martes, 23 de septiembre de 2008

LA BLANCA NIEVE por Guillaume Apollinaire


[Poeta, novelista y ensayista francés, que nació en Roma y estudió en el liceo Saint-Charles, de Mónaco. Editó unas cuantas pequeñas revistas de poesía, en las que empezó a publicar sus primeras obras. Entre ellas destaca Les Soirées de Paris (1913-1918). Debido a sus intentos por sintetizar la poesía y las artes visuales, Apollinaire ejerció una importante influencia tanto en la poesía como en el desarrollo del arte modernos. Los pintores cubistas (1913) es un documento decisivo al respecto; otras obras suyas en prosa incluyen la novela simbólica El poeta asesinado (1916), basada parcialmente en sus experiencias como soldado en la I Guerra Mundial, y el drama Los pechos de Tiresias (escrito en 1903; pub. en 1918). Se considera que con esta última obra Apollinaire introdujo el surrealismo, y de hecho pasa por ser el primero que utilizó ese término. Su reputación se basa sobre todo en sus dos volúmenes de poesía, Alcoholes (1913), considerada su obra maestra, y Caligramas (1918). Sus versos se caracterizan por la ausencia de puntuación y las experimentaciones formales con una tipografía de carácter pictórico muy característica suya.


(Extraído de El poder de la palabra)]


Los ángeles los ángeles en el cielo
Uno vestido de oficial
Uno vestido de cocinero
Y los otros cantan

Hermoso oficial de celeste color
Mucho después de Navidad la suave primavera
Con un hermoso sol te ha de condecorar
Con un hermoso sol

Despluma los gansos el cocinero
¡Ah! Cae nieve
Cae y por qué no tengo
Entre mis brazos a mi bienamada


El sueño por Picasso

viernes, 19 de septiembre de 2008

ANTARES por Maurice Blanchard


[Maurice Blanchard(1890-1960), poeta y aviador francés, escribía desde los 8 años pero cuando descubrió el surrealismo su poesía cambió radicalmente. A partir de ahí produjo algunos de los poemas en prosa más bellos de las letras francesas. Sólo fue surrealista en su lenguaje poético pues nunca militó en el movimiento iniciado por Breton. De carácter solitario, no tuvo ningún afán de notoriedad literaria, de hecho jamás mandó escritos suyos a editoriales o revistas. Tampoco se daba mucha prisa en publicar: cuando su primer libro (Malebolge) vio la luz, Blanchard tenía 44 años. Todo un ejemplo a seguir, antítesis de las actitudes exhibicionistas que pueblan el yerto parnasillo actual.]



Inmenso es el corazón del Escorpión. Allí está en su prisión, encadenado al dardo y al veneno. Allí está en esta arena inflamada, junto a la sed del desierto, en su mano de sílex para las caídas del abismo.

Allí está con sus troneras y buhardas, para la vida y para la muerte, para la lluvia y el buen tiempo. ¡Qué inmenso era entonces el deseo!

Pero veamos, ¿dónde me encuentro exactamente? ¿En el deseo o en el desierto? ¿Estoy en la humareda de la noche de junio? ¿Estoy en una selva en marcha? ¿Estoy en la caldera del cielo que hierve sus serpientes entrelazadas en el abismo del horizonte?

El Escorpión zozobró en el furor y creo que nadie, aquí, podría ordenar sus cordajes después de semejante tempestad, y además habría que saber si estaba el deseo en mi sangre o era mi sangre la que estaba en el deseo.


El brillo de Antares, el corazón del escorpión.

jueves, 18 de septiembre de 2008

MARINA por Jean Arthur Rimbaud


[Rimbaud, el poeta niño, el poeta maldito, el precursor de las vanguardias poéticas del siglo XX no necesita mucha presentación. He seleccionado uno de pocos textos de las Iluminaciones escritos en verso; en él convergen dos realidades alejadas (el bosque y el mar) produciendo en el lector ese típico "extrañamiento" de la poesía cubista o surrealista. Sencillamente sublime.]

Los carros de plata y de cobre -
Las proas de acero y de plata -
Baten la espuma, -
Levantan las raíces de las zarzas.
Las corrientes de la landa,
Y los surcos inmensos del reflujo,
Se pierden circularmente hacia el este,
Hacia los pilares del bosque, -
Hacia los troncos del embarcadero,
Cuya esquina golpean torbellinos de luz.



Rimbaud en Harar (Etiopía)

lunes, 15 de septiembre de 2008

LA MÁQUINA DE TEJER NOCHES


La ciudad prófuga
la ciudad tallada por navajas automáticas
la ciudad en la víspera del crimen del siglo
es un grito momificado
un relámpago negro
un disparo en la niebla
un cadáver
al que han robado los zapatos
una botella rota
Las voces caminan por el alambre
de las veladas consumidas entre cigarrillo y cigarrillo
noches de desafinados ángeles
y violetas anémicas
Los pasos caen al foso
donde dormita el tigre de las pesadillas giratorias
las ratas roen una luna con vestido de novia
Crece una marea de espuma
de cerveza
y sobre los muros de contención
las sombras de las estatuas mendigan sonámbulas
Alguien abre una puerta a lo infinito
y nuestro rostro iluminado por la tormenta se refleja
de charco en charco
hasta donde nunca llegarán los tranvías nocturnos
cae una lluvia vagabunda
una lluvia que bendice los mármoles
una lluvia de acordes mutilados
y tras la lluvia
unas manos de mujer ponen a secar las estrellas
en la rama más alta del insomnio
Buenas noches
viento coloreado
por el sudor de las tabernas
La proa de la astronomía irrumpe en los áticos
donde la rosa de los gasóleos se contonea
como una stripper
El río circula sin faros
por las arterias de los bebedores de keroseno
Tres peldaños para la medianoche
tres balas
y un ojo de cristal
en el escritorio del cronista del absurdo
Tres promesas rotas y un anillo de falso rubí
Una hoja arrancada del calendario
con la que se ha limpiado un revólver
rueda por los andenes de un suburbio al que todos llaman
demencia
En este laberinto
es importante no perder el hilo
de cometa de la máquina de tejer noches


Escena de una calle de Berlín por Ernst Ludwig Kirchner


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domingo, 14 de septiembre de 2008

CARTA DE AMOR por César Moro

[Seudónimo de Alfredo Quíspez Asín, poeta y pintor peruano nacido en Lima en 1903. En 1925 viajó a París donde se adhirió al movimiento de André Breton, participando activamente en la publicación Surréalisme au Service de la Révolution. Su actitud vanguardista, tanto en el arte como en la literatura, lo convirtió en uno de los voceros más relevantes del surrealismo hispanoamericano. Regresó a Lima en 1933 y cuatro años más tarde se radicó en México donde vivió la etapa más productiva de su carrera. Con Emilio A. Westphalen editó la revista literaria El uso de la palabra. En 1944, se apartó públicamente del surrealismo ortodoxo y volvió a Lima en 1948, haciendo amistad con el francés André Coyné, quien se convirtió en su albacea, publicando sus obras después de la muerte del poeta ocurrida en 1956. Entre sus libros se destacan «Le château de grisou» 1943, «Lettre d'amour» 1944, «Trafalgar Square» 1954, «Amour á mort» 1957, «La tortuga ecuestre» y «Los anteojos de azufre» en 1958.

(Extraído de A media voz)]


Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante

Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las estrellas
en cada ojo

¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia no eras tú el manantial
la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una lámpara bellísima balanceada sobre el mar

Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la vasta ululación de lo negro sobre negro resplandeciendo ardientemente

No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra

No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las inmensas olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe

Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento
de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras

Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable espectáculo
indescriptible
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla

Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina
En rápida carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maniáticas

En vano pido la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad


México, diciembre de 1942.
Traducción del francés de Emilio Adolfo Westphalen.



