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jueves, 13 de noviembre de 2014

MÁS HUMOR EN LAS "DELICIAS SURREALISTAS"


Este jueves 13 de noviembre a las 20.30h en la librería La Delicia de Leer (C/ Juan Agapito y Revilla, 10, Valladolid), las Delicias Surrealistas vuelven con el humor negro del surrealismo. El piojo eléctrico no tuvo suficiente dosis de escojono y risotada el jueves anterior, y dice que necesita más chute sátiro-orínico para aguantar el invierno que se acerca.

Entretanto, el piojo eléctrico se complace en obsequiarles con este poema:

SER BUENO por Achille Chaveé

Un elefante paseaba por mi cocina
le dije muy cortésmente
no estás aquí en casa de un comerciante
de porcelana
estás en casa del poeta
aprende a conducirte
y desapareció
con prudente delicadeza

Un elefante blanco esta vez
cosa rara
pasea por el corredor
y yo le digo
no estás en casa de un energúmeno
y he aquí que me contesta
perdón señor poeta perdón

Creyendo
que había terminado con los elefantes
voy a mi dormitorio
Por principio
miro debajo de la cama
usted bien sabe qué valor tienen las palabras
una vez más encuentro aquí un elefante

No me enojé
tampoco creí en una broma
le dije
ven a mi cama viejito
ven a dormir conmigo
cada día trae sus problemas
te reconozco los beneficios del derecho de asilo
y entonces me dormí
tranquilamente







viernes, 24 de octubre de 2014

MANIFIESTO CANÍBAL DADÁ por Francis Picabia

[Biografía de Picabia, aquí]

Francis Picabia, un caníbal de la poesía

Son todos ustedes acusados; levántense. El orador no puede hablarles sino están ustedes de pie.

De pie como ante La Marsellesa.
De pie como ante el himno ruso.
De pie como ante el God save the King.
De pie como ante la bandera.
En fin, de pie ante DADÁ, que representa la vida y les acusa a ustedes de querer lo que sea por esnobismo, siempre y cuando cueste caro.

¿Se han sentado todos de nuevo? Tanto mejor, de esta manera podrán escucharme con mayor atención.

¿Qué hacen ustedes aquí, hacinados como ostras serias? Porque ustedes son serios, ¿no es así?

Serios, serios, serios hasta la muerte.

La muerte es cosa seria, ¿eh?

Uno muere como un héroe o como un idiota, que es lo mismo. La única palabra que no es efímera es la palabra muerte. Quieren ustedes la muerte para los otros.

A muerte, a muerte, a muerte.

Sólo el dinero no muere, se va sencillamente de viaje.

Es el Dios, aquel al que se respeta, el personaje serio – dinero respeto de las familias. Honor, honor al dinero: el hombre que tiene dinero es un hombre honorable.

El honor se compra y se vende como el culo. El culo, el culo representa la vida como las patatas fritas, y todos ustedes que son serios, todos ustedes olerán peor que la mierda de vaca.

DADÁ, por su parte, no huele a nada, no es nada, nada, nada.

Es como sus esperanzas: nada.
Como sus paraísos: nada.
Como sus ídolos: nada.
Comos sus políticos: nada.
Como sus héroes: nada.
Como sus artistas: nada.
Como sus religiones: nada.
Silben, griten, rómpanme la jeta, ¿y luego? ¿luego qué? Una vez más diré que son ustedes unos tontos. En tres meses, mis amigos y yo les venderemos nuestros cuadros por algunos francos.

viernes, 17 de octubre de 2014

LOS ELEFANTES SON CONTAGIOSOS. Las delicias del humor surrealista.


El jueves día 30 de octubre en las Delicias Surrealistas el piojo eléctrico inspirará una disertación sobre el humor en el surrealismo. Como heredero del espíritu subversivo de las vanguardias del primer tercio del siglo XX el surrealismo hizo del humor un arma para subvertir la realidad cotidiana, una realidad conservadora y gris que había hecho posible que la sociedad europea se deslizara dócilmente hacia la sangría de la Gran Guerra. El sentido del humor defendido por el surrealismo fue llamado por Breton "humor negro" y a él dedicó una antología, con la cual demostró que dicha interpretación de lo humorístico había sido una constante del arte y la literatura más inconformistas a lo largo de los siglos. El humor negro nace del espíritu lúdico e iconoclasta del surrealismo que experimenta con la unión de realidades lejanas (esa "Unión libre" que exaltó  Breton en un célebre poema) con resultados ora oníricos y deslumbrantes, ora disparatados e irreverentes. Ante todo, en el centro de esta concepción humorística del arte y la literatura está la revalorización del absurdo como antídoto frente a la estrechez de miras del racionalismo burgués y a la esterilidad del arte academicista. Dejemos pues que en la fecha más arriba señalada el piojo eléctrico se ría a mandíbula batiente de lo más sagrado. Emplazamos a todo aquél interesado en el tema a que se pase por la librería La Delicia de Leer (C/ Juan Agapito y Revilla, 10). Se ruega acudir bien provisto de actitud sacrílega.




"Soy capaz de matar a mi padre
si mi padre flotara
y yo necesitara una balsa
con la forma de mi padre
para flotar en las aguas

Soy capaz de matar a mi hermana
si necesitara sangre roja
para pintar su corazón

Soy capaz de matar a mis dos hijos
si hubiera que sustraerlos a la escuela
para que no supieran jamás
la regla de los participios

Soy capaz de matar a Dios
si tuviera que morir
a fin de que me perdone
y de que entienda que matar es tan sólo una costumbre"

"Idea Fija" por André Frederique




[A continuación dejo el texto en el que se apoyó mi disertación:]

LOS ELEFANTES SON CONTAGIOSOS. Surrealismo y humor.

El humor es una de las herramientas que usa el surrealismo para subvertir la realidad cotidiana. No hay nada que soporte menos la sociedad conservadora que el ataque a los dogmas sociales sobre los que se erige. Y eso siempre lo han tenido presente los surrealistas.

El surrealismo es, en este sentido, heredero de las vanguardias, especialmente de Dadá, y es en este punto antirromántico. El romanticismo cultivó lo grandilocuente y lo melodramático y consideró el humorismo en el arte y la literatura como algo menor, algo frívolo y superficial. El surrealismo revalorizó lo humorístico. De ahí que Breton afirmara que una de las cosas que no perdonaba a Rimbaud era su falta de sentido del humor; Rimbaud, en efecto, aunque anunciara en muchas cosas las vanguardias no dejaba de ser un epígono de la ampulosidad del romanticismo. El surrealismo consideró el humor como algo sublime y lo cultivó con pasión gamberra. Gente como Benjamin Peret, Marcel Duchamp, Man Ray, Gisele Prassinos, Leonora Carrington, Louis Aragon, André Frederique, etc. fueron grandes maestros del humor.

El humor del surrealismo no es cualquier humor. Es un tipo de humor que Breton llamó "humour noir" y que no coincide en su traducción exactamente con lo que se venido llamando en español "humor negro". El humor negro al que aludía Breton no se refería al humor que expresamente se burla de ciertos tabúes como la muerte sino un humor que nace de lo aleatorio, del azar, de la unión insólita e inédita entre realidades que habitualmente están alejadas unas de otras. Este proceso se produce en un escenario de total libertad en el que toda mordaza moral o racional ha sido pulverizada. Y es ese elemento lúdico e iconoclasta heredado de Dadá y su gusto por reducir la realidad a recortes de papel, meterlos en una bolsa y extraerlos al azar para re-hacer una realidad distinta, es ese elemento, digo, el que habría que añadirle a la expresión española "humor negro" para que alcance su pleno sentido bretoniano o surrealista.

Otro aspecto que se infiere del carácter fortuito y libre del humor surrealista es la exaltación de “lo absurdo”. Esta exaltación de lo absurdo conecta perfectamente con la exploración surrealista de lo irracional y lo inconsciente. Pero también sirve como antídoto contra la estrechez de miras del racionalismo burgués que se ha arrogado la capacidad de decidor sobre qué es de buen gusto y qué no así como contra la esterilidad del arte academicista con su tendencia al inmovilismo de la reglamentación.

