendo al polo
arrastrando un equipaje de niebla
y de hojas secas y nubarrones
incubadoras de relámpagos
matrices delicadas
cesáreas arcadas de piernas poderosas abiertas y desgarradas por el parto de mi propio dolor
entre las azules llamas del gas
el aroma puro de las mujeres
el petrificado rostro de los edificios
y las espaldas de los hombres-sandwiches que me han hecho descifrar sus graffiti
hechos de botones de nácar



"Golconde" por René Magritte