lunes, 19 de octubre de 2015

VUELVEN LAS DELICIAS SURREALISTAS: LA INSURRECCIÓN DESDE CHICAGO

El piojo eléctrico, ese cleptómano de sangre fresca y burbujeante, incendiario de cueros cabelludos y mullidos vellos púbicos, se ha liado al otro lado del charco con otros dos entes del subsuelo, con la futurista pero pasada de moda hormiga atómica y con el antiburgués bugs bunny. Su objetivo es  ponernos al día de las palabras y obras del Grupo Surrealista de Chicago.

Será el miércoles que viene, 21 de octubre, a las 20:30 en La Delicia de Leer (Juan Agapito y Revilla 10, Valladolid)

El denominado Grupo Surrealista de Chicago fue fundado en Chicago, Illinois, en julio de 1966 por Franklin y Penélope Rosemont después de un viaje a París en 1965, durante el cual estuvieron en contacto con André Breton, justo un año antes de su muerte. Recogieron la batuta y la desarrollaron con todo vigor, humor y libertad por lo maravilloso frente a la ramplonería religiosamente capitalista del gran gendarme.

Franklin y Penelope Rosemont.


      ”  Siempre con la ayuda del «umor», de la experimentación, del juego y del amor. En perpetua compañía de Bugs Bunny y sus «cómplices populares», del blues y de los «inspirados del borde de las autopistas del pensamiento y la imaginación creadora», los componentes del Movimiento Surrealista en los Estados Unidos han redactado las volantinas más hilarantes, cáusticas e incendiarias y han escrito los análisis más lúcidos de los acontecimientos, llegando a su cenit en el análisis y la defensa de la Revuelta de Los Ángeles de 1992. ”
(Reseña de ¿Qué hay de nuevo, viejo? Textos y declaraciones del Movimiento Surrealista de los Estados Unidos (1967-1999), Pepitas de Calabaza, 2008)

Más información:
Chicago Surrealist Group en Wikipedia
The Surrealist Movement in the United States
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[…] El surrealismo no está hecho para complacer a aquellos que tienen necesidad de una «línea» política u otra: demasido anarquista para la mayoría de marxistas, demasiado marxista para los anarquistas; demasiado amante de la poesía y de la pintura para los políticos, demasiado deseoso de revolución para los escritores y artistas; demasiado inclinado a las investigaciones teóricas para los activistas, demasiado indisciplinado para los profesores; demasiado poéticamente riguroso para los chantajistas espiritualistas, demasiado cercano a lo maravilloso para los aquejados de racionalismo instrumental; demasiado freudiano para la izquierda positivista y puritana, demasiado salvaje para los médicos usurpadores y los conservadores del psicoanálisis […]. El surrealismo sólo puede florecer a su manera. Contra y alejado de los paradigmas dominantes […]

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Declaración del Grupo Surrealista de Chicago contra Andy Warhol en 1989

HACE CIENTO OCHENTA Y un años que William Blake nos alertó contra ciertos artistas a los que la clase dominante “Emplea para Deprimir el Arte”. Hoy, el Capital y su Estado monopolizan el Arte mientras ahoga toda verdadera expresión libre. La sociedad contemporánea es una gigantesca prisión, y no es sorprendente que varias de las celebridades del Mercado del Arte sean guardianes armados con gas lacrimógeno y pistolas.

Sexista y racista declarado, católico devoto, pelota profesional de la complacencia corporativa, apologista del imperialismo y de toda otra forma de explotación y degradación, Andy Warhol ejemplifica el tipo de escoria que llega hasta lo más alto en esta sociedad intolerablemente miserabilista. El cadáver maloliente de este rico lameculos -el Richard Nixon del Arte Moderno que alardeaba de que su mayor ambición era convertirse en máquina- sigue siendo la perfecta encarnación de la cultura oficial de nuestros días.



Al no haber tenido nunca la oportunidad de escupirle en la cara cuando estaba vivo, aprovechamos esta ocasión para escupir sobre su memoria, sobre toda su obra, sobre todos sus admiradores, y especialmente sobre todos esos comisarios, críticos y otros bien pagados mentirosos que se las han arreglado para convencer a un cierto número de personas de que esta pútrida no-entidad tuvo realmente alguna importancia.

Algún día -¡más cercano de lo que pensáis!- tendremos el placer de pisotear y mear sobre las repugnantes representaciones de la mercancía de Warhol, sobre las ruinas de éste y otros museos por los que circula la mercancía, sobre las ruinas de toda la estúpida estructura social fundamentada en el fetichismo de la mercancía.

Mientras tanto, si alguno de nosotros se toma la molestia de asistir a vuestros asquerosos funerales, es porque serán justamente los vuestros. Como diría Daffy Duck: “¡Es para morirse de risa!”