El tusílago solo crece en los ojos de las mujeres que saben llevar con gracia los cabellos sueltos al viento. Es el viento el único punto punto cardinal que no podremos seguir. Los adversarios se preparan para el asalto del velero cargado de topacios. No hay un pirata que tenga su par de ojos intactos. La misma bandera, inmóvil, confundida con la bruma. A veces, es difícil, distinguir esta bandera de un espejo. De fijar tanto la vista en ella se llega a la convicción que refleja nuestras propia cabeza, sostenida por los huesos cruzados. Pero, ¿es que hay algún hombre seguro de que yo no este hoy, en esta misma noche, en el golfo de Guinea? ¿Qué sacáis con preguntar mi nombre y confrontar mis huellas digitales?
Sin embargo, se pasa impasible, a menos que se reniegue. Los pantanos empiezan por absorber los antílopes y las golondrinas. Las huellas pueden llegar a comprometernos. En el jardín las manchas de sangre son imborrables. Crimen simulado, sin calcinación. Todas las tinieblas se han ordenado en fila, alrededor del falso criminal. Es también una complicidad simulada. Finalmente, el cadáver pierde la paciencia y se lanza a las arenas movedizas. El crimen ha sido casi perfecto.