lunes, 19 de febrero de 2018

AVISTAMIENTOS DE AVUTARDAS (XXVI)


El Centro de Interpretación de la Avutarda pronto pasó de moda y los turistas dejaron de ir pues acabaron cansándose de ver avutardas en foto, en pantallas de plasma o en videojuegos. La falta de avutardas vivas en un parque temático sobre el plumífero no solo aburrió al gran público sino que reforzó las tesis escépticas del Dr. Kaufman, favorables a la idea de que las avutardas estarían a esas alturas tan extinguidas como los arqueoptérix. De esta forma, lo que había sido una gran promesa de oportunidades y empleo no atrajo a una oleada de inversores extranjeros como se creía, sino que abrió la puerta a la ruina generalizada de la región.  Al principio, el gobierno central intentó disimular el desastre con una lluvia de subvenciones pero, como se trataba de la comarca secesionista de la avutarda, pronto el centralismo subyugador cortó el grifo a la región, que tuvo que hacer frente a la mayor fuga de empresas de su historia.

Así las cosas, algunos paisanos de la empobrecida comarca empujados por la penuria económica se hicieron cazadores furtivos. Y de esta manera comenzó uno de los capítulos más oscuros de esta región, puesto que, igual que se juntan el hambre y las ganas de comer, los intereses de los furtivos se coaligaron con los de ciertos cazadores de alta alcurnia en busca de raros trofeos de caza. En concreto, se trataba de un monarca de una democracia modélica y consolidada y su séquito de adláteres y hombres de negocios que después de dejar la sabana africana sin elefantes decidieron hacer lo propio con las avutardas. Quiso entonces la mala fortuna que una familia de avutardas al borde de la inanición por el calentamiento global que buscaba desesperadamente algo de comida en el páramo cubierto por las nieves del mes de febrero fuera interceptada por este grupo de amantes de los placeres cinegéticos. Como resultado, la familia de aves al completo resultó acribillada a tiros a sangre fría.

La noticia de lo ocurrido corrió de inmediato como la pólvora en la comarca de la avutarda cuyo gobierno regional, a la sazón en el exilio por las presiones del centralismo avasallador, condenó enseguida el execrable crimen tildándolo de “abyecto plumifericidio”. Por su parte los medios regionales, simpatizantes del gobierno rebelde en el exilio culparon de los hechos a la vecina comarca del topillo en sucio contubernio con las fuerzas centralistas y, por supuesto, a la injerencia rusa.

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