[Manolo Cuadra (Nicaragua, 1907-1957) Poeta nicaragüense e izquierdista nacido en Masaya. Publicó sus primeros poemas en la prestigiosa revista La Noticia Ilustrada y desde muy joven su ilusión era viajar a Nueva York, dónde estaba su hermano Luciano. En 1950 al fin pudo conseguirlo, pero no pudo adaptarse ni al sistema, ni al modo de vida y volvió a Nicaragua decepcionado. Sus libros de poemas más importantes son, Tres amores (1955) y Antología (1963), editado póstumamente. Perteneció al movimiento de vanguardia nicaragüense, único en Centroamérica, como tendencia grupal que planteó un programa estético, filosófico y político. Su propósito era subvertir el provincianismo y romper con el pasado inmediato: el rubendarianismo trasnochado; y crear una poesía nueva, nacional y universal. En 1957, recién regresado de Suiza en donde su enfermedad le frustró un viaje a Pekín para asistir al congreso mundial de partidarios de la paz, vivió sus últimos días de vida y de exilio forzado en Costa Rica, y murió en Managua el 15 de noviembre de ese año. La hemeroteca nacional de Nicaragua lleva su nombre.
(Extraído del Blog El Wrong Side)]
Manolo Cuadra, bajo el sol del trópico.
En Coconut Island,
cuando el sol se mece en las hamacas de las palmas
Miss Christine Braughtigam,
hija de una isleña negra
y de un viejo pirata de Holanda,
se da un baño de mar en la inmensidad de las aguas...
Su cuerpo alegre y esbelto, como el de un junco ahumado
se irisa en las aguas de plata
entre peces de esmalte y pulpos pequeños.
Envuelta en su maillot de fuego
Christine Braughtigam se sumerge en las aguas
¡y es entonces una brasa que se apaga!
Desde sus frescos observatorios de cocoteros
una mancha de pájaro isleños
lanza su S.O.S. de sorpresa,
porque pudiera una ola traicionera
de blanca gola con jubón celeste verde
llevarse a la perla de canela.
En la isla donde los cocoteros se mueven pausadamente
esmaltando el cielo de pensamientos alegres,
Christine busca la caricia del mar afuera.
¡Quién colmara urgencias de su sangre negra!
Desazón de los rubios y pequeños grumetes
que al maniobrar en las aguas de su vientre
despegaban de aquel muelle negro y celeste,
tristes, tristes, tristes
¡Ay, tristes para siempre!
Fuera del agua ella es como un violinista
sin violín y sin arco ante el público.
Las rocas lloran lágrimas saladas,
se varan las algas en las arenas lisas
y se dicen siento mucho los peces lúbricos.
Fuera del agua Miss Braughtigam es incompleta,
porque su elemento es este solo mar de Coconut Island.
Miss Braughtigam se acuna en las aguas;
duerme a la música maternal de las palmas.
En Coconut Island,
cuando el sol se mece en sus hamacas verdes,
Miss Christine Braughtigam,
hija de una isleña negra
y de un viejo pirata de Holanda,
entra a sus verdes potreros atlánticos
a pastorear su rebaño de pulpos y de peces.
Coconut Island,
donde aburro mi destierro frente al Mar Atlántico
mientras arden dátiles y bananos
y cantan los negros sus canciones esclavas,
indiferentes,
entre los cañaverales vibrantes
y el sordo rumor de las aguas.
Bañistas por André Derain