Pero este tipo de humor no es algo nuevo que naciera con Breton y sus teorizaciones artísticas y literarias. Breton se dedicó a recoger textos de diversos autores en diversas lenguas y de diversos siglos (La Antología del humor negro) en los que este humorismo libre e irreverente ha campado por sus fueros. Desde el estrafalario sarcasmo de un Jonathan Swift, hasta la  sacrílega farsa de un Jarry, pasando por la exquisita ironía dandística de un De Quincey. Y aquí habría que mencionar que uno de los precedentes más remotos del humorismo surrealista sin las fatrasies francesas de la Edad Media, unos poemillas que cultivaban el absurdo y el disparate y que a menudo contenían burlas a las autoridades (especialmente al clero) y todo tipo de procacidades, siendo Peret uno de los más influidos por esta vena poética entre los surrealistas franceses. También en esta línea hay que citar las nursery rhymes infantiles en la cultura anglohablante, poemas infantiles en los que el cultivo a ultranza de la rima y la aliteración desemboca en líneas disparatadas y fantásticas. Y aquí habría que recordar que Desnos fue escritor de poemas y cuentos para niños y que buena parte de su obra para adultos tiene una fuerte influencia del cuento infantil tradicional. En concreto cabría citar un célebre poema de Desnos (que fue convertido en canción por Juliette Greco) a una hormiga gigante (“una hormiga de dieciocho metros, con un sombrero en la cabeza, no existe, no existe…”).

Ahora bien ¿cómo crea ese humor libre, aleatorio y disparatado el surrealismo?

a. Unas veces el surrealismo dota de cualidades humanas a objetos, que se mueven e incluso hablan. Pedro Cabrera lo hizo con un albornoz a rayas. O Espinosa con un sombrero abandonado  o un rayo que cae del cielo.

b. Otras veces un animal es el que se comporta como una persona. Esto se puede ver en “El tigre mundano” de Jean Ferry o en “La debutante” de Leonora Carrington, donde un tigre y una hiena respectivamente visten e incluso hablan como seres humanos.

c. A veces es una parte del cuerpo humano la que tiene vida independiente. Así en “El enamorado” de Leonora Carrington encontramos que cuando el protagonista del cuento llama a la puerta de una casa… “Finalmente una vieja cabeza se asomó por la ventana y dijo: “No sé nada. Aquí el patrón es el zorro. Déjeme dormir: usted me fastidia.”

d. También lo escatológico contribuye al humor en el surrealismo pero de una manera distinta a como lo hace en el realismo sucio donde deliberadamente se busca escandalizar al lector, algo que es absolutamente cansino y previsible. En el surrealismo lo escatológico irrumpe por sorpresa y su capacidad de iluminar áreas grotescas de la realidad antes nunca vistas es mucho mayor. Por ejemplo, el poema de Aldo pellegrini “La necesidad de la máquina de calcular” acaba: “…y calcular la distancia del hombre implacable / que se incorpora / para vomitar”. La mención del vómito surge aquí por sorpresa y contrasta con el tono grave y sentencioso del poema.

e. Imitación del lenguaje infantil también pone una nota de humor tierno en algunos poemas surrealista. Se puede citar como ejemplo el poema de Eluard “La costumbre”, en el que se lee: “Todas mis amiguitas son jibosas/ Ellas aman a su madre / Todos mis animales son obligatorios / tienen patas de mueble / y manos de ventana”. Aquí se pueden apreciar las referencias a los disparatados e imaginativos dibujos infantiles que son la base del juego de imágenes (verbales o pictóricas) de lo que los surrealistas llamaron cadáver exquisito.

f. A veces el humorismo surge de dar la vuelta al lenguaje cotidiano, especialmente en su versión más sentenciosa y moralista, como los refranes. Con ello el surrealismo se ríe del uso conservador al que se somete al lenguaje y reafirma su gusto por lo lúdico y lo aleatorio. Una muestra de ello son los Proverbios modernizados escritos por Paul Eluard y Benjamin Peret, en el que encontramos sentencias tan poco sentenciosas y tan fortuitas como  “Los elefantes son contagiosos” o “rascar a la vecina no da flores en mayo”. Unas veces, la huida de toda moralidad cae en lo hilarantemente tautológico. “A toneles pequeños, toneles pequeños” (Si el lector esperaba una moraleja al final de la frase se habrá quedado con un palmo de narices.) Otras veces el resultado es totalmente sacrílego, transgresor y pulverizador de dogmas: “Hay que pegarle a la madre mientras es joven” o “Piel que se descama va al cielo”.

g. También genera efectos humorísticos (incluso también transgresores en ocasiones) el juego permutativo de palabras.  Buen ejemplo de ello es el poema “Nacimientos” del gran poeta del humor André Frederique :

“Dos hombres del Tíbet y una mujer de religión
dan nacimiento a un niño muerto con marcas de lepra
/…/
Un hombre de carbón y una mujer de rábano
no dan nacimiento a ningún niño
/…/
Un hombre de ley y una mujer que cumple su deber
dan nacimiento a cinco agentes de la policía especial
/…/
Un hombre muerto y una mujer médica
dan nacimiento a una barba o una mandíbula”

h. Asimismo el humor surge cuando en el texto surrealista hay una fijación por objetos o seres insignificantes y marginales. Ya en el gran obra precursora del surrealismo, los Cantos de Maldoror,  vemos que Lautreamont no para de hacer referencias a animales repugnantes (piojos, sanguijuelas, sapos, etc.) a lo largo del libro. Marcel Duchamp fue más allá aún y llegó a proponer un transformador destinado a utilizar las pequeñas energías desperdiciadas de realidades tan insignificantemente cotidianas y hasta vulgares como “la exhalación del humor de tabaco / el crecimiento de cabellos, pelos y uñas / la caída de la orina y de los excrementos / … / el desperezarse, el bostezo, el estornudo / el esputo ordinario y el sanguinolento / los vómitos / la eyaculación / … / el ruido al sonarse, el ronquido / … /”.

Para acabar habría que mencionar que algunos de los surrealistas consagraron buena parte, no solo de su obra sino también su vida, al humor. Así Peret escribió buena parte de su obra poética bajo el influjo del humor más sacrílego, especialmente Je ne mange pas de ce pain-la y participó en toda suerte de juegos y happenings callejeros tan provocadores como el consistente en esconderse tras una esquina, esperar a que pase un clérigo y salirle al paso insultándole; paralelamente alguien fotografiaaba el rostro de pánico del cura. O también Marcel Duchamp, quien de hecho se vestía de mujer y se hacía llamar Rrose Selavy. O también Man Ray, creador de artilugios (ready-made) tan poco prácticos como una plancha con clavos, una manera de burlarse del utilitarismo burgués y su proyección en el arte. 

martes, 25 de febrero de 2014

IDEA FIJA por André Frédérique

[Biografía de André Frédérique aquí]

Soy capaz de matar a mi padre
si mi padre flotara
y yo necesitara una balsa
con la forma de mi padre
para flotar en las aguas

Soy capaz de matar a mi hermana
si necesitara sangre roja
para pintar su corazón

Soy capaz de matar a mis dos hijos
si hubiera que sustraerlos a la escuela
para que no supieran jamás
la regla de los participios

Soy capaz de matar a Dios
si tuviera que morir
a fin de que me perdone
y de que entienda que matar es tan sólo una costumbre



Óleo de Francis Bacon

viernes, 29 de junio de 2012

DOS CARTAS de Jacques Vaché


[Jacques Vaché: Poesía marcial

por José Abdón Flores
Milenio, 01/12/2008


El siempre litigante Roberto Bolaño, cuando buscaba resaltar el conveniente olvido del establishment o su pasiva ignorancia, mencionaba a Jacques Vaché (1896-1919). “¡No han leído a Jacques Vaché…!”, era el inicio de una retahíla de nombres que el gran lector que fue Bolaño lanzaba ya fuera como admonición o como publicidad última. A decir verdad, ni siquiera en Nantes, ciudad natal de Vaché, la gente guarda algún recuerdo de quien en buena medida influyó para que Breton planteara el surrealismo.