"Oiseau" por César Moro

sábado, 13 de septiembre de 2008

CARTA-OCÉANO por Alberto Rojas Jiménez


[Alberto Rojas Jiménez (*Valparaíso 21 de julio de 1900 – †Santiago de Chile 25 de mayo de 1934) poeta, periodista y cronista chileno. Hijo de Alberto Rojas Guajardo y Elena Jiménez Labarca. Sus estudios básicos los realizó en el Internado Nacional Barros Arana y posteriormente continuó en la Escuela de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad de Chile. Colaboró como cronista con la revista Zig-Zag con el seudónimo de Pierre Lhéry, y con el diario La Nación de Santiago Chile y El Correo de Valdivia. Fue integrante de la Generación Literaria de 1920 junto a Pablo Neruda y Rubén Azócar. En 1921 junto al poeta Martín Bunster publicó el “Primer Manifiesto Agú” en la revista Claridad, considerado unos de los primeros hitos de la vanguardia poética chilena. En 1922, en Valparaíso, salió a la circulación el volante Antena, conocido también como "Hoja vanguardista Nº 1" , o Rosa Náutica, firmado entre otros por los poetas: Alberto Rojas Jiménez, Martín Bunster, Neftalí Agrella, Julio Walton y Rafael Yépez. Fue un dibujante destacado influido por Marc Chagall, Asimismo se desempeñó como director del periódico Claridad y fue articulista de la Revista Atenea donde plasmó sus percepciones sobre la vanguardia de comienzos del siglo XX. Viajó a París en 1923 acompañado del pintor Abelardo Bustamante Paschin. Ahí, en esa estancia y en conjunto con el poeta Manuel Magallanes Moure hicieron: de caricaturistas en Montparnasse. En su libro Chilenos en París publicado en abril de 1930, su única obra editada en vida, relata, en una serie de crónicas, la vida personajes chilenos célebres, tales como: Vicente Huidobro, Julio Ortiz de Zárate, Óscar Fabres, Abelardo Bustamante Paschín, Rafael Silva. Neruda lo inmortalizó en el poema "Alberto Rojas Jiménez viene volando".

(Extraído de Wikipedia)]


Hombre del mundo,
ancló en mis ojos la tristeza,
tarde de las tardes, en la tarde de América.

Soledad de la infancia
ardida al fondo amarillo de los pueblos.
En aquel tiempo morían mis parientes.
Eran negras las persianas que atraían el día
y opaca la voz de mi madre recordando las cosas.

Yo era el poeta vestido de niño,
en el año triste en que los niños rompen las flores.
Ningún hombre me dijo nunca que debía cantar.
Corría la luna por detrás de las nubes.
El sol quemaba los frutos y el lomo de los cerros.
Mis manos buscaban luciérnagas
en la sombría humedad del invierno.

Primera canción de las palabras torpes,
simple como el agua, yo no sabía jugar.
Miedoso de la lluvia, orador silencioso,
hallé mi primer amigo al fondo de un espejo.

Una mano invisible apagaba los veranos.
Ellos, los hombres tímidos, elegancia del pueblo,
esperaban la novia a la puerta de la iglesia.
Todo cayó de golpe.
Varió el nombre de los periódicos.
Alguien decía que había nuevos edificios.
Aprendió mi memoria el curso de los trenes
y supe que las viejas mujeres de mi país
guardaban sus monedas en la esquina de un pañuelo.
Todo cayó de golpe, comenzaba la edad doliente.
En el viento múltiple,
en el viento que pierde la voz de los náufragos,
esparcí la hoguera rosada de los sueños.
Ahora, junto al Elba y es en Hamburgo,
animo en las palabras el collar de mis años.
Otoño del norte. Anclados en la bruma
son los edificios negros barcos sonámbulos.

Distante tierra mía, país de bosques en incendio!
En la noche extranjera que retiene mis pasos,
hombre de jersey, tiendo hacia ti las manos.

En aquel tiempo morían mis parientes.
Infancia de luto a la sombra de las lilas.
Jugaba mi hermana a la luz de las lámparas.
Siempre estaba a mi espalda
el retrato del padre asesinado.
Había un cerro, me acuerdo, sosteniendo una cruz.
Era el mes de mayo y hombres de rostro pintado
bailaban en torno castigando la tierra.
Un río corta el pueblo. Cada mañana traía
el cadáver de una doncella.
Infancia triste rayada de oraciones.
En la noche el galope de los caballos
amedrentaba mi sueño y el sol tardaba en llegar.
Hubo una vez un circo.
Una mujer verde se balanceaba en mi memoria
colgada de un trapecio.
Admiré los peches dorados en el agua de plata.
Lloraban los campanarios al caer de las tardes.
Hay un volantín dormido en el cielo de mi infancia.
Adolescencia acodada al marco de las ventanas,
comenzó por entonces la canción que hoy continúo.
Era la vieja historia del arcoiris y la palabra amor.

Vi cruzar sin asombro el primer aeroplano
y subí sobre mi casa para tomarlo en las manos.
Era la edad doliente del deseo y la espera.
Vestido de negro acompañé el primer funeral.
Entonces vieron mis ojos el retrato de los héroes
adornando las vidrieras de todas las farmacias.
La casa se llenó de convidados.
Escribí la primera carta.
Me llevaron hasta un puerto para mostrarme el mar.

Alumno sin talento, desgracia de las madres,
caían a mis pies pájaros de papel marchito.
Era la fuga del tiempo y yo tenía quince años.
Fui el adolescente de los cinematógrafos;
Lector incansable de las novelas tristes,
Decía a menudo: "Cansado…quiero irme…".
Guardaba en mi cartera el retrato de una niña.
Digo todo esto como si estuviera
sentado a mi mesa con un naipe en las manos.
Soy el mismo y entre tu sonrisa
y la sonrisa de aquélla levanto mis años.
Perdido, sediento, insatisfecho.
Extranjero enamorado de las cosas y su canto.

Te sumerges en el día, mi recuerdo te alcanza.
Un cisne de nieve se ahoga
en el remanso de tu alma.

Aquí estamos. Donde el sol no levanta.
Desvanece la sombra tu clara presencia.
Alta ciudad, vasta ciudad de la vida multánime.
Largas barcas de plata duermen sobre el Sena.
La mala estación acongoja los parques.
Sobre este muro en ruinas, alguien escribe la palabra desamparo.
Asoma la lluvia en la noche profunda
y un pájaro de hielo desciende hasta mis manos.

La multitud enreda tu nombre.
Es nuestra la calle más triste.
Hotel pobre, Vida tan pobre.
Delante de nosotros caen hojas amarillas.

Ah, mujer de pena, dulce mujer mía.
Aviones taciturnos nacen con el día,
y cada día nos trae una flor ya marchita.
Yo hice los viajes más alegres y los más tristes viajes.
Detrás de mis sueños está la América en flor.
Los marineros danzaban sobre el Mar Caribe.
Tocador solitario
era tu pena y no el viento inflando tu acordeón.

Hangar nocturno. Es entre tus paredes sombrías que mi corazón despierta.
Rayo, quemo las horas en la lumbre de mi cigarro.
Un vaso de vino ahoga toda explicación.

Tú mismo, el de entonces, ahora cruzas los bulevares
y el antiguo desaliento te amarra toda acción.

De allá abajo llegan las voces. Las cartas. El periódico de las noticias.
Pablo y Tomás robando a los nativos.
Una casa en abandono. También la revolución.

Aquí los hombres tienen un semblante de tiza.
El alma del invierno oculta los infantes.
Automóviles en delirio empujan el crepúsculo.
Y una luna cautiva blanquea las terrazas.

Es a la claridad de las lámparas que yo te amo, compañera de esta hora.

De nosotros huye la tarde.
Una palabra de pena baja de tus labios
al recordar las guitarras del país de Tarzán.

Ésta es nuestra calle. Hotel Nantes. Aquí te amo.
Eres alta. Hueles a manzanas.
Hay un cigarro muerto junto a la chimenea.
Encierras dentro de ti campanas de Stuttgart.

Todo lo he visto y los cementerios.
Voz desconsolada de las fotografías.
Cuántas veces solo frente a los andenes.
Cartas amarillas, abanico de tedio.
Desplegaba en la noche una mala noticia.
Era el insomnio y exprimía en mis versos
la vieja tristeza del poeta romántico.
Siempre estás conmigo y yo todo lo he visto.
Viejos árboles marcaban el limite.
Camino de palabras, hilo del telégrafo,
hilvanando los nombres de las capitales.
Viaje que el olvido conserva.
Trasmundo del espejo a su orilla me inclino.
Más abajo la calle y aquí en el aposento,
pálido, despeinado, escribo y me acompañas.
Es la hora del abandono y vigilas el beso.
Te he llamado en los bosques y a mi lado sonríes.
No recuerdes. Eran rojos los techos.
Árboles de humo. País que me ofrecías
tan sola y tan pobre entre tus hermanas.
Guardo del olvido, aparece en el sueño,
mi mujer pensativa sobre un puente de hierro.

