lunes, 29 de julio de 2013

LA INMACULADA CONCEPCIÓN (fragmento) por André Breton y Paul Eluard

[Biografía de André Breton aquí y de Paul Eluard aquí]

ENSAYO DE SIMULACIÓN DEL DELIRIO DE INTERPRETACIÓN

Cuando terminé con ese amor me vi como un pájaro en la rama. No servía para nada. Observé sin embargo que las manchas de petróleo en el agua restituían mi imagen y observé que el Port-au-Change cerca del cual se levanta el mercado de pájaros, se curvaba de más en más.

Es así como un hermoso día pasé del otro lado del arco iris a fuerza de mirar los pájaros versátiles. Ahora no tengo más nada que hacer que sobre la tierra. No más que los otros pájaros digo que no tengo más cometido sobre la tierra, no puedo hacer acto de presencia alada sobre la tierra. Rehuso repetir con ustedes la canción verde: "¡Moriros por los pajaritos! ¡Mime a sus pajaritos!"

Lo abigarrado de la lluvia habla loro. Empolla al viento que estalla con granos en los ojos. Los dobles párpados del sol se levantan y bajan sobre la vida. Las patas de los pájaros sobre el cuadrado del cielo son lo que yo antes llamaba las estrellas. La tierra misma cuyo avance no logramos explicarnos en tanto permanezca bajo la bóveda, la tierra aplanada en sus desiertos, está sometida a las leyes de migración.

El verano de pluma no ha terminado. Se han abierto las trampas y se han sumido allí las cosechas de plumón. El tiempo cambia.

El gallo del campanario adorna el humo con tiros en tanto la viuda de pecho anaranjado a va al cementerio cuyas cruces son el minúsculo punteado de los diamantes del Senegal y el hombre sigue creyéndose sobre la tierra como el mirlo sobre el lomo del búfalo, sobre el mar como la gaviota sobre la cresta de las olas, el mirlo sólido y la gaviota líquida.

Horus, el dedo en la boca, es la avalancha. Yo no vi esos vendedores de pájaros que buscan hombres al cielo y se desanidan con las piedras que arrojan al aire.

Las aves-fénix vienen a traerme mi alimento de gusanos brillantes y sus alas que se impregnan sin cesar del oro de la tierra con el mar y el cielo que veíamos abrazados más que entre los días de tormenta, y que esconden sus crestas de rayos en sus plumas en el momento de dormirse sobre el único pie del aire.

Los molinos de los relámpagos han roto sus cascarones y huyen como un tiro, la arena devora las dunas, el horizonte intenta evitar las nubes. Confesarán ustedes que sus camas jaulas y sus barras torcidas, y sus pisos mordidos y sus moscadas y sus espantapájaros, y sus viajes en compartimentos de paloma, y el zócalo de cordero de sus estatuas de presa y sus carreras de obstáculos hechas al crepúsculo de petirrojos que se alejan, y las horas y los minutos, y los segundos de sus cabezas de picos verdes, y sus gloriosas conquistas.  ¡Sin embargo gloriosas conquistas de pájaros cu-cú! Todas esas trampas por suerte no estuvieron jamás allá para hacerse pasar por las barreras del peligro. las barreras que separan el miedo del coraje. No cuenten conmigo para hacerlos olvidar que sus fantasías tienen apariencia de los moradores del paraíso.

En el principio fue el canto. ¡Todos a las ventanas! Solo se ve de una ventana a la otra a Leda. Mis alas arremolinadas, son las puertas por las cuales ella entra en el cuello del cisne, en la gran plaza desierta que es el corazón del pájaro de noche.

Grabado de Toyen

domingo, 7 de julio de 2013

ÁNGELES por Juan Eduardo Cirlot

[Biografía de Juan Eduardo Cirlot aquí ]

Juan Eduardo Cirlot, poeta de capa y espada


Ángeles con coronas de yerba 
Ángeles como inmensos paisajes. 

Ángeles como rayos erguidos. 
Ángeles con vestidos de llamas. 

Ángeles en el muro del odio. 
Ángeles como rosas azules. 

Ángeles de los lagos profundos. 
Ángeles con los pies encendidos. 

Ángeles con cabellos de hielo. 
Ángeles con rumor de manzano. 

Ángeles en la flor de los días. 
Ángeles golpeando las frentes. 

Ángeles de cristal y de aire. 
Ángeles como manos de plata. 

Ángeles con los brazos de humo. 
Ángeles, o sonrisas, o ausencias. 