Jacques Vaché —y aquí hay que acudir al cliché, lo que no hará honor a sus escritos—era un personaje. Él y Breton se conocieron en 1916 en el Centro de Neurología de Nantes; el primero estaba ahí para curarse una herida, el segundo era internista. Mientras convalecía, Vaché pasaba el tiempo elaborando curiosas postales para las que concebía leyendas insólitas. Y cuando Breton —a quien llamaba “le pohète”— se acercaba, entonces hablaban de Rimbaud (a quien detestaba), de Jarry (a quien admiraba) y de Apollinaire (a quien ni siquiera conocía). Apenas recuperado Vaché se hizo estibador, si bien pasaba la mayor parte del tiempo deambulando por los muelles vestido ya fuera de teniente de húsares, de aviador o de médico…. Célebre es su happening, por llamarlo de algún modo, del 24 de junio de 1917, cuando uniformado de oficial inglés amenazó con disparar al público que asistía a una premier de Apollinaire por considerarla demasiado artística. Breton acuñaría la ejecución de este suceso como el acto surrealista por excelencia.

Su obra es por demás singular y consta de una serie de misivas, las cartas de guerra, que Vaché dirigía a sus amigos del grupo de Nantes. Las escribía desde el frente, cartas lúdicas que hablan de manera casual y cínica de la situación bélica, y que además guardan más un ritmo poético que uno narrativo.

En mayo de 1916, el ejército francés lo movilizó como intérprete para las tropas británicas. Así lo refiere a Breton:

"Cher ami, J’ai disparu de la circulation nantaise brusquement et m’en excuse —Mais M. le Ministère de la Guerre (comme ils disent)— a trouvé indispensable ma présence au front dans un délai très bref… et j’ai dû m’executer.

Je suis attaché en qualité d’Interprète aux troupes britanniques. —Situation assez aceptable en ce temps de guerre, étant traité comme officier"

Leyendo las cartas de Vaché uno diría que fue a la guerra a divertirse y nada más. El mismo Breton admira esa suerte de radicalismo y cultivado desinterés total; escribirá que “su sentido de la inutilidad teatral (y sin gozo) de todo” fue una de las primeras manifestaciones del surrealismo. De igual modo, refiere que de no haberlo conocido él habría sido tan sólo un poeta, pues lo llevó a comprender lo absurdo de la palabra vocación.

El 6 de enero de 1919, aún movilizado, Jacques Vaché murió en un hotel de Nantes debido a una sobredosis de opio. Sus cartas serían compiladas y editadas por Breton.]



Al señor Louis Aragon

Querido amigo y Mistificador


Recibí inmediatamente su carta datada el 9 de julio y sus poemas. Estoy en prisión, naturalmente, y poco apto sin embargo para expresarme acerca de los fragmentos visibles de su obra: ¿podría excusarme?


Me contento con vivir beatíficamente a la manera de los aparadores panorámicos 13 x 18=. Es un modo como cualquier otro de esperar el fin. Mantengo las fuerzas y me reservo para las cosas futuras. ¡Cual bello desorden, vea usted, será este porvenir y como podrá matarlo del mundo!… Ya lo experimenté también para no perder la costumbre, ¿no es así?—mas debo conservar mis jubilaciones íntimas, porque los comisarios del Cardenal de Richelieu…


Ya le había dicho que este pobre G. Apollinaire escribió, hacia el final, dentro de la “Bayonnette”—todavía un no sé qué “colgado a la españoleta de la ventana” mas él era ya un teniente trepanado, y ciertamente condecorado.— Well.


En él se reconocerá a nuestro precursor—nosotros no nos opondremos.


Hay sobre todo moscas plenas de sol y escudillas dudosas zumbantes—Necesitaré unos buenos trajes de jerga verde-aqua.y un chaleco blanco de cantinero— y sus mujeres en el disolvente olor de la ropa sucia perfumada…


¿Y usted, querido amigo?




J.T.H.




Elasticum de Raoul Hausmann (1920) 


***



26 noviembre 18


¡Blanca acetileno!

 ¡Todos ustedes! — Mis bellos whiskys — Mi horrible mezcla fluida y amarilla — Frasco de farmacia — Mi chartreuse verde — Citrino — Rosa emocionada de Cártamo.

¡Humeante!


Angostura — Nuez vomitiva y la incertidumbre de los jarabes — Soy un mosaiquista.


… “Say, Walter — you are a damn’ fraud, you are”. Veo el absceso sangrante de su  almeja; su ojo ahogado me mira como una pieza anatómica; el cantinero puede ser que también me mire, bolsas bajo los globos oculares, ladera la irisada, en mantel, dentro del arco iris.


OR


El hombre con cabeza de pescado muerto deja toma su cigarro mojado. ¡Su chaleco escocés!


El oficial ornado de cruz — la mujer blanda polvosa blanca bosteza, bosteza, y chupa una loción capilar — (así es por el amor.).


“sus criaturas danzan durante nueve horas, monsieur”.— como su dedo está grasiento (así es por el erotismo, vea usted)


Alcoholes que serpenteantes, azuleantes, somnolientos, descendentes, rodantes, apagantes.


¡Flameado!


¡¡MI APOPLEJÍA!!


N.B. Las leyes, de todos modos, se oponen al homicidio voluntario.


(Traducido del francés por Mario Bojórquez para la revista Círculo de Poesía)

lunes, 30 de abril de 2012

NACIMIENTOS por André Frederique


[Nació en Nanterre el 27 de febrero de 1915. Se suicidó en París el 23 de mayo de 1957. Farmacéutico de profesión. abandonó su farmacia al estallar la guerra. Después de la liberación volvió a París donde se dedicó al periodismo (trabajó en la revista "Paris-Match") y a escribir sketchs para la radio.

Aunque no mantuvo una militancia activa en el surrealismo, colaboró en varias revistas de tendencia surrealista ("Les quatre Vents", "Vrille", etc.) y en el Catálogo de la Exposición Surrealista de 1947.

(Extraído de la Antología de la Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini)]



Un hombre de tierra y una mujer de hierro
dan nacimiento a un niño de porcelana
Un hombre de mar y una mujer de fuego
dan nacimiento a un niño de los trópicos
Un hombre de acción y una mujer de terciopelo
dan nacimiento a un niño con piel de castor
Un hombre de sombra y una mujer de honor
dan nacimiento a un niño del diablo andaluz
Un hombre de presidio y una mujer de arrabales
dan nacimiento a un perro de pelo duro
Un hombre de mundo y una mujer del más allá
dan nacimiento a un niño delicado
Un hombre de bronce y una mujer de esponja
dan nacimiento a un niño de salame
Dos hombres del Tíbet y una mujer de religión
dan nacimiento a un niño muerto con marcas de lepra
Un hombre de albúmina y una mujer de encaje
dan nacimiento a un niño de las catacumbas
Un hombre de carbón y una mujer de rábano
no dan nacimiento a ningún niño
Un hombre de ley y una mujer que cumple su deber
dan nacimiento a cinco agentes de la policía especial
Un hombre de cianuro y una mujer de mercurio
dan nacimiento a un niño de hidrargirio
Un hombre muerto y una mujer médica
dan nacimiento a una barba o una mandíbula




André Frederique por Gustav Singier

lunes, 17 de octubre de 2011

ESPANTAPÁJAROS (fragmento) por Oliverio Girondo

[Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1891, en el seno de una familia adinerada que le procuró una esmerada educación en importantes centros educativos europeos.Estudió Derecho, y muy pronto, a raíz de sus contactos con los poetas exponentes de la vanguardia europea, publicó en 1922 su primer libro de poemas, «Veinte poemas para ser leídos en el tranvía», seguidos luego por«Calcomanías» en 1925, «Espantapájaros» en 1932, «Persuasión de los días» en 1942, «Campo nuestro» en 1946 y «En la masmédula» en 1954, obra que constituye en su trabajo más audaz en el campo de la poesía. Al iniciarse la década de los años cincuenta, guiado por su interés en las artes plásticas, incursionó en la pintura con una marcada tendencia surrealista, gracias a su profundo conocimiento de la pintura francesa. En 1961 sufrió un grave accidente que le disminuyó sus condiciones físicas. En 1965 viajó por última vez a Europa y a su regreso a Buenos Aires, falleció en 1967.