Las revistas, el periódico, en el café lo he visto.
Todo estaba, aniversario y los negros caracteres.
Tu nombre mismo al pie de tu retrato,
mariposa dormida al borde de mi vaso.
Se iban las mandolinas y las estrellas estaban.
El bosque se apartaba en la fecha dichosa.
La mano doméstica extinguía la lámpara.
Noche de Walpurgis, Alemania del alma!.

Entre tus senos el lagarto verde.
No puedo explicar tus pies crepusculares,
amor inconcluso, alcancía de esperanzas,
mujer, vaso conteniendo el día,
vamos en el viaje sin objeto, inmóviles sin embargo.
Corren las diligencias y el humo de los trenes
envejece tu perfil, cae la frente entre mis manos.

Aprendiendo a contar, no es esto lo que quiero.
Aprendiendo a escribir, tampoco, es lo mismo.
Lengua extranjera, lago, poesía.
La montaña rosada que mi voz acaricia.
Siempre vuelvo hacia ti, razón de mi silencio.
En la larga velada el relato sin tregua.
Un nombre, una fecha y el cabello blanco,
al fin de los días deletreando mi canto.
Dame ese cuaderno, es la ebriedad sin límite.
Caminando encontrarás la geografía cerrada.
Después, el sombrero en el suelo, los vestidos marchitos,
entre el vino y el tabaco los amigos te esperan.
Olvido las historias, canción de las islas.
Todo estaba a tu lado, hechicera nocturna.
Levantabas la mano para detener el curso
de los astros fragantes como frutos maduros.
Aquella noche tu padre cantaba en la taberna.
Si hubiera que decir cómo te quise entonces!
Ibas por el bosque y en tu cabellera,
regalo del bosque, aprisionabas luciérnagas.
Guardaban tus ojos el secreto dichoso
y una palabra tuya libertaba los barcos.
Destruías el maleficio, cambiabas el rumbo del viento,
todo lo podías y te perdí por entonces.
Apoyado en mi fusil, centinela del alba,
atraía el silencio mientras tú te alejabas.
He visto después en los trenes que parten,
agitar el adiós que agitaban tus manos.

Si sólo tú volvieras de aquel tiempo disperso
trayéndome el nuevo rostro que has sacado del tiempo!.
Se cruzan sobre este lado del mundo las altas oscuras palmeras nocturnas.
Lago sombrío, allí se sumerge un barco cargado de rumores.
Lejos de ayer, lejos aún del día nuevo y repetido
todavía la esperanza, el deseo persistente.

En medio de la noche en que toda forma se ahoga,
lluvia impalpable y negra comprable sólo al olvido,
en mitad de la noche, lejos, tierra que sostiene tus pasos,
imágenes del cien, todo me viene, libro de estampas vivientes.
El río, sus árboles negros, tu palabra, su pasajero asilo.
La multitud que invade el crepúsculo, los trenes,
donde tú vas, presencia mía inapartable,
donde tú vas, silenciosa, ensimismada,
encima del tiempo que la distancia altera.

Mi recuerdo te alcanza frente a los días festivos
y en el alba que yergue sus puñales de ceniza.
Apareces en la hora de pobres esperanzas
o levanto tu imagen en la voz de los niños.
Lejos de ti, aún resido en tus ojos.
Agrupo allí la sombra que tu fatiga reclama.
Vigilo el silencio que ahuyentas con mi nombre
y es cierto que mis manos distantes e invisibles
crean, cada noche, un sol bajo tu lámpara.


Óleo de Edward Wadsworth

jueves, 11 de septiembre de 2008

EL CEREBRO DEL AGENTE DE POLICÍA por Alfred Jarry


[Dramaturgo y poeta francés, nacido en Laval. Destaca en la literatura por sus hilarantes obras de teatro y su estilo de vida disoluto y excéntrico. Su primera obra, Ubu rey (1896), la escribió cuando tenía 15 años y se interpretó por primera vez en el teatro de marionetas de Pierre Bonnard (1898), siendo una de sus voces la de la actriz Jovita Nadal. La obra la llevó a escena Firmin Gémier en 1896 y desde la noche del estreno se convirtió en una referencia clave para el surrealismo francés. En ella Jarry arremete contra la visión tradicional de la autoridad a través de la llegada al poder de un grotesco y pomposo rey, Ubu, y su esposa, Madre Ubu, que simbolizan la codicia, la ignorancia y las actitudes burguesas. Esta farsa, cuya presentación provocó un auténtico escándalo, está considerada como la primera obra del teatro del absurdo; realizó después dos secuelas sobre el mismo tema. Jarry escribió también poesía simbolista y una novela surrealista, El supermacho (1902).

[(Extraído de El poder de la palabra)]


Sin duda se recordará este reciente y lamentable asunto: al ser practicada la autopsia, se halló la caja craneana de un agente de policía vacía de todo rastro de cerebro y rellena, en cambio, de diarios viejos. La opinión pública se conmovió y asombró por lo que fue calificado de macabra mistificación. Estamos también dolorosamente conmovidos, pero de ninguna manera asombrados.

No vemos por qué se esperaba descubrir otra cosa que la que se ha descubierto efectivamente en el cráneo del agente de policía. La difusión de las noticias impresas es una de las glorias de este siglo de progreso; en todo caso, no queda duda de que esta mercadería es menos rara que la sustancia cerebral. ¿A quién de nosotros no le ha ocurrido infinitamente más a menudo tener en las manos un diario, viejo o del día, antes que una parcela, aunque fuera pequeña, de cerebro de agente de policía? Con mayor razón, sería ocioso exigir de esas oscuras y mal remuneradas víctimas del deber que, ante el primer requerimiento, puedan presentar un cerebro entero. Y, por otra parte, el hecho está allí: eran diarios.

El resultado de esta autopsia no dejará de provocar un saludable terror en el ánimo de los malhechores. De aquí en más, ¿cuál será el atracador o el bandido que vaya a arriesgarse a hacerse saltar la tapa de su propio cerebro por un adversario que, por su parte, se expone a un daño tan anodino como el que puede producir una aguja de ropavejero en un tacho de basuras? Quizás, a algunos demasiado escrupulosos pueda parecerles en cierta manera desleal recurrir a semejantes subterfugios para defender a la sociedad. Pero deberán reflexionar que tan noble función no conoce subterfugios.

Sería un deplorable abuso acusar a la Prefectura de Policía. No negamos a esta administración el derecho de munir de papel a sus agentes. Sabemos que nuestros padres marcharon contra el enemigo calzados con borceguíes también de papel y no ha de ser eso lo que nos impida clamar indomable y eternamente, si es necesario, por la Revancha. Pretendemos solamente examinar cuáles eran los diarios de que estaba confeccionado el cerebro del agente de policía.

Aquí se entristecen el moralista y hombre culto. ¡Ah!, eran La Gaudriole, el último número de Fin de Siécle y una cantidad de publicaciones algo más que frívolas algunas de ellas traídas dé Bélgica de contrabando.

He ahí algo que aclara ciertos actos de la policía, hasta hoy inexplicables, especialmente los que causaron la muerte de héroe de este asunto. Nuestro hombre quiso, si recordamos bien, detener por exceso de velocidad al conductor de un coche que se hallaba estacionado, y el cochero, queriendo corregir su infracción, sólo atinó, lógicamente, a hacer retroceder su coche. De allí la peligrosa caída del agente, que se hallaba detrás. No obstante, recobró sus fuerzas, luego de unos días de reposo, pero, al ser intimado a recobrar al mismo tiempo su puesto de servicio, murió repentinamente.

