martes, 31 de julio de 2012

METEOROS por Radovan Ivsic


[Poeta bilingüe. Nació en 1921 en Zagreb (Yugoslavia). Desde 1956 vive en París. Forma parte del grupo surrealista. Su colaboración fue importante en la Exposición Surrealista de 1959-1960 en la que compuso la sorprendente sonorización: Les soupirs, realizada con suspiros y murmullos eróticos. Colabora regularmente en las revistas surrealistas "Le surréalisme, méme" y "Bief". Ha traducido al croata obras de Bretón, Péret, Ionesco y las cartas de Van Gogh.

(Extraído de la Antología de la Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini)]


I
Sombría, ella está en el vacío. Su dedo despierta, titubea, después se convierte en pez. Todo su cuerpo se ilumina. Es la niebla, piensa ella.


II
Pesada, en el remolino, ella es sólo una herida. Un grito entreabre su boca pero los dedos de sus pies son mariposas que levantan vuelo. Es el rayo, piensa ella.


III
Roja, ella se asombra: ya no son escamas las que recubren su cuerpo sino labios minúsculos, innumerables. Se envuelve con una sábana blanca. Es la nieve, piensa ella.


IV
Temblorosa, avanza hacia el abismo, aunque quisiera alejarse. No es un abismo sino un buitre el que se precipita hacia la punta desnuda de su seno. Ella se echa a reír. Es el espejismo, piensa ella.


V

Ciudadana, posee el secreto de abrir las jaulas. Junto con el primer tigre, desciende las escaleras del metropolitano. Muy pronto se encuentran en el desierto. Las lámparas se apagan, pero en la oscuridad no tardarán en encenderse dos ojos verdes. Es el eclipse, piensa ella.


VI
Jadeante, acaba de alcanzar la cima del más alto acantilado. De pronto, detrás de una roca, divisa un ojo y después otro: millares de pupilas ávidas están fijas en ella. Rápido, comienza a desvestirse. Desnuda al fin, avanza hacia la abrupta pendiente cubierta de hierba y desciende hacia la llanura saltando sobre las manos. Es el ciclón, piensa ella.


VII

Nocturna, en el musgo descubre las estrellas, los rastros de un ciervo y finalmente una fuente. Un armiño en fuga se oculta en su axila. Es el cometa, piensa ella.


VIII
Celosa, ve la espalda de un desconocido que se contempla en un espejo. Ella toma un hacha de debajo de la almohada y la arroja hacia la fría superficie para aniquilar su engañosa profundidad. El desconocido se vuelve y la examina para ver quizá su nueva imagen. No. Es el terremoto, piensa ella.



Publicado en "Boîte Alerte"
Catálogo de la Exposición Surrealista de 1959-1960


Noche estrellada de Vicent Van Gogh