(Extraído de A media voz)]




Mis nervios desafinan con la misma frecuencia que mis primas. Si por casualidad, cuando me acuesto, dejo de atarme a los barrotes de la cama, a los quince minutos me despierto, indefectiblemente, sobre el techo de mi ropero. En ese cuarto de hora, sin embargo, he tenido tiempo de estrangular a mis hermanos, de arrojarme a algún precipicio y de quedar colgado de las ramas de un espinillo.


Mi digestión inventa una cantidad de crustáceos, que se entretienen en perforarme el intestino. Desde la infancia, necesito que me desabrochen los tiradores, antes de sentarme en alguna parte, y es rarísimo que pueda sonarme la nariz sin encontrar en el pañuelo un cadáver de cucaracha.

Todavía, cuando llovizna, me duele la pierna que me amputaron hace tres años. Mi riñón derecho es un maní. Mi riñón izquierdo se encuentra en el museo de la Facultad de Medicina. Soy poliglota y tartamudo. He perdido, a la lotería, hasta las uñas de los pies, y en el instante de firmar mi acta matrimonial, me di cuenta que me había casado con una cacatúa.

Las márgenes de los libros no son capaces de encauzar mi aburrimiento y mi dolor. Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro. Me repugna el bostezo de las camas deshechas, no siento ninguna propensión por empollarle los senos a las mujeres y me enferma que los boticarios se equivoquen con tan poca frecuencia en los preparados de estricnina.

En estas condiciones, creo sinceramente que lo mejor es tragarse una cápsula de dinamita y encender, con toda tranquilidad, un cigarrillo.


Caricatura de Oliverio Girondo.

lunes, 23 de mayo de 2011

EL CUBILETE DE DADOS (fragmentos) por Max Jacob


[Max Jacob. (Quimper, Bretaña, 11 de julio de 1876 - † Campo de concentración de Drancy, 5 de marzo de 1944). Escritor, poeta, dramaturgo y pintor francés.

Amigo de Pablo Picasso, dejó sus estudios para seguir a los cubistas que se instalaron en Montmartre, París, donde conoció, entre otros, a Apollinaire, Modigliani y Juan Gris. Su producción inicial fue frenética, aunque no se conservan muchos de sus primeros escritos. Su obra Saint Matorel, de 1909, constituye su primera gran creación literaria en el terreno de la novela mística. Su éxito fue acompañado de diversas incursiones en el neoimpresionismo en la pintura, y el surrealismo y el dadaísmo en la literatura. Su obra más importante La siège de Jerusalem fue publicada en 1914, coincidiendo con su conversión al catolicismo.

Otras obras importantes fueron Le cornet à dés (El cubilete de dados, colección de poemas en prosa), La defensa de Tartufo (1919) y Le nom (1926). De origen judío, la Segunda Guerra Mundial le cogió en Saint-Benoit, donde fue apresado y dirigido al campo de concentración de Drancy, en el que murió en 1944.

(Extraído de Wikipedia)]



¡FALSAS NOTICIAS! ¡FOSOS NUEVOS!*

En la Opera, durante una representación de "Para la Corona", cuando Desdémona canta: "Mi padre está en Goritz y mi corazón en París" se ha escuchado un tiro en un palco de la quinta galería, después otro en las butacas, e, instantáneamente, se han desenrollado escalas de cuerda. Un hombre ha querido descender de los tejados pero una bala lo ha detenido a la altura del balcón. Todos los espectadores estaban armados y entonces se ha encontrado con que la sala sólo estaba llena de de... y de... Luego se han realizado asesinatos de los vecinos, arrojando petróleo inflamado. Ha habido asaltos en las butacas, en el proscenio, entre bastidores y esta batalla ha durado dieciocho días. Quizá se haya abastecido a los dos campos, no lo sé, pero lo que puedo asegurar es que los periodistas han venido para un espectáculo tan horrible. Uno de ellos estando sufriendo ha enviado a su madre y ésta se ha interesado mucho por la sangre fría de un elegante joven francés que ha pasado dieciocho días en el proscenio sin tomar nada más que un poco de caldo. Este episodio de la guerra de los Balcones ha contribuido mucho a los alistamientos voluntarios en provincias. Y al borde de mi acera, bajo mis árboles, yo he visto a tres hermanos con uniformes completamente nuevos que se han abrazado con los ojos secos, mientras que sus familias buscaban mallas en los armarios de las bohardillas.


EL SOMBRERO DE PAJA DE ITALIA

En el sitio donde Argel hace presentir Constantinopla, las charreteras de oro no fueron otra cosa que ramas de acacia, o recíprocamente. Están de moda los racimos de uvas de celuloide que llevan como joyas las señoras a todas partes. Un caballo, que había comido los pendientes de las orejas de una de mis bellas amigas, ha muerto envenenado pues el carmín de su hocico y la fuscina del jugo de la parra componen un veneno mortal.

Peso: 12, 5.

Densidad: 4.

Atmósfera ambiente: 2, 75.

Dedicatoria: A la señora Marquesa de M...

Color: Castaño.

Forma: En volutas.


Max Jacob retratado por Modigliani.

LA NOVELA

Yo no he tenido nunca más que un cuartito bajo y burgués para mí: dos pequeñas ventanas en Quimper que daban a un balconcito. Al volver del colegio allí estaban nuestras miradas. Un día, para vengarse de alguna broma, arrojaron por la ventana tinta sobre mi abrigo. ¡Qué maldad! ¡Eran perlas violetas! Agarré el puño culpable y saqué afuera la mano de una mujer con peinador. Esta mujer debía un día ser la mía.



NOVELA FOLLETIN

Ante el hotel de Chartres de detuvo un automóvil. Averiguar quién era el ocupante, si era Toto o si era Totel, eso es lo que querríais saber, pero no lo averiguaréis nunca... nunca... Las visitas de los parisienses han favorecido mucho a los hoteleros de Chartres, pero la asiduidad de estos últimos ha perjudicado a los parisienses por varias razones. Un criado del hotel agarró las botas del dueño del auto para sacarles brillo, pero las limpió mal porque la abundancia de autos en los hoteles impedía tomar las disposiciones necesarias para una buena limpieza del calzado: afortunadamente, la misma abundancia impidió a nuestro héroe darse cuenta de que sus botas estaban mal lustradas. ¿Qué venía a hacer nuestro héroe en esta antigua ciudad de Chartres, sobradamente conocida? Venía a buscar médico porque no hay bastantes en París, en relación con el número de enfermedades.


EL CISNE

El cisne se caza en Alemania, patria de Lohengrin. Sirve de marca a un cuello postizo en los urinarios. Sobre los lagos se le confunde con las flores y su forma de barco produce admiración. Además se le estrangula sin piedad para hacerle cantar. La pintura utilizaría gustosa el cisne, pero carecemos de pintura. Cuando tiene tiempo de metamorfosearse en mujer antes de morir, su carne es menos dura que en el caso contrario: los cazadores estímanle entonces con preferencia. Bajo el nombre de patos del norte los cisne sirven para formar el edredón. Y se llaman hombres cisnes u hombres insignes a aquellos que tienen el cuello largo como Fenelón, cisne de Cambrai. Etc.