Ángeles como lámparas de oro.
Ángeles recogiendo las brisas, 

Dulcemente. 

Ángeles, llorando en mi ventana. 
Ángeles violetas y desnudos. 

Ángeles con pálidas heridas
Ángeles ardiendo como flores, 

Ángeles surgidos de la sombra. 
Ángeles del fondo de las piedras. 

Ángeles de vidrio sonrosado. 
Ángeles parados en el aire. 

Ángeles cayendo hasta mis luchas. 
Ángeles con hoces de diamantes. 

Ángeles de pie sobre la lluvia. 
Ángeles de hierro transparente. 

Ángeles severos como águilas. 
Ángeles altísimos y mudos. 

Ángeles con alas de paloma. 
Ángeles de las horas glaciales. 

Ángeles o círculos radiantes. 
Ángeles cantando entre mis labios, 

Dulcemente. 

Ángeles abiertos como cisnes. 
Ángeles sobre un mar de ceniza. 

Ángeles como nubes lejanas. 
Ángeles, o miradas, o besos. 

Ángeles temblorosos y puros. 
Ángeles de jazmines y lirios. 

Ángeles con violines de fuego. 
Ángeles de rubíes celestes. 

Ángeles como un éxtasis rojo. 
Ángeles de mi sangre infinita. 

Ángeles con espadas de niebla. 
Ángeles del final de los tiempos. 

Ángeles: conjunciones rugientes. 
Ángeles como fuentes de perlas. 

Ángeles de la calma absoluta. 
Ángeles de la furia amorosa. 

Ángeles de color amarillo. 
Ángeles abrasando mis párpados, 

Dulcemente. 

La escalera de Jacob por William Blake.

jueves, 4 de julio de 2013

UNO DE NOSOTROS: MARIO LEVRERO (Vídeo)

A continuación tenéis un programa realizado por la Televisión Nacional Uruguaya sobre el gran narrador Mario Levrero. Que los disfrutéis.


miércoles, 3 de julio de 2013

FRANZ KAFKA, EL PERFECCIONISTA OBSESIVO

La Voz de Galicia, 03/07/2013

Todo en el escritor judío, nacido hace hoy 130 años, es un dolor que se procrea y recrea constantemente, un dolor que algunos quisieron llamar absurdo, pero que le elevó como el autor más inquietante y revelador del siglo pasado


Franz Kafka, escritor judío nacido en Praga, fue el autor más inquietante y revelador del siglo pasado. Y eso pese a que en sus 40 años y once meses de vida sólo dio por terminadas 350 páginas y dejó inacabadas 3.500, entre ellas tres novelas. Esto da muestra de la característica principal de Franz Kafka, su perfeccionismo neurótico que le convertía en un ser obsesivo que decía estar «hecho de literatura», para él, más que un interés y una inclinación, más que una profesión y un entretenimiento, su propia vida.

Franz Kafka se colocaba una «dulce máscara» de cara al exterior, pero poseía un «lado oscuro», un mundo interior enrevesado donde habitaba lo kafkiano. Insatisfecho crónico, autoexigente hasta la flagelación, neurótico compulsivo, Franz Kafka no era sin embargo ese personaje débil que se ha estereotipado, como demuestra que tuviera fuerzas para escribir pese al pefeccionismo inhumano que se autoimponía. Su forma de redactar también era particular: tenía una visión Franz Kafka -surgida de sus temores más profundos, de lo más recóndito de su ser- de lo que quería contar y pretendía exponerla en su totalidad sin ninguna interrupción. Mantener esa intensidad era casi imposible. De ello dan fe la gran cantidad de obras que no terminó.

Con todo, existe un divorcio entre el Franz Kafka que conocieron sus semejantes y el Franz Kafka fabricado por la posteridad, tras su canonización literaria. El primero era bastante más jovial, vitalista, alegre y divertido de lo que el lector supone tras enfrentarse a su obra. La personalidad del Franz Kafka de carne y hueso no se deja atrapar con facilidad en el cliché de lo kafkiano acuñado bajo la influencia del universo narrativo que creó. Ciertamente era ingenuo, poco práctico y reservado. Tenía enormes dificultades para organizar su vida, especialmente las relaciones con las mujeres. Sin embargo, no era un amargado, ni un aguafiestas ni un misérrimo místico. Tenía un ingenio rápido y era aficionado a hacer juegos de palabras chispeantes que esparcía a menudo en sus encuentros con la gente. También era un buen compañero de juegos y, al parecer, poseía una habilidad extraordinaria para proyectar en la pared sombras con las manos que causaban el asombro de quienes las contemplaban.