La responsabilidad de tales hechos atañe indudablemente a la incuria de la administración policial, que en adelante controle mejor la composición de los lóbulos cerebrales de sus agentes, que la verifique, si es menester, por trepanación, previa a todo nombramiento definitivo; que la pericia médico-legal sólo encuentre en sus cráneos... No digamos una colección de La Revue Blanche y de Le Cri de Paris, lo cual sería prematuro en una primera reforma; tampoco nuestras obras completas: a ello se opone nuestra natural modestia, tanto más que esos agentes, encargados de velar por el reposo de los ciudadanos, constituirían más bien un peligro público con la cabeza así rellenada. He aquí algunas de las obras recomendables en nuestra opinión para el uso; 1) El Código Penal, 2) Un plano de las calles de París, con la nomenclatura de los distritos, el cual coronaría el conjunto y representaría agradablemente, con su división geográfica, un simulacro de circunvoluciones cerebrales: se lo consultaría sin peligro para su portador por medio de una lupa, fijada luego de la trepanación; 3) un reducido número de tomos del gran diccionario de Policía, si nos arriesgamos a prejuzgar por su nombre: La Rousse, 4) y sobre todo, una rigurosa selección de opúsculos de los miembros más notorios de la Liga contra el abuso de tabaco.


Grafiti de Banksy

martes, 9 de septiembre de 2008

ODA A MARÍA ANA, PRIMER PREMIO DE AXILAS SIN DEPILAR DE 1930 por Agustin Espinosa


[Agustín Espinosa García (n. Puerto de la Cruz, Tenerife, 1897 - Realejo Alto, Tenerife, 1939) era un escritor español integrante del Grupo Surrealista de Tenerife. Está considerado como uno de los mejores representantes del surrealismo en Canarias, cuya obra Crimen (1934), publicada con hermosa cubierta de Óscar Domínguez, constituye la cima de la prosa en dicho estilo. Sus viajes por el territorio español y por París, su insaciable búsqueda y conocimiento de la novedad, prefiguran en él esa futura y casi genética aceptación del movimiento. Este texto, "un libro que no es precisamente novela, aunque lo parece", como dijera su autor es, junto a La flor de Californía de José María Hinojosa, la contribución más interesante de la prosa surrealista española al movimiento de André Breton.
Reivindica los sutiles encantos de la crueldad, lo perverso, el infierno, y asume sin asombro la ecuación amor igual a crimen: "Frente a todos los crímenes... ha permanecido mi crimen en su sitio propio de sensacional, único y gran asesinato pasional. De crimen tipo. De crimen de novela más que de crimen ocurrido", dice su personaje-ejecutor. Pero no hay un solo crimen en el texto. Hay numerosos asesinatos, múltiples humores negros, deformaciones monstruosas, violentas y aniquilantes conductas sexuales cuya traducción última es siempre la sangre, la maldición, o la tragedia. Tales asesinatos, de desbordante lucidez verbal, acentuada sintaxis vanguardista e inevitable y surreal semántica, es el feroz resultado de un crescendo romántico que deriva en esa sentencia unánime del "amour fou", cuyas consecuencias, en cierto modo, eran previsibles: "Usted únicamente, Gustavo Adolfo Bécquer, novio de todas las muertas bonitas. Ningún otro que usted ha podido ser el inspirador de ese crimen", acusa sin piedad nuestro protagonista, convencido de que todo clímax tiene un insensato y perturbado origen.

(Extraído de Wikipedia)]




Hablemos de María Ana y de sus axilas sin depilar.
Hablemos también del destino.
Agustín Espinosa, alcantarillero de sueños adversos.
Agustín Espinosa, coleccionador de azucenas innumerables.
Enamorados de María Ana.
Jinetes de su sexo único.
María Ana, vacilante entre los dos Agustines.
¿Habría de acabar la empresa quebrando amistades, como en las canciones antiguas: HE AQUÍ QUE ES TUYA LA ROSA, VENCEDOR?
Pero dejar 3.114 vellos resabidos, para inventar 489 + 489 vellos olvidados –para descubrirlos- era ya cosa de aventuras de ahora.
María Ana no había comprado nunca hojas Gillette.
María Ana tenía 489 vellos en el hoyo de cada una de sus axilas.
Y esto lo vieron coleccionador y alcantarillero.
Únicamente por sus vientos propios eran luego uno y otro gobernados.
*
Fue así.
Fue tras remontar el vientre sin una arruga de María Ana.
Antes que la gota de sudor que bebiera en su ombligo se secara del todo.

Y por huir de su pecho derecho.
Y tras saltar sobre su pecho izquierdo.
Cómo descubrí mi oasis del Oeste;
La axila derecha sin depilar de María Ana.
Cómo descubrí mi oasis del Este;
La axila izquierda sin depilar de María Ana.

Tengo aún en mi boca el cosquilleo de la radiosa axila que María Ana destapó, al levantar su brazo derecho, para celebrar el regocijo de podérseme dar en un bello erizo asustado.
Tengo aún en mis ojos el primer centelleo de la estrella negra que María Ana encendió, al levantar su brazo izquierdo, para celebrar el regocijo de podérseme dar en un bello erizo incendiado.
Con esencia de sudor de tus axilas, María Ana, se fabricará el perfume integral que arruinará a los actuales perfumistas del mundo y acabará con las futuras industrias perfumistas del submundo.
Con el hueco rosa y caoba de tus axilas sin depilar, María Ana, haré el nido blando donde mi lengua empolle sus horas más claras.
Cada vello, y aun cada fragmento de vello, de tus axilas, María Ana, sabe un vocabulario nuevo que enseñar a mi sexo casi analfabeto frente a la sabiduría de 489 vellos de cinco años.
Cada centésima, y aun cada milésima de centímetro cuadrado, de tus axilas, tendrá un recuerdo de mis dientes de aprendiz de mordedor de axilas sin depilar.
Por tu ejemplo, sólo, niña peluda, volverán a flotar rosas doradas o negras junto a los pechos blancos de las mujeres de mañana.
Por tu ejemplo sólo venderá la casa Gillette, en 1931, diez millones de hojas de afeitar menos, y podremos dialogar sobre las axilas de las girls y de las cocotas.
*
Tus axilas únicamente, María Ana.
No esperes nada de tus pechos, demasiado próximos, para eternizar a lo eternizante y verdadero.
No esperes nada de tus muslos, que el remate de la media negra hace más deseados.
No esperes nada de tus caderas de jaca de reyes.
No esperes nada de tu vientre, que aprendió su curva en una concha bastante rosada.
Ni de tu boca.
Ni de tu cabello.
Ni de tus piernas, siempre de luto voluntario.
Ni menos aún de tu sexo, que semeja una campana recién nacida.
Sólo tus axilas, María Ana, te han traído el epinicio primogénito y te traerán los epinicios futuros.
*
Al borde de tus dos fuentes negras se asomarán todos los nuevos hombres de Europa.
Beberán, únicamente, los que deban beber; los iniciados en la caricia indeclinable; los verdaderos catadores de axilas sin depilar.
Pare estos, manosearás picos de estrellas y lomos de nubes, María Ana. Despedirás amigos desde extremos de muelles y ventanillas de vagones, desde cubiertas de barcos o desde los bordes del andén.
Saludarás a la manera deportiva, que has aprendido en los campos de fútbol.
Cogerás nidos altos y descolgarás cuadros, estirando tu cuerpo en su estiraje más estirado.
En otros casos, bastará con acariciarte graciosamente las rodillas.





Máquina de coser electro-sexual (1934) por Óscar Domínguez

sábado, 6 de septiembre de 2008

LA VIDA ENMASCARADA por Roger Gilbert-Lecomte

[Roger Gilbert-Lecomte nació el 18 de mayo de 1907 en Reims, Francia. Fundó, junto con los poetas René Daumal, Roger Vailland y Josef Šíma, el grupo artístico “Le Grand Jeu” (El gran Juego), un grupo vinculado ideológicamente al surrealismo, al que originariamente se adscribieron pero del que luego fueron expulsados por su atracción por sus devaneos metafísicos. Experimentó con drogas para explorar las posibilidades artísticas del uso de los opiáceos intravenosos desde 1927 y sería adicto por el resto de su vida. Su muerte, ocurrida el 31 de diciembre de 1943, se debió una infección contraída por utilizar agujas hipodérmicas usadas.