NOVELA DE AVENTURAS

¡Entonces es verdad! ¡Heme aquí como Filóctetes, abandonado por el barco sobre una roca desconocida, porque tengo herido un pie! La desgracia es que mi pantalón me fue arrebatado por el mar. Según informes, no estoy en otro lugar sino sobre la ribera de la púdica Inglaterra. "No tardará en encontrar un policía". Y esto es lo que sucedió. Hablaba francés y me dijo en mi lengua: "¿No me reconoce usted, soy el marido de su criada inglesa?". Llevaba una razón que no le admití: y es que nunca he tenido una criada inglesa. Me condujo a una ciudad próxima, ocultando mi desnudez tal como pudo, y desde allí a casa de un sastre. Y como yo quisiese pagar: "Inútil, -me dijo-, fondos secretos de la policía" o "de la cortesía", pues no he comprendido muy bien la palabra.


Caligrama de Max Jacob


EN BUSCA DE UNA POSICION SOCIAL

A pesar de los brazos en los hombros, los luises de oro y los billetes de banco que se arrojan a las jóvenes, éstas llevan sus chalecos protegidos por revólveres fortificados. Jerónimo Paturot renunció a la vida de café, empezó su intimidad, era el mismo Mac... Ferlán. Fundó una banca, sociedad anónima por acciones para la compra y distribución de las obras del Greco a los accionistas, pero se le demostró que los cuadros tienen un curso muy variable. Hay días en los que un Rafael no valdría treinta céntimos.

Entonces se hizo redactor de catálogos para casas de modas; mas para ello hubiera precisado conocer la literatura, pues debe formarse la biblioteca de nuestros elegantes. ¡Al fin se hubiese convertido en comerciante de las cuatro estaciones, pero no tenemos estaciones!


ESTALLIDO DEL GRAN CORDON

El entierro habíase efectuado ya la víspera, pero fue necesario recomenzar, por un error de trayecto. En la calle Real otro accidente: se desprendió una rueda del coche de muerto. Se utilizó al maestro de ceremonias. Tomó las coronas en la misma mano que su bastón. Una de ellas decía: "Cátulo Mendis, mi maestro". Otra: "Al amigo joven demasiado discreto que no quiso nunca confiarnos sus miserias".

Y la jovencita que le había cuidado tanto, lloraba, lloraba caudalosamente con la nuca rubia entre los velos. Mas, por la tarde, fue preciso que marchase a representar en la comedia de la Puerta San Martín: a la máscara egipcia, despellejada en la barba ella prefirió esta barba y estos cabellos de meridional, pero la barba se prendió fuego y estalló el gran cordón.


CINEMATOGRAFÍA

Una familia de provincia en un coche: es algo raro que las dos criadas vayan en la capota, las trasladan después al pescante y por último a la bigotera donde se duermen. Durante este tiempo dos ladrones han subido a la capota y se entregan a excentricidades. Ponen orejas de cartón a todos los durmientes y a la mañana siguiente, el señor, la señora y las criadas no se conocen.


DESENREDO

La humareda del barco de vapor oscurecía el cielo y ocultaba el sol.

Semejante a Santa Ana, una mujer, al pie de la chimenea, se moría, erguida sobre las tocas blancas de monja. Su cara, como el papel, estaba surcada por las arrugas de la ironía y el dolor. ¡Oh, Santa Ana, intentad sonreíd! Ved aquí a vuestro hijo monseñor el Duque de Orleans. Es él mismo, que ha sido vuelto a apresar por el pirata mejicano del traje estepario.

¡Fuma, fuma, barco de vapor, oscurece la luz del sol!

Monseñor el Duque de Orleans bizca un ojo, su ojo blanco; tiene un cuello postizo a la moda de 1885, una gran levita y los cabellos alborotados. Monseñor el Duque de Orleans tiende a Santa Ana un papel cubierto de líneas a lápiz.

"Reconozco por hijo mío, etc..."; y el papel está borroso, y el pirata pasea en torno a un sombrero de teatro.


LOS DOS PUBLICOS DE SELECCIÓN

El día de la gran carrera hípica, la reina madre llevaba medias de terciopelo azul. Cerca de una barrera, se aproximó la amante del rey: "Príncipe, le dijo, esta mujer no es nuestra madre; usurpa las prerrogativas del trono". El rey hizo en un largo discurso el elogio de la prostitución, y se casó con su amante, una prostituta. Un doméstico de lente, que dormía en la cocina sobre un hornillo de porcelana decorada, se alegró de este matrimonio. ¿Qué opina el público distinguido? El público de los estrenos ha encontrado demasiado largo el discurso sobre la prostitución, que el otro público de selección ha aplaudido mucho.


CUENTO

En el valle tan luminoso, quisiera cantar los roquedos de conos sucesivos, los árboles tan claros y el perfil de la ogresa cuyos aretes de las orejas formaban la escalera exterior del castillo. Esta hubiese devorado el caballero negro que era la cadena del prisionero, sujeta a la cola negra del caballo. Temía que la cadena le hiriese los dientes y se contentó con la primera rata a su alcance.


[*En el original en francés se da un juego de fónico entre "fausses nouvelles" y "nouvelles fosses" intraductible en español]

lunes, 11 de abril de 2011

PROVERBIOS MODERNIZADOS por Paul Eluard y Benjamín Péret


[Seudónimo de Eugène Grindel, poeta francés nacido en Saint-Denis el 14 de diciembre de 1895. A la edad de dieciséis años suspendió estudios para recibir tratamiento durante dieciocho meses en un sanatorio suizo. En 1920, después de participar en la I Guerra Mundial, inició una fulgurante carrera literaria uniéndose a Breton, Soupault y Aragon, con quienes impulsó el movimiento surrealista, convirtiéndose en uno de sus más importantes figuras. En 1927, invitado por Salvador Dalí, viajó a Cadaqués junto a su esposa Helena Diakonova (Gala), quien luego lo abandonó para unirse al pintor. Durante la ocupación alemana en Francia, alejado del surrealismo y militando ya en el comunismo, se convirtió en uno de los escritores más relevantes de la resistencia. Entre sus obras más importantes merecen destacarse: "Capital del dolor" en 1926, "La Inmaculada Concepción", escrito con Breton en1930, "Poesía y verdad" en 1942, "Lección de moral" en 1950, y "Los senderos y los caminos de la poesía" en 1952. Falleció en Charenton-le-Pont en noviembre de 1952.

(Extraído de
A media voz)

Biografía de Benjamin Péret: aquí]




Los elefantes son contagiosos.

Es necesario devolver a la paja lo que pertenece a la viga.

Sueño que canta hace temblar a las sombras.

A toneles pequeños, toneles pequeños.

Los grandes pájaros hacen las pequeñas persianas.

Enjuagar el árbol.

No hace falta coser los animales.

Hay que pegarle a la madre mientras es joven.

Carne fría no apaga el fuego.

Piel que se descama va al cielo.

Un lobo hace dos rostros hermosos.

Rascar a la vecina no da flores en mayo.

No es rosa todo lo que vuela.

Los pelos caídos no vuelven a crecer gratis.

Aplastar dos adoquines con la misma mosca.

Matar nunca es robar.

Un sueño sin estrellas es un sueño olvidado.




"Teléfono langosta" por Salvador Dalí

martes, 8 de febrero de 2011

UNA MODESTA PROPOSICIÓN PARA PREVENIR QUE LOS NIÑOS DE LOS POBRES DE IRLANDA SEAN UNA CARGA PARA SUS PADRES O EL PAÍS... por Jonathan Swift


[Escritor político y satírico anglo-irlandés, considerado uno de los maestros de la prosa en inglés y de los más apasionados satirizadores de la locura y la arrogancia humanas. Sus numerosos escritos políticos, textos en prosa, cartas y poemas tienen como característica común el uso de un lenguaje efectivo y económico. Nacido en Dublín el 30 de noviembre de 1667, estudió en el Trinity College de dicha ciudad. Obtuvo un empleo en Inglaterra como secretario del diplomático y escritor William Temple, pariente lejano de su madre. Las relaciones con su patrón no fueron especialmente cordiales y, en 1694, el joven Jonathan regresó a Irlanda, donde se ordenó sacerdote. Tras la reconciliación con Temple, volvió a su servicio en 1696. Supervisó la educación de Esther Johnson, hija de la recién enviudada hermana de Temple, y permaneció con el caballero hasta su muerte, en 1699. Durante ese tiempo, Swift, aunque tuvo frecuentes discusiones con su patrón, dispuso de gran cantidad de tiempo para la lectura y la escritura.