Franz Kafka nació en Praga (1883) en el seno de una familia de comerciantes judíos y murió en Kierling, Austria, en 1924. Llegó a doctorarse en Derecho y profundizó también en el estudio y la mística de las religiones judías. En 1917, cuando pensaba irse a Palestina, enfermó de tuberculosis y comenzó a dedicarse en cuerpo y alma a la literatura, a pesar de la oposición familiar, de cinco proyectos matrimoniales frustrados, de su trabajo como agente de seguros y de su grave dolencia que acabaría con su vida. Algo que se repite en varios testimonios de aquellos que concidieron con él en vida es que Franz Kafka daba mucha importancia al hecho de ir bien vestido y que empleaba tiempo en aparentar una elegancia que no llamase la atención. Ni la enfermedad que lo carcomía ni la muerte pudieron arrebatarle a Franz Kafka su cautivadora sonrisa, un gesto que, según la enfermera que le cerró los ojos, permaneció en sus labios cuando ya se había ido.

Los insectos de Kafka

La Metamorfoisis es la novela corta más famosa de Franz Kafka. Publicada en 1916, sorprendió al mundo literario del momento porque la anécdota que soporta el relato es tan simple como absurda: un hombre despierta una mañana convertido en un enorme insecto -aparentemente un escarabajo, aunque no se cita explícitamente en el texto-. Continúa viviendo en su cuarto, tolerado por su familia, y contemplando el transcurrir de la vida desde la óptica de un animal. Después de leer la novela más famosa de Franz Kafka, el gran escritor Gabriel García Márquez decidió atreverse a escribir su primera obra, al darse cuenta de que lo más importante de una narración no está en la trama o en el argumento, de que cualquiera vale, hasta un absurdo, sino que la clave radica en la manera de contarlo y en el fondo reflexivo que aporte.

Franz Kafka es la voz de la conciencia de una época, la suya, el primer cuarto del siglo XX, el crepúsculo de todas las grandes ilusiones e idolatrías del alma moderna. Por eso, a Franz Kafka se interesa más la reflexión que se desprende de sus obras que su esencia narrativa. De hecho, no es un narrador propiamente dicho, porque los acontecimientos que relata no se suceden y evolucionan en una dinámica literaria adecuada, sino que se instala delante de un poderoso símbolo y allí deja solo al lector para que de vueltas alrededor de ese punto hasta llegar a sus propias conclusiones, que nunca suelen distar mucho de las del autor.

Cuanto más absurdo sea el símbolo presentado por Franz Kafka, más carga significativa acerca a la reflexión lectora. Los personajes de Franz Kafka son zarandeados y amenazados por instancias ocultas. No tienen importancia en sí mismos, sino que son prototipos del hombre desvalido y desorientado. Se trata de poner en evidencia el sentido absurdo de la vida y, para ello, introducir en la realidad más cotidiana una distorsión sorprendente utilizando elementos absurdos y fantásticos, como la transformación del viajante comercial Gregor Samsa en escarabajo.

domingo, 9 de junio de 2013

LA SANTA INFANCIA O LA SUPRESIÓN DEL NACIMIENTO por Roger Gilbert-Lecomte

[Nació en Reims en 1907 y murió de tétanos el 31 de diciembre de 1943. Abandonó pronto sus estudios de medicina. Conoció a Daumal en el Liceo de Reims donde estudiaban juntos. En 1928 fundó en París con Daumal, Roger Vailland y Rolland de Renéville la revista "Le Grand Jeu"." En 1932 se produjo la ruptura con René Daumal, hecho que influiría desfavorablemente en su vida. Esclavo de las drogas desde muy joven, llevó desde esa ruptura una vida torturada y solitaria.

(Extraído de La Antología de la Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini).]

Gilbert Lecomte, vampiro del surrealismo francés.