Extraído de Plagio]

Gran estatua de mujer de cera pálida y pesada
La estatua que da vueltas con lentitud siempre espantosa
Trompo girando en el aceite de dormir
Faro de ojos cerrados cuya faz de eclipses
Sólo proyecta los rayos paralíticos del espanto

Gran prisión de cera en forma de mujer
Que encierra tapiado en el hueco de su molde
Un cadáver viviente de mujer
Comiéndose por dentro su figura de estatua

En cada vuelta de lentitud espantosa
El cadáver viviente de mujer encerrada
Lanza un único grito inmenso y silencioso
Que hace temblar la cera imperceptiblemente

Para el espectador hechizado
En la primera vuelta se presenta la faz
Enmascarada por una nube roja y que se estira
Como el pulpo de la sangre en el fondo de los mares

En la segunda vuelta aparece la faz negra y cerrada
Cual máscara de hollín hecha de polvo y grasa

En la tercera vuelta con lentitud espantosa
La faz muestra sus dientes

El espectador se duerme
Se despierta encerrado entre muros
En el vientre viviente del cadáver moldeado de cera
En un mundo que gira con lentitud espantosa
Lleno de sierras y de ratas




Pintura de E. Munch

martes, 2 de septiembre de 2008

EL OLVIDO por José Antonio Ramos Sucre


[Poeta venezolano (1980-1930), su obra explora lo mágico con un lenguaje cercano al surrealismo. Publicaba en la revista vanguardista "Válvula". El poema en prosa que he seleccionado es de su libro "El cielo de esmalte"]

Yo no pisaba las huellas del cazador extravagante. Quería evitar el contagio de su pesadumbre.

Morábamos vecinos en un país de belleza augusta. El azufre y demás fósiles predilectos del fuego se juntaban en la composición de la tierra.

El cazador frecuenta los montes de granito. Su gesto valiente se dibujaba en la zona del éter cándido. Una lumbre fugitiva dirigía sus pasos.

Había domesticado el ser más viejo entre las gamuzas repentinas. Acertaba de espaldas con el objeto de sus tiros.

No lo abordé sino una vez para dar con el motivo de su desvío.

La manera grave de su discurso no me permitió coger una vislumbre.

Había fabricado su cabaña a la sombra de un pino glacial.

Yo la visité furtivamente al advertir su ausencia de una semana. El cazador, libre de los efectos deletéreos de la muerte, yacía en un ataúd de piedra. El semblante helado, ajeno del pesar, no inspiraba conjeturas sobre la causa del fallecimiento. Un reguero de carbunclos magnéticos había caído de su diestra.

Un torrente, creado por la lluvia fortuita, arroja sobre la cabaña un sedimento de arena y promete cegarla.


Pájaro con pájaro por Rafal Olbinski

lunes, 1 de septiembre de 2008

LA ACCIÓN SUBVERSIVA DE LA POESÍA por Aldo Pellegrini


[Poeta, ensayista y crítico de arte argentino nacido en Rosario en 1903. Después de cursar sus primeros estudios se trasladó a Buenos Aires en 1922 para graduarse como médico.Es uno de los iniciadores del vanguardismo de su país junto a Enrique Pichon-Rivere, Francisco Madariaga y Enrique Molina, entre otros.Fundador de la revista Qué, nunca ahorró esfuerzos para fomentar todas las actividades relacionadas con el artey la literatura. Es autor de la «Antología de la poesía surrealista de lengua francesa» 1961, «Antología de la poesía viva latinoamericana» 1966 y de «Panorama de la pintura argentina» en 1965.Entre sus libros de poesía se cuentan: «El muro secreto» en 1949, «La valija de fuego» en 1953, «Construcción de ladestrucción» en 1957, «Distribución del silencio» en 1966, y «Escrito para nadie» en 1973. El conjunto de su obra fue editado en 2002 con el título de «La valija de fuego». Falleció en 1973.

Extraído de A media voz]



Hay una fuerza en el hombre, proveniente del simple hecho de vivir, que condiciona su destino de modo fatal. Esta fuerza se vuelve visible a cada momento a través de las manifestaciones del amor, que tiende a trascender del individuo en una comunión con el todo, tiene sus propias leyes irreductibles a los esquemas racionales. La poesía aparece como expresión de ese impulso hacia el cumplimiento de un destino vital, y la fatalidad de ese destino se revela en la poesía como un hecho indiscutible. La poesía no es, por consiguiente, un lujo o un divertimiento, sino una necesidad, del mismo modo que lo es el amor. Todas las otras necesidades, aun las más perentorias, están subordinadas a esos dos, que en definitiva son los dos aspectos de una misma energía primordial que le confiere su verdadero sentido a la vida. Si penetramos profundamente en el significado del viejo refrán "No sólo de pan vive el hombre" comprobaremos que la lúcida sabiduría popular llega a una convicción análoga. Prescindir de la poesía equivaldría a renunciar a la vida.

Considerado así, lo poético no reside sólo en la palabra; es una manera de actuar, una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. El lenguaje poético en sus distintas formas (forma plástica, forma verbal, forma musical) no hace más que objetar de un modo comunicable, mediante los signos propios de cada lenguaje particular, esa fuerza expansiva de lo vital. Como consecuencia, el mundo poético está en todos, en la medida en que cada hombre es un ser integral. La clara consigna de Lautréamont, "La poesía debe ser hecha por todos", no tiene otro sentido. Aquel que ignora la poesía es un mutilado, tal como lo es aquel que ignora el amor.

La última afirmación podría sugerirnos la idea de que vivimos en un mundo de mutilados, pero no es así: lo que habitualmente encontramos no es la falta de impulso poético sino su represión. Y está reprimido porque vivir hacia lo ilimitado, como exige la poesía, es decir, vivir en la dimensión total, no resulta conveniente para las fuerzas opresoras que dominan el mundo. Aceptar ese modo de vivir significaría prestarle al hombre un carácter casi divino, lo que no interesa a los detentadores del poder, que prefieren considerar al hombre como un objeto, como algo inmóvil y sin dimensión. Para anular a la poesía se ha creado toda una organización de falso pudor, parecida a la que existe para limitar la extensión del amor. Por el crimen de pornografía se concena al amor sin trabas. Parecida condena de pornografía amenaza a la poesía auténtica, sin trabas. Los dos procesos que abren el camino de la libertad, de la acentura, de lo imprevisto y de la exaltación, se ven constreñidos a la categoría de parias sociales.

Abierto el camino de la libertad por la poesía, se establece automáticamente su acción subversiva. La poesía se convierte entonces en instrumento de lucha en pro de una condición humana en consonancia con las aspiraciones totales del hombre. Ceder a la exigencia de la poesía significa romper las ataduras creadas por el mundo cerrado de lo convencional.

Esta función de ruptura no pasa inadvertida para quienes aspiran a una conviviencia basada en la sumisión. Tampoco pasa inadvertida la importancia, la verdadera necesidad de la poesía como factor de expresión vital. La solución contemporánea de estos dos problemas la logran los detentadores del poder domesticando a los poetas, volviéndolos inofensivos, para que ofrezcan un producto falsificado o desnaturalizado que con el título de poesía reciba los honores oficiales, las prebendas. Así se logra un alimento sustitutivo de la pasión poética, que puede designarse con el nombre de poesía "oficial" y que es la negación total de la poesía. Así se alcanza el ideal de los carceleros: lanzar a los poetas contra la poesía.

Por este mecanismo de sustitución, el verdadero poeta queda fuera de la ley, y para darle a su engañifa características de consenso, los carceleros someten a los poetas a la repulsa de la opinión pública. Los detentadores del poder fabrican la llamada opinión pública, y ésta actúa dócilmente en defensa de los intereses que propician la sumisión. La opinión pública es la opinión de los hombres sin opinión, y éstos condenan la poesía. En el momento en que la poesía es colocada fuera de la ley aparece como consecuencia ineludible la figura del poeta repudiado: la poesía se vuelve maldita.

No todos los poetas ceden a la presión del poder y de la opinión pública. Dante, Villon, Blake, Rimbaud, Lautréamont, Artaud, agitaron en una u otra forma el látigo liberador. Pero hay poetas que se rinden, que claudican, y esta claudicación se obtiene a veces por los medios más indirectos. Uno de los medios indirectos de sumisión, en el que caen a menudo verdaderos poetas es el esteticismo. El arte por el arte significa siempre un arte sometido, que rehuye el peligro y busca el calor de los aplausos.