Entre sus primeros trabajos en prosa se encuentra La batalla entre los libros antiguos y modernos (1697), una mofa de las discusiones literarias del momento, que trataban de valorar si eran mejores las obras de la antigüedad o las modernas. En esta obra suya, el autor irlandés se puso de parte de los maestros antiguos y, con gran mordacidad, atacó la pedantería y el espíritu escolástico de los escritores de su tiempo. Su Historia de una bañera (1704) es el más divertido y original de sus escritos satíricos. En él, Swift ridiculizó con soberbia ironía varias formas de pedantería y pretenciosidad, especialmente en los terrenos de la religión y la literatura. Este libro despertó serias dudas sobre la ortodoxia religiosa de su autor, y se cree que, a causa del enfado que produjo en la reina Ana Estuardo, perdió sus prerrogativas dentro de la iglesia de Inglaterra. Aunque en teoría era un whig, Swift mantenía importantes diferencias de criterio con sus compañeros de partido. En 1710, subió al poder en Inglaterra el partido tory, y el inconformista autor irlandés se pasó rápidamente a sus filas. Comenzó a dirigir entonces sus ataques contra los whigs, a través de una serie de brillantes textos cortos, asumió la dirección del Examiner, el órgano informativo de los tories, y publicó una gran cantidad de panfletos, en los que defendía abiertamente la política social del gobierno tory. De entre esos textos, el más elocuente e influyente fue El comportamiento de los aliados (1711), en el cual afirmaba que los whigs habían prolongado la Guerra de Sucesión española mirando sólo a sus propios intereses. Este panfleto fue la causa de la dimisión de John Churchill, primer duque de Malborough, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas británicas.

Swift comenzó sus Cartas a Stella en 1710. Stella era el nombre que él utilizaba para dirigirse a Esther Johnson, quien por entonces vivía en Dublín. Esta serie de cartas íntimas, en las que aparecen numerosos vocablos propios del lenguaje infantil, revelan un curioso aspecto de la enigmática personalidad del satirista irlandés. Los especialistas no tienen muy claro cuál era el tipo de relación que existía entre tutor y alumna. Es posible incluso que se hubieran casado en secreto. La otra mujer de la que se tiene noticia en la vida de Swift fue Esther Vanhomrigh, también alumna suya, hija de un comerciante de Dublín de origen holandés, y a la que él llamaba Vanessa, se enamoró perdidamente de su tutor, pero él no correspondió nunca a ese amor. En 1717, fue nombrado deán de la catedral de San Patricio de Dublín. Al año siguiente, el partido tory perdió el poder, y su influencia política desapareció por completo. Entre 1724 y 1725 publicó anónimamente Cartas de Drapier, una serie de apasionados y efectivos panfletos en los que intentaba defender la validez de la moneda irlandesa, y que ocasionaron el fin del permiso otorgado por la corona a un comerciante inglés para acuñar monedas en Irlanda. Por esta y otras obras en las que apoyaba las reivindicaciones de su pueblo, se convirtió en un héroe entre los nacionalistas irlandeses. Una humilde propuesta (1729), uno de estos textos reivindicativos, incluye una propuesta especialmente irónica, la de que los niños irlandeses pobres podían ser vendidos como carne para mejorar la dieta de los ricos, pues con ello se beneficiarían todos los sectores sociales.

La obra maestra de Swift, Viajes a varios lugares remotos del planeta, titulada popularmente Los viajes de Gulliver, fue publicada como anónimo en 1726 y obtuvo un éxito inmediato. A pesar de que fue concebida originalmente como una sátira, un ataque ácido y alegórico contra la vanidad y la hipocresía de las cortes, los hombres de estado y los partidos políticos de su tiempo, el autor fue añadiendo, durante los seis años que tardó en escribirla, desgarradas reflexiones acerca de la naturaleza humana. Los viajes de Gulliver es, por tanto, una obra salvajemente amarga y, en ocasiones, indecente, una desabrida burla a la sociedad inglesa de su tiempo y por extensión al género humano. Aún así, es una narración tan imaginativa, ingeniosa y sencilla de leer, que el primer libro ha permanecido como un clásico de la literatura infantil. El cuarto libro, Gulliver en el país de los Huim suele eliminarse de muchas ediciones juveniles por su excesiva mordacidad, ya que en el fondo lo que está planteando Swift es que la compañía de los animales —de los caballos, concretamente— es preferible y más estimulante que la de muchos humanos. Sus últimos años, tras las muertes de Stella y Vanessa, se caracterizaron por una creciente soledad y asomos de demencia. Sufrió frecuentes ataques de vértigo y, tras un largo periodo de decadencia mental, murió, el 19 de octubre de 1745. Fue enterrado en la catedral de la que había sido deán, junto al sepulcro de Stella. Su epitafio, escrito por él mismo en latín, reza: "Aquí yace el cuerpo de Jonathan Swift, D., deán de esta catedral, en un lugar en que la ardiente indignación no puede ya lacerar su corazón. Ve, viajero, e intenta imitar a un hombre que fue un irreductible defensor de la libertad."]


(Extraído de valdeperrillos.com)



Epitafio en el lugar donde está enterrado Swift


Una modesta proposición para prevenir que los niños de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o el país y para hacerlos útiles al público


Es un asunto melancólico para quienes pasean por esta gran ciudad o viajan por el campo, ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos del sexo femenino, seguidos de tres, cuatro o seis niños, todos en harapos e importunando a cada viajero por una limosna. Esas madres, en vez de hallarse en condiciones de trabajar para ganarse la vida honestamente, se ven obligadas a perder su tiempo en la vagancia, mendigando el sustento de sus desvalidos infantes: quienes, apenas crecen, se hacen ladrones por falta de trabajo, o abandonan su querido país natal para luchar por el Pretendiente en España, o se venden a sí mismos en las Barbados.

Creo que todos los partidos están de acuerdo en que este número prodigioso de niños en los brazos, sobre las espaldas o a los talones de sus madres, y frecuentemente de sus padres, resulta en el deplorable estado actual del Reino un perjuicio adicional muy grande; y por lo tanto, quienquiera que encontrase un método razonable, económico y fácil para hacer de ellos miembros cabales y útiles del estado, merecería tanto agradecimiento del público como para tener instalada su estatua como protector de la Nación.

Pero mi intención está muy lejos de limitarse a proveer solamente por los niños de los mendigos declarados: es de alcance mucho mayor y tendrá en cuenta el número total de infantes de cierta edad nacidos de padres que de hecho son tan poco capaces de mantenerlos como los que solicitan nuestra caridad en las calles.

Por mi parte, habiendo volcado mis pensamientos durante muchos años sobre este importante asunto, y sopesado maduradamente los diversos planes de otros proyectistas, siempre los he encontrado groseramente equivocados en su cálculo. Es cierto que un niño recién nacido puede ser mantenido durante un año solar por la leche materna y poco alimento más; a lo sumo por un valor no mayor de dos chelines o su equivalente en mendrugos, que la madre puede conseguir ciertamente mediante su legítima ocupación de mendigar. Y es exactamente al año de edad que yo propongo que nos ocupemos de ellos de manera tal que en lugar de constituir una carga para sus padres o la parroquia, o de carecer de comida y vestido por el resto de sus vidas, contribuirán por el contrario a la alimentación, y en parte a la vestimenta, de muchos miles.

Hay además otra gran ventaja en mi plan, que evitará esos abortos voluntarios y esa práctica horrenda, ¡cielos!, ¡demasiado frecuente entre nosotros!, de mujeres que asesinan a sus hijos bastardos, sacrificando a los pobres bebés inocentes, no sé si más por evitar los gastos que la vergüenza, lo cual arrancaría las lágrimas y la piedad del pecho más salvaje e inhumano.