Hablaré de lo negro
Muñeca de porcelana
Enterrada en el humus de una selva olvidadiza y traidora
Donde danzan los esqueletos con sus vestidos de telaraña
De las hojas muertas reducidas a encaje

Hablaré de lo negro
Al soplo de las cavernas
Con una tierra de hongos fosforescentes

Hablaré de lo negro a los caracoles retraídos
Hablaré de lo negro
A la lluvia de hollín
Al redondel de agua de luna quieta en el fondo de los pozos
A los toneles que ruedan en el sótano a media noche
cuando gime la dama blanca

Hablaré de lo negro
A la otra faz de los espejos
Hablaré de lo negro
Del inmortal tormento
de la más antigua desesperación
frente al mundo ausente
Cuando todo sea blanco

entonces hablaré de ver
Cada vez que me adormezca
A esa mujer que se ha dormido
Llorando sobre la tierra
Admirable cabeza cabeza de muerta
velada de negra esperanza de niñez destrozada

Una mirada torva bate las alas
Cerca del lecho vacío y ensangrentado
Habrá que colgar a la parturienta
Por el antiguo crimen del Limbo

El que nació muerto y retornó a su lugar de origen
No creerá en el diá mentido por el sol
El aire negro no ensucia el umbral de sus narices
Sin que palpiten sus narices
Sin que su ojo se entreabra en el despertar atroz

Con la vida renegada antes de existir
En el lugar de nacer él retorna
Por el hilo que une al ombligo con el cenit
A las fuentes de cristal de las maravillas del vacío


"In Ictu Oculi" de Valdés Leal

sábado, 1 de junio de 2013

EL CORO-DECORADO DE LA MUERTE por Jean Pierre Duprey

[Jean Pierre Duprey (1930-1959). Poeta francés cuya obra escrita en París abarca los años 1948 y 1949. En 1950 se publicó "Derriére son double" (Detrás de su doble), libro elogiado por Breton, quien ese mismo año lo incluyó en la segunda edición de su "Anthologie de l'humour noir" (Antología del humor negro). En 1951 abandonó la escritura para dedicarse a la escultura en hierro y a la pintura, repleta de seres fantásticos y amenazantes. Escribió una obra dramática, "La forêt sacrilege" (El bosque sacrílego) y volvió a la escritura con un ciclo de poemas en los que manifestó una magnética atracción por el vacío y la muerte. El 2 de octubre de 1959 envió por correo a Breton el manuscrito de su último libro de poemas, "La fin et la maniere" (El final y sus maneras), y ese mismo día se suicidó. En todo lo que escribió Duprey no hay nada que no lleve el signo de las fuerzas más oscuras que a veces invaden la mente humana, nada que no esté marcado por la aprehensión de la noche y de la muerte. Precisamente de su último libro, que se publicaría recién en 1965. 

(Extraído del Blog Meridiano 75.)]

Jean Pierre Duprey o la
deseperación poética


Los estuches de las lombrices en tierra
son serpientes que se cristalizan
y para cambiar el mar en aire
adquieren el color del Transparente y pican.

Las lombrices de hierro se desarrollan
en los huecos huecos de las lombrices de vidrio.
Cuando fluyen los hilos de tierra
el agua se convierte en barro de aire-cielo.

Tu sangre, agua de carne encendida
no está en tu doble, pero tus ojos
la llevan como un huevo o una vena duplicada.
Hay sangre enrojecida en el fuego.

Y todo eso es un exterior
que forma parte de tu interior.
Sólo la muerte puede poner allí un cristal
-Piedra sin brillo, pero Transparente en el corazón
y ese diamante de aire sangra en ti, y toma tu peso.

De Dans l'oeil de miroir (Derriére son double)



Geopolítica de un niño mirando el nacimiento de un hombre nuevo 
por Salvador Dalí

martes, 28 de mayo de 2013

TRILCE (poema XXVII) por César Vallejo


[Poeta peruano nacido en Santiago de Chuco en 1892. Considerado como una de las grandes figuras de la poesía hispana, fue el gran impulsador de la vanguardia latinoamericana. Durante mucha parte de su vida sufrió grandes penurias económicas que nunca menguaron la calidad de su escritura.  En 1920 fue acusado injustamente y encarcelado durante más de dos meses, época en la cual escribió parte de su obra "Trilce". Para escapar a las persecuciones de que fue víctima en el Perú, se marchó a Europa, recorriendo Francia, Rusia y España,  en un esfuerzo inaudito por superar la etapa de decepciones y amarguras que sufrió en su patria. Trabó amistad con grandes intelectuales de la época, como  Tristan Tzara, Louis Aragon, el pintor Juan Gris y Vicente Huidobro, entre otros. Publicó en 1918  «Los Heraldos Negros»  y  «Trilce»  en 1922.  «España, aparta de mí este cáliz» y  «Poemas Humanos», fueron publicados  en 1939, después de su muerte. Después de una vida de estrecheces económicas y tras una larga enfermedad, murió en Paris en 1938.

Extraído de A media voz]

César Vallejo, meditabundo.


Me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.

No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.

Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.

El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.

Óleo de Francis Bacon