Pero esto no quiere decir que la acción subversiva de la poesía se realice mediante el tratamiento directo de los temas de subversión. No necesita por ejemplo, cantar a la libertad (palabra degradada por los falsarios de todos los colores) pues cantar a la libertad ha demostrado ser uno de los recursos de los propiciadores de la esclavitud. La libertad vive en la poesía misma, en su manera de expandirse sin trabas, en su poder explosivo. Está implícita en el acto de la creación, en ese modo de surgir de las zonas del espíritu donde reina la insumisión, donde es libre en todas las dimensiones. Libre de los esuqemas de la razón, libre de las normas sociales, libre de las prohibiciones, libre de los prejuicios, libre de los cánones, libre del miedo, libre de las rigideces morales, libre de los dogmas, libre de sí misma. En esa zona del espíritu vive la experiencia milenaria de la especie, vive el sentido del hombre, se forman los deseos y las formas impulsoras de la dinámica vital. Allí se establece el vínculo real con el mundo a través de la única vía libre que lleva al universo todo. En esa zona se gesta el milagro, nace la excepción. La poesía tiene allí su imperio, y allí están las fuentes de la imaginación creadora que participa con las potencias del amor en la construcción del ser auténtico, que cuando se lo percibe dentro de sí determina la aparición de un orgullo silencioso y secreto, un orgullo que toma frecuentemente la apariencia de la humildad, y que es patrimonio casi exclusivo, en su monstruosa magnitud, de los santos y de los poetas.

La acción subversiva se manifiesta al ofrecernos la poesía la imagen de un universo en metamorfosis en oposición al universo rígido que nos imponene las conversaciones. La imagen poética en todas sus formas actúa como desintegradora de ese mundo convencional, nos muestra su fragilidad y su artificio, lo sustituye por otro palpitante y viviente que responde al deseo del hombre. Por eso la poesía auténtica degrada a quienes aspiran a existir en un medio dominado por la quietud, un medio pasivo, sin riesgos y sin imprevistos. Ese medio es un esquema irreal, abstracto, desvitalizado; es el falso mundo de la seguridad, que se parece más a un mundo de fantasmas que las más desaforadas creaciones de la imaginación poética. Para completar la paradoja, los defensores de ese mundo irreal se llaman a sí mismos, realistas.

Una actitud disconformista señala el paso inicial que dirige al hombre hacia el centro de acción de la poesía. El poeta se coloca frente a la sociedad aceptada y manejada por los conformistas. La maquinaria social al servicio de una organización deshumanizada reduce a los hombres a números, y cierra todos los caminos. Los que sueñan con el poder, cualquiera que fuere el mecanismo de éste (el dinero, la fuerza, el soborno, el chantaje, la política, el terro) tienden a reducir la conciencia de los hombres a cero. El mundo se convierte así en un reducto sin puertas ni ventanas, domine el patrón oro, o domine la burocracia. La poesía abre puertas y ventanas tanto hacia afuera, hacia el mundo, como hacia adentro, hacia el hombre.

Pero indudablemente la poesía, al introducirnos en el misterio de lo real, nos descubre una vasta zona de peligro, una región inquietante y turbadora. Muchas veces lo poético toma la forma de un acto de violenta provocación y aparece como antipoético, como negador de la creación. Cuando Marcel Duchamp expuso una rueda de bicicleta o un portabotellas con la pretensión de que constituyesen obras de arte, realizó un acto poético del más alto valor subversivo. Lo mismo Rimbaud, al renunciar a la poesía, lleva a su extremo límite la actitud subversiva del poeta. La insumisión alcanza ese límite extremo en el momento en que proclama la negación de la poesía, y ese momento aparece cuando la poesía está seriamente amenazada de domesticidad. Así, lo antipoético se convierte en el valor supremo de subversión y en el mecanismo utilizado por los verdaderos poetas en defensa de la poesía en peligro, para reconquistar su fuerza liberadora. Mediante lo antipoético, se retorna al punto cero, en contacto con la fuente originaria, con el fuego central.

En el proceso utilizado para domesticar a los poetas, el aplauso, el consenso elogioso, la popularidad, son los factores más peligrosos. El poeta que sucumbe a la tormenta de los aplausos debe pensar que los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo. El poeta debe desconfiar de ese aplauso, de ese elogio unánime, con el que fabrican las rejas de su prisión. Por eso Bretón lanzó un alerta lúcido a los poetas al decir: "La aprobación del público debe rehuirse por encima de todo". Pues un poeta domesticado por el elogio tiene más valor para los predicadores de la sumisión que los inocentes versificadores que ellos presentan como sustituto. El poeta domesticado se convierte en ejemplo de la inutilidad de ser libre. Como el león domesticado, es una caricatura grotesca de un gran señor de la libertad, y sus rugidos adquieren entonces acentos de canto de ruiseñor. No es la confortable y estéril placidez de los parques artificiales la que conviene al poeta; su poder combativo y creador se exalta en la sorda lucha de la selva, y para el poeta de hoy la selva ha encontrado residencia en las grandes metrópolis, donde brotan del suelo gigantescos rascacielos, donde la vida se ve vuelta en la mañana inextricable y despiadada de un mundo mecanizado, y hombres-serpientes y hombres-chacales pululan por las calles.

El humor es el elemento que provee a la poesía de su mayor virulencia. Acerado como la luz, el humor se constituye en la vanguardia combativa en pro de la autenticidad del ser. Con su filo luminoso corta la oscuridad, y aporta el fuego que consume lo muerto y reanima lo vivo. Contiene el feroz deseo del hombre en su virtualidad renovadora, que corroe el mundo de lo inmóvil y lo opaco.

Latente o concreta, la subversión contenida en la poesía auténtica no ofrece dudas; pero la poesía no se reduce a un acto negativo puro: contemporáneamente a su acción provocadora afirma su fe en un mundo mejor que responda a la íntima realidad del hombre. Por eso sostiene una posición de recuperación de todos los antiguos mitos que ofrecen salida al desamparo: el mito del paraíso terrenal, el mito de la edad de oro. La poesía cree en esos mitos así como cree en la fuerza todopoderosa del amor. En esa común pasión coinciden los poetas con los fundadores de religiones. Esa es la causa por la que El sermón de la montaña se reúne con Así hablaba Zaratustra en la misma defensa del hombre. También los poetas hacen suya la memoria de los mártires que buscaron cambiar la condición humana, pues las torturas infligidas a los santos, a los revolucionarios y a los poetas, tienen todas el mismo significado de persecución del espíritu poético, de aniquilación del hombre que no se resigna a un destino sórdido. En una misma veneración se engloba a Jesucristo, Giordano Bruno, el obrero-poeta Bartolomeo Vanzetti y Antonin Artaud.

En una época como la actual, en la que la poesía tiende a la domesticación por los más variados mecanismos en los más variados regímenes sociales, los poetas auténticos se encuentran siempre alertas, aunque estén reducidos a la soledad o compelidos por la fuerza y el terror. De pronto aparecen los Vosnesensky, los Evtuchenko para recordar los derechos inalienables del hombre. Estamos próximos al momento en que la revolución en defensa del hombre se desarrollará en el plano de lo poético.