El número de almas en este reino se estima usualmente en un millón y medio, de éstas calculo que puede haber aproximadamente doscientas mil parejas cuyas mujeres son fecundas; de ese número resto treinta mil parejas capaces de mantener a sus hijos, aunque entiendo que puede no haber tantas bajo las actuales angustias del reino; pero suponiéndolo así, quedarán ciento setenta mil parideras. Resto nuevamente cincuenta mil por las mujeres que abortan, o cuyos hijos mueren por accidente o enfermedad antes de cumplir el año. Quedan sólo ciento veinte mil hijos de padres pobres nacidos anualmente: la cuestión es entonces, cómo se educará y sostendrá a esta cantidad, lo cual, como ya he dicho, es completamente imposible, en el actual estado de cosas, mediante los métodos hasta ahora propuestos. Porque no podemos emplearlos ni en la artesanía ni en la agricultura; ni construimos casas (quiero decir en el campo) ni cultivamos la tierra: raramente pueden ganarse la vida mediante el robo antes de los seis años, excepto cuando están precozmente dotados, aunque confieso que aprenden los rudimentos mucho antes, época durante la cual sólo pueden considerarse aficionados, según me ha informado un caballero del condado de Cavan, quien me aseguró que nunca supo de más de uno o dos casos bajo la edad de seis, ni siquiera en una parte del reino tan renombrada por la más pronta competencia en ese arte.

Me aseguran nuestros comerciantes que un muchacho o muchacha no es mercancía vendible antes de los doce años; e incluso cuando llegan a esta edad no producirán más de tres libras o tres libras y media corona como máximo en la transacción; lo que ni siquiera puede compensar a los padres o al reino el gasto en nutrición y harapos, que habrá sido al menos de cuatro veces ese valor.

Propondré ahora por lo tanto humildemente mis propias reflexiones, que espero no se prestarán a la menor objeción.

Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño sano y bien criado constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo que servirá igualmente en un fricasé o un ragout.


Ofrezco por lo tanto humildemente a la consideración del público que de los ciento veinte mil niños ya calculados, veinte mil se reserven para la reproducción, de los cuales sólo una cuarta parte serán machos; lo que es más de lo que permitimos a las ovejas, las vacas y los puercos; y mi razón es que esos niños raramente son frutos del matrimonio, una circunstancia no muy estimada por nuestros salvajes, en consecuencia un macho será suficiente para servir a cuatro hembras. De manera que los cien mil restantes pueden, al año de edad, ser ofrecidos en venta a las personas de calidad y fortuna del reino; aconsejando siempre a las madres que los amamanten copiosamente durante el último mes, a fin de ponerlos regordetes y mantecosos para una buena mesa. Un niño llenará dos fuentes en una comida para los amigos; y cuando la familia cene sola, el cuarto delantero o trasero constituirá un plato razonable, y sazonado con un poco de pimienta o de sal después de hervirlo resultará muy bueno hasta el cuarto día, especialmente en invierno.

He calculado que como término medio un niño recién nacido pesará doce libras, y en un año solar, si es tolerablemente criado, alcanzará las veintiocho.

Concedo que este manjar resultará algo costoso, y será por lo tanto muy apropiado para terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayoría de los padres, parecen acreditar los mejores derechos sobre los hijos.

Todo el año habrá carne de infante, pero más abundantemente en marzo, y un poco antes o después: pues nos informa un grave autor, eminente médico francés, que siendo el pescado una dieta prolífica, en los países católicos romanos nacen muchos mas niños aproximadamente nueve meses después de Cuaresma que en cualquier otra estación; en consecuencia, contando un año después de Cuaresma, los mercados estarán más abarrotados que de costumbre, porque el número de niños papistas es por lo menos de tres a uno en este reino: y entonces esto traerá otra ventaja colateral, al disminuir el número de papistas entre nosotros.

Ya he calculado el costo de crianza de un hijo de mendigo (entre los que incluyo a todos los cabañeros, a los jornaleros y a cuatro quintos de los campesinos) en unos dos chelines por año, harapos incluidos; y creo que ningún caballero se quejaría de pagar diez chelines por el cuerpo de un buen niño gordo, del cual, como he dicho, sacará cuatro fuentes de excelente carne nutritiva cuando sólo tenga a algún amigo o a su propia familia a comer con él. De este modo, el hacendado aprenderá a ser un buen terrateniente y se hará popular entre los arrendatarios; y la madre tendrá ocho chelines de ganancia limpia y quedará en condiciones de trabajar hasta que produzca otro niño.

Quienes sean más ahorrativos (como debo confesar que requieren los tiempos) pueden desollar el cuerpo; con la piel, artificiosamente preparada, se podrán hacer admirables guantes para damas y botas de verano para caballeros elegantes.
En nuestra ciudad de Dublín, los mataderos para este propósito pueden establecerse en sus zonas más convenientes, y podemos estar seguros de que carniceros no faltarán; aunque más bien recomiendo comprar los niños vivos y adobarlos mientras aún están tibios del cuchillo, como hacemos para asar los cerdos.

Una persona muy respetable, verdadera amante de su patria, cuyas virtudes estimo muchísimo, se entretuvo últimamente en discurrir sobre este asunto con el fin de ofrecer un refinamiento de mi plan. Se le ocurrió que, puesto que muchos caballeros de este reino han terminado por exterminar sus ciervos, la demanda de carne de venado podría ser bien satisfecha por los cuerpos de jóvenes mozos y doncellas, no mayores de catorce años ni menores de doce; ya que son tantos los que están a punto de morir de hambre en todo el país, por falta de trabajo y de ayuda; de éstos dispondrían sus padres, si estuvieran vivos, o de lo contrario, sus parientes más cercanos. Pero con la debida consideración a tan excelente amigo y meritorio patriota, no puedo mostrarme de acuerdo con sus sentimientos; porque en lo que concierne a los machos, mi conocido americano me aseguró, en base a su frecuente experiencia, que la carne era generalmente correosa y magra, como la de nuestros escolares por el continuo ejercicio, y su sabor desagradable; y cebarlos no justificaría el gasto. En cuanto a la mujeres, creo humildemente que constituiría una pérdida para el público, porque muy pronto serían fecundas; y además, no es improbable que alguna gente escrupulosa fuera capaz de censurar semejante práctica (aunque por cierto muy injustamente) como un poco lindante con la crueldad; lo cual, confieso, ha sido siempre para mí la objeción más firme contra cualquier proyecto, por bien intencionado que estuviera.

Pero a fin de justificar a mi amigo, él confesó que este expediente se lo metió en la cabeza el famoso Psalmanazar, un nativo de la isla de Formosa que llegó de allí a Londres hace más de veinte años, y que conversando con él le contó que en su país, cuando una persona joven era condenada a muerte, el verdugo vendía el cadáver a personas de calidad como un bocado de los mejores, y que en su época el cuerpo de una rolliza muchacha de quince años, que fue crucificada por un intento de envenenar al emperador, fue vendido al Primer Ministro del Estado de Su Majestad Imperial y a otros grandes mandarines de la corte, junto al patíbulo, por cuatrocientas coronas. Ni en efecto puedo negar que si el mismo uso se hiciera de varias jóvenes rollizas de esta ciudad, que sin tener cuatro peniques de fortuna no pueden andar si no es en coche, y aparecen en el teatro y las reuniones con exóticos atavíos que nunca pagarán, el reino no estaría peor.

Algunas personas de espíritu agorero están muy preocupadas por la gran cantidad de pobres que están viejos, enfermos o inválidos, y me han pedido que dedique mi talento a encontrar el medio de desembarazar a la nación de un estorbo tan gravoso. Pero este asunto no me aflige en absoluto, porque es muy sabido que esa gente se está muriendo y pudriendo cada día por el frío y el hambre, la inmundicia y los piojos, tan rápidamente como se puede razonablemente esperar. Y en cuanto a los trabajadores jóvenes, están en una situación igualmente prometedora; no pueden conseguir trabajo y desfallecen de hambre, hasta tal punto que si alguna vez son tomados para un trabajo común no tienen fuerza para cumplirlo; y entonces el país y ellos mismos son felizmente librados de los males futuros.