"Tumulto en la galería" por U. Boccioni

SURAMÉRICA por Pablo de Rokha


[Pablo de Rokha, poeta chileno (1984-1968). Fue uno de los primeros escritores latinoamericanos en iniciarse en la escritura automática con el texto que ha continuación reproduzco, un texto deslumbrante en imágenes y deconcertante en su estructura (todo seguido y sin signo de puntuación alguno). Su mujer era otra gran creadora de la poesía chilena: Winnétt de Rokha. Ambos fueron militantes de la izquierda y gran parte de su obra está inspirada por sus preocupaciones sociales. Su vida estuvo marcada por la pérdida de seres queridos: su mujer Winnétt y su hijo Carlos, también poeta. En 1968 se suicidó de un disparo en la boca. En España es, por desgracia, poco conocido en comparación con Huidobro y, sobre todo, con Neruda, a quien odiaba cordialmente. ]


Santo de plata viviendo en la electricidad geometría que se retuerce dirigiéndose con palomas sin índice originario en la aventura todavía silencio de banderas todavía luna tan luna del comercio hacia el hombre hacia el hombre todavía la esmeralda casada y el navío en carácter indemostrable todavía la lógica que tiene paredes con tunas sin embargo la casa estricta con los calendarios del radiotelegrama adiós es posible nunca se parece al huracán la violeta eléctrica camarita con ojos frondosos la nieve inútil entonces al taita choapinoscharlestón el urgente adolescente océano y whisky obscuro cara de llanto a la madera juro por los sueños cruzados arando filosofía de ferrocarriles elegantes arreando las yeguas desnudas soy como los telégrafos y lo mismo que las guitarras que se parecen al marestrellas con melena de episodios y adentro de las victrolas rubias el periodismo del shimmy and soda alegremente carita de humo pirograbadacotidianos hacia el horizonte único en actitud de monumento desplumado con razonesclavándose volviéndose tremendo rodaja obsesionante girando sobre lo mismo hacia lo mismo galope de asnos impresionantes rajadiablos guardabajode concreto palanca del trotamundos fuertemente libremente francamente rojo como las guantadas canciones de ladrones cuchilleros solazándose la flor llagada de sol con voz así sobrepujando las vacadas más de acero nunca boleadora en tirabuzón contra el cielo arriba los asesinos tallados musculatura descubrimiento sin naturaleza son aquellos los boldos redondos y aquella gran batea debajo de los brazos mojados de la madrugada como los ríos contentos frazada del hipódromo tendida sobre bramidos admiro las patatas abriendo la tierra guatona y el alfalfal de pintura tan espesa laceadura de potrones avanzados como el trigal «como el maizal mijita sin embargo lagares hirviendo entonces alegría de uvas tinturadas estupenda de grandes huevos azules y felices reunión de pajares ruidosamente y la heredad patética posiblemente drama del mundo a la grupa de las leonas amarillas contrallorando las victrolas acordeón sin porvenir una direccióneterómana ramera tan honesta como los vidrios trizados del ideal dios inalámbrico emperador de sementera y de oficina terrible seguramente auto sin alas con ópalos astronómicos la palidez claudica en ese prudente sol de box tan violeta y la locomotora con sombrero apasionado son ésos los vinos furiosos que muerden adentro del alma ardientes potrancas enormes más buenas pero es la norma cortada a pico como el asesinato como la suerte como el analfabeto o lo mismo que el corazón de entonces seminario de valores continentales y máquina la bicicleta estaba más nerviosa que el crepúsculo ahora se iba cayendo del alambre de la velocidad cuando yo la afirmé y la empujé con la mirada pegándole trancazos de espíritu afeitado de angustia en lagares sombreros maduros arriba de los pueblos techados de abejas cebolla del sexo tan redonda debajo del verano panza de vino con trigo es historia más arada que vientre de botella yo cosecho solitarias maquinarias literarias con zapallos oceánicos poniente de sauces mundiales mistela de tiempo color redondo color peludo llanto sin lengua panal lagar trigal todo lo rojo con cloroformo pero con ganados con graneros con pescados vino de cebada bien alegre vino de manzanas escuela de potros melena de choclos urgencia de toros sin cultura era la niña bonita como un automóvil caramba la olla panzuda de legumbres con barros morados u oxigenados güiras de maqui pial de raigun infantil como coco caramba atando buey asado caramba y todo el sol adentro de los higos cuadrados de miel oh bonito comparable a una laguna de tinta o a las bolas redondas de las vitrinas de los boticarios mugrientos gran mujer lechera nido de gallina es decir empolladora ulpo de harina grande tobillo de maleta de licores finos guitarra de ciriaco contreras tendida a orillas de los peromotos mojados avanza tu cesto de lechugas ahora entonces sol con loros redondos alegremente sin violetas corazón agua de porotos peumo del alma chamanto de los puñados americanos anca del cielo valiosa como un todo tallada en chile potrero de animales desnudos provincias de jesucristo tan andadas polcas de gallos que son cementerios tremendos postal del pariente pobre palmatorias de la familia sin catre dorado invierno de aceitunas y el domingo de los empleados públicos que es como los gramófonos demócrata del murciélago sin corbata ay la tristeza solterona a donde vamos a enterrar el horizonte cuando se clausuren los caminos además es el automóvil quinchado de teatinas el guaina de la manta trizada y los novillos que devienen bueyes tan bueyes eso lo perdido catálogos de máquinas a la lluvia causeo sin afeitarse mi amiga retrato de carácter amarillo que tiene la voz nublada que se le olvida que se le ahoga como el corazón a la antigüedad o como las guaguas que se mueren entonces polilla del mundo en la almohada dios usado del cielo del pueblo la chepita vieja como el polo aquello del alma que es día pueblino que está arrumado y mosqueado en las vidrieras de los boliches italianos rosarios fiambres de hambre sin elegancia y tos rumiando la pancutra económica tampoco es la risa química lo declaro ni el sol obeso con su cadena de tonto arando no andando los cielos públicos nunca atardecer municipal literatura de alquiler sobre las antenas oh árbol quebrado de la grúa periódico roto oh periódico roto de la ciudad ahora oh ojos oblicuos que tienen colores urbanos de jockeys el orador el orador que se incendia agonizando aviones del occidente hurra los bares cubistas que degüellan la uva peluda de lo clandestino niña del año virgen a la manera de los teléfonos calzón de jersey con labios racimo de los besos pintados que parecen botellas de humo aguafuerte del obrero sin familia un dolor mercantil como de ciudades como planta que tuviese deudas o como recuerdo sin guaguas ahorcado lo mismo que casa de ladrones semejante a esas maletas tan cargadas de kilómetros comparable a la criada con espanto y a dios vendiendo la gran tierra soberbia historia de huesos son los palos de fósforos empinándose significa dinamita hoy pobre inútil y atornillado medallones de costumbres terreno con terremotos miedo del alma que ignora y que afirma sol exacto la vida afuera yo lo mismo ahora antaño antaño sombra en triángulos bueno palidez de palidez la luna parada mirándonos en el instante se presiente eso lo aquello matemático en geométrico coyuntura de ocasos con vidrios u ojo con muerto la soledad perentoria que se dirige a la letra u como el rocío al agua florida adentro la pulga morena produciendo los otoños a la manera del charqui asado con la melancolía aquella sí con la melancolía aquella tan nublada del hombre que cruzó llorando pitando viajando los pueblos siempre en el instante de lo amarillo más morado arma de fuego semejante a la carabina lluviosa en lo dramático a la ametralladora conmovida cerrada la cara cruzada tumba de guerrero pero asirio pero egipcio biblia del mar que es entonces plano y alto sin altura lo mismo que las plataformas y también la mano inmóvil del orador chalet muy feroz a cualquiera o auto blindado torre de peones de bronce y es la espada te espada no la espada que hace deslindes absolutos acuchillando lo imaginario en tajos idiotas como patadas tina de baño palmera del enero motociclista es la fruta urbana del tráfico y son las regaderas municipales es la goma lavada del comercio la que alegra las vidrieras del ánimo chorros de jardines sumados de mujeres violetas sin calzones agua de sexo de colegiala perdularia ropa interior de las novelas deporte del hombre enorme a aradura como todo el ruido se va para arriba la máquina astronómica sonando se añade a los regimientos o esas mujeres sanas y puras y a los asnos dormidos voy copiando a los brutos chúcaros esquivando las lazadas que enarbola el arreador de los treinta puñales parece que la mañana fuese a degollar a ese con las cuchillas tan filudas que anda trayendo y que el dios le ayuda con su actitud de criado no es un solo filo sólo quien nos rebanó ya las últimas tripas es la sierra esfera circular de los aserraderos la atmósfera deviene agua demasiado destilada demasiada agua hombre blanco claro parado liviano delgado