He divagado excesivamente, de manera que volveré al tema. Me parece que las ventajas de la proposición que he enunciado son obvias y muchas, así como de la mayor importancia.

En primer lugar, como ya he observado, disminuiría grandemente el número de papistas que nos invaden anualmente, que son los principales engendradores de la nación y nuestros enemigos más peligrosos; y que se quedan en el país con el propósito de entregar el reino al Pretendiente, esperando sacar ventaja de la ausencia de tantos buenos protestantes, quienes han preferido abandonar el país antes que quedarse en él pagando diezmos contra su conciencia a un cura episcopal.

Segundo, los más pobres arrendatarios poseerán algo de valor que la ley podrá hacer embargable y que les ayudará a pagar su renta al terrateniente, habiendo sido confiscados ya su ganado y cereales, y siendo el dinero algo desconocido para ellos.

Tercero, puesto que la manutención de cien mil niños, de dos años para arriba, no se puede calcular en menos de diez chelines anuales por cada uno, el tesoro nacional se verá incrementado en cincuenta mil libras por año, sin contar el provecho del nuevo plato introducido en las mesas de todos los caballeros de fortuna del reino que tengan algún refinamiento en el gusto. Y el dinero circulará sólo entre nosotros, ya que los bienes serán enteramente producidos y manufacturados por nosotros.

Cuarto, las reproductoras constantes, además de ganar ocho chelines anuales por la venta de sus niños, se quitarán de encima la obligación de mantenerlos después del primer año.

Quinto, este manjar atraerá una gran clientela a las tabernas, donde los venteros serán seguramente tan prudentes como para procurarse las mejores recetas para prepararlo a la perfección, y consecuentemente ver sus casas frecuentadas por todos los distinguidos caballeros, quienes se precian con justicia de su conocimiento del buen comer: y un diestro cocinero, que sepa cómo agradar a sus huéspedes, se las ingeniará para hacerlo tan caro como a ellos les plazca.

"Saturno devorando a sus hijos" por Francisco de Goya


Sexto: esto constituirá un gran estímulo para el matrimonio, que todas las naciones sabias han alentado mediante recompensas o impuesto mediante leyes y penalidades. Aumentaría el cuidado y la ternura de las madres hacia sus hijos, al estar seguras de que los pobres niños tendrían una colocación de por vida, provista de algún modo por el público, y que les daría una ganancia anual en vez de gastos. Pronto veríamos una honesta emulación entre las mujeres casadas para mostrar cuál de ellas lleva al mercado al niño más gordo. Los hombres atenderían a sus esposas durante el embarazo tanto como atienden ahora a sus yeguas, sus vacas o sus puercas cuando están por parir; y no las amenazarían con golpearlas o patearlas (práctica tan frecuente) por temor a un aborto.

Muchas otras ventajas podrían enumerarse. Por ejemplo, la adición de algunos miles de reses a nuestra exportación de carne en barricas, la difusión de la carne de puerco y el progreso en el arte de hacer buen tocino, del que tanto carecemos ahora a causa de la gran destrucción de cerdos, demasiado frecuentes en nuestras mesas; que no pueden compararse en gusto o magnificencia con un niño de un año, gordo y bien desarrollado, que hará un papel considerable en el banquete de un Alcalde o en cualquier otro convite público. Pero, siendo adicto a la brevedad, omito esta y muchas otras ventajas.

Suponiendo que mil familias de esta ciudad serían compradoras habituales de carne de niño, además de otras que la comerían en celebraciones, especialmente casamientos y bautismos: calculo que en Dublín se colocarían anualmente cerca de veinte mil cuerpos, y en el resto del reino (donde probablemente se venderán algo más barato) las restantes ochenta mil.

No se me ocurre ningún reparo que pueda oponerse razonablemente contra esta proposición, a menos que se aduzca que la población del Reino se vería muy disminuida. Esto lo reconozco francamente, y fue de hecho mi principal motivo para ofrecerla al mundo. Deseo que el lector observe que he calculado mi remedio para este único y particular Reino de Irlanda, y no para cualquier otro que haya existido, exista o pueda existir sobre la tierra. Por consiguiente, que ningún hombre me hable de otros expedientes: de crear impuestos para nuestros desocupados a cinco chelines por libra; de no usar ropas ni mobiliario que no sean producidos por nosotros; de rechazar completamente los materiales e instrumentos que fomenten el lujo exótico; de curar el derroche de engreimiento, vanidad, holgazanería y juego en nuestras mujeres; de introducir una vena de parsimonia, prudencia y templanza; de aprender a amar a nuestro país, en lo cual nos diferenciamos hasta de los lapones y los habitantes de Tupinambú; de abandonar nuestras animosidades y facciones, de no actuar más como los judíos, que se mataban entre ellos mientras su ciudad era tomada; de cuidarnos un poco de no vender nuestro país y nuestra conciencia por nada; de enseñar a los terratenientes a tener aunque sea un punto de compasión de sus arrendatarios. De imponer, en fin, un espíritu de honestidad, industria y cuidado en nuestros comerciantes, quienes, si hoy tomáramos la decisión de no comprar otras mercancías que las nacionales, inmediatamente se unirían para trampearnos en el precio, la medida y la calidad, y a quienes por mucho que se insistiera no se les podría arrancar una sola oferta de comercio honrado.

Por consiguiente, repito, que ningún hombre me hable de esos y parecidos expedientes, hasta que no tenga por lo menos un atisbo de esperanza de que se hará alguna vez un intento sano y sincero de ponerlos en práctica. Pero en lo que a mí concierne, habiéndome fatigado durante muchos años ofreciendo ideas vanas, ociosas y visionarias, y al final completamente sin esperanza de éxito, di afortunadamente con este proyecto, que por ser totalmente novedoso tiene algo de sólido y real, trae además poco gasto y pocos problemas, está completamente a nuestro alcance, y no nos pone en peligro de desagradar a Inglaterra. Porque esta clase de mercancía no soportará la exportación, ya que la carne es de una consistencia demasiado tierna para admitir una permanencia prolongada en sal, aunque quizá yo podría mencionar un país que se alegraría de devorar toda nuestra nación aún sin ella.

Después de todo, no me siento tan violentamente ligado a mi propia opinión como para rechazar cualquier plan propuesto por hombres sabios que fuera hallado igualmente inocente, barato, cómodo y eficaz. Pero antes de que alguna cosa de ese tipo sea propuesta en contradicción con mi plan, deseo que el autor o los autores consideren seriamente dos puntos. Primero, tal como están las cosas, cómo se las arreglarán para encontrar ropas y alimentos para cien mil bocas y espaldas inútiles. Y segundo, ya que hay en este reino alrededor de un millón de criaturas de forma humana cuyos gastos de subsistencia reunidos las dejaría debiendo dos millones de libras esterlinas, añadiendo los que son mendigos profesionales al grueso de campesinos, cabañeros y peones, con sus esposas e hijos, que son mendigos de hecho: yo deseo que esos políticos que no gusten de mi propuesta y sean tan atrevidos como para intentar una contestación, pregunten primero a lo padres de esos mortales si hoy no creen que habría sido una gran felicidad para ellos haber sido vendidos como alimento al año de edad de la manera que yo recomiendo, y de ese modo haberse evitado un escenario perpetuo de infortunios como el que han atravesado desde entonces por la opresión de los terratenientes, la imposibilidad de pagar la renta sin dinero, la falta de sustento y de casa y vestido para protegerse de las inclemencias del tiempo, y la más inevitable expectativa de legar parecidas o mayores miserias a sus descendientes para siempre.

Declaro, con toda la sinceridad de mi corazón, que no tengo el menor interés personal en esforzarme por promover esta obra necesaria, y que no me impulsa otro motivo que el bien público de mi patria, desarrollando nuestro comercio, cuidando de los niños, aliviando al pobre y dando algún placer al rico. No tengo hijos por los que pueda proponerme obtener un solo penique; el más joven tiene nueve años, y mi mujer ya no es fecunda.
Dublín, Irlanda, 1729