chaqueta de hierro que es enormemente fragante antigua cama de novios lo que parece negro y es negro lo otro lo todo tan difuso horriblemente cruz actitud morada destacándose arriba del abajo perteneciendo no en suceder astronómico lo corriendo certidumbre de neblinas de aluminio sueño de lámpara la cosa que se sumerge desde siempre la máquina metafísica y la obscuridad ay la obscuridad soberbia de lo totalmente iluminado rigiendo las metáforas que son caminos que son sentidos que son estilos semejante a la electricidad con tanta alma plana la presencia ultravioleta que arrastra sacos de figuras indescriptibles como el olor del vidrio mijita estructura de mosaico o sea las rayas cruzadas de la geometría cuando son dados cuadrados alucinados algo que sucede a la espalda del cementerio un bulto variable pasado a química y muy lejos ahora demoroso como los zapallos giratorio como las dínamos pensamiento de vaselina redondo como los focos lo mismo que la palabra gozo pero con planos supuestos que devienen sucediéndose así es el huevo del aviador yo lo comparo en lo inminente en lo imposible efectivo o cuando ladrando los perros fraternales pareciendo abstracta la patagua que hay arriba aquello que abre las puertas abiertas partir la sandía buscando la sandía que está toda adentro toda afuera y no está trepidación de ferrocarril a mansalva no se oye en el entendimiento cuando se oye que llora inmóvil dios inusitado comparémoslo a muchas botellas a los palos parados de los teléfonos más artistas prolongándose en los espejos subterráneos y al alma frondosa y enronquecida del vino se encuentra en los extramuros de la distancia alrededor de lo desusado y lo preterido coronando cuentos de viejas con braseros con inviernos con causeos debajo de los ponchos acuosos parece que nadie conoce el huevo que pone el huevo que pone y vive adentro por eso de repente se derrama la tinta o sentimos que el ataúd nos saca la lengua carajo el alfalfal de los carros lecheros sobre la vereda aterrizan las damas listadas en las vitrinas del tenis y el hall de los papagayos americanos bulla de botones de dioses entonces contra la concha redonda a cada grito que pego le pongo un collar azul a una muchacha hip hip hurra a a ahora los pescados entusiasmados de sentirse muertos pescan la última luna con los ojos y se sumergen en la piscina de las risas vecinas del vecindario es el tomate rojo de la poesía quien brama lo mismo que los notarios satisfechos el sol en panne otoñal alumbra como la fruta madura los guardianes blancos llevan la aurora al cinto y un entusiasmo de cabrones inútilmente griegos hincha los pechos de los pinos honrados cada uno tiene un jarro de agua sí un jarro de agua y sonríe como un planeta bien vestido semejante a un rascacielos a un presidiario a una sardina yo ando cantando recamando contracantando con mis papeles subterráneos mis pantalones rojos mi sombrero amarillo mis alpargatas verdes y mi chaqueta transparente color dios y mi voz negra espesa como aguardiente de cadáver aquella nueva enferma tan rubia entre las sábanas de río que era lo mismo que las yeguas tordillas relinchando la infancia y los médicos rojos alumbrando la clínica politécnica entonces la enfermera-cloroformo llenando de llamas blancas mirando en actitud de dado de cacho el hospital vendado de heridas la asistencia pública partiendo los vidrios nublados sobrevinieron las neuralgias arrasando los veranos ahora las botellas color dolor más enfermas copretéritas agua de paico y heridas maduras son los carros de cosechas contentos como entierros de hombres jóvenes el membrillo de los aguaceros anticipados rodeada de vinos y quesos la del balneario ahora los peumos sinceros que se oponen al encima de lo antiguo sobrecogido paloma de luto del atardecer asfaltado en los bastones simultáneas como las peras grandiosas en caída o la leche abajo entre los robles ultra e innumerable galopando lo adoquinado verso de francia con castaños alcohólicos la tísica dramática señora está soberbia y profunda como un catre de bronce dormida en pupilas de heliotropo campana del aguacero toda de tonadas paridas o de albahacas tan aplastadas que deviene canto de pavo o de gallo afónico galopan las tías muertas en sus yeguas como eras arreboladas y los pueblos caídos del naranjo adentro el violín de la primera violeta cuando era virgen como la piedra soltera yo era valiente y alegre y venía enarbolando aquella gran verga de montañez confianzudo estaba más delicada que el celuloide tibio peleé a guantadas con el animal de madera y me acosté encima gritando lo mismo que los burros adentro del horizonte abierta la ponía en actitud de balcón sobre la uva y los choclos y era lo mismo que echar peumo al fuego y era lo mismo que entrar al corral de las ovejas con el sol en la mochila oh cuando dormimos entre los hinojos y las nieblas mimbreras agrupándonos como los carneros negros debajo de los astros gritados de pavos azules o le reventaba sandías contra la risa aconteció la luna rotunda de las entrañas poemas sin ríos florales aquello que se escribe solo alimento de humaredas lo monótono fonócromo cuando la lana lanada deviene solo fofo todo y sucede nada o polvo lloroso con termómetros así como cuando todo se empapelase con ceniza con pizarras almacén de huesos de pianos de muertos calvicie de eclipse más plana que la vocabla aplanatada soledad con centro abajo a mucha máquina girando pero viene luego la yegua gloriosa pero mal herrada se cae en lo mismo como las caídas dolorosa elipse giratoria en ese instante I sucede la niña morena toda tan desnuda y es como entrar al mar lloviendo algo así confusorio excesivo algo así disparado o como entrar a la montaña a caballo en un bastón de quillay florido yo salgo debajo de sus calzones de diamante como quien saca la cabeza del río con la alegría alborozada de los borrachos asoma a la hora del tranvía de azahares con mucho contento cuando hay una blancura más blanca que de costumbre herida de sol lunada como las bolas redondas de noche pantorrillas de transatlántico telas de melones adolescentes y agua guatita de naranjo y cabellera que extiende lenguas de sexo hasta aguas altas del pie que florece puñalito de apancora distinguida o insecto en la media obscura es alegre como la industria maderera y caliente como el ladrillo de las fábricas o lo mismo que asta de burro o lo mismo que las papas asadas al rescoldo entonces me revuelco en su belleza con esotra gran audacia de los cerdos chicha de maqui con zarzamoras por los sobacos y la resina embotellada del eucalipto entre medio de las piernas abiertas en actitud de alas más anchas y todo lo peludo que deviene cuando me acuesto el alma inútil encima del aroma ultramarino menea la caricia sus remeros de uniforme omnipotente pongo la noche lloviendo con lluvia alegre y negra en sus ojos totales distanciándola es la poesía geográfica del vagabundo alumbrada de colores negativos el terciopelo de miel oscura que define toda la presencia levantándola y se extiende como la eternidad en los muertos honestos y todos los puertos de su audacia con gallos parados arriba del horizonte cielo del atleta muy pintado de granjas en deporte volante de azogue desenrollándose en la llamarada de los pájaros con la cinta ruidosa y al mar el alba angosta siempre cabellos de bencina gritos de máquinas trágica-báquica son urbano con pasto segado el automóvil le lame las manos felices y cuando aboca la ciudad rebuznan los aeroplanos domésticos como el mar bien comido antigua mujer sin soledad notable no se dirigía a ella ni a ella entera sin embargo porque tenía ruido en el sexo y era lo mismo que las chirimoyas sostengo que se parecía a una palabra de espaldas a la lengua de los choros viciosos al público de las plazas preñadas de septiembre y a las potrancas americanas orino su memoria con respeto de animal encarcelado color guitarra color ciruela color tinaja voy a almorzar sobre tumba hecha de cueros de puñales imponentes zapallos de ceniza del continente tubos de pus acerbo atravesando el horizonte de chunchos y cuervos fatales pulmones de cementerio que son tambores de dioses podridos en ataúdes que se divierten a una altura más desenfrenada yo distingo yo formulo todavía no es bastante seguramente aun hay presencias que se defienden con espanto aúlla dios aportillado en lo subalterno enarbolando los métodos de la lágrima y el crujido de la vida nos torna sensibles como las maletas o como lo mismo afuera luz adentro reprochándose organizado rodaje de metales contradictorios atmósfera de taquígrafos con mucho apuro de morirse acaricio la máquina virgen con la gran plumera entonces cien dificultades me comprenden y yo domino la materia como los viejos notarios a todas las bolas afligido de toronjiles y de arrayanes cuotidianos todo merodea y lo contengo y lo deseo todo y todo me define contento desde la otra orilla que ley preside mi sistema desaforado emana un orden del desorden y las últimas velocidades son reposo por eso aprendo a manejar autos altos soy lo mismo que el corazón de todas la uvas nervios de planeta vegetariano tampoco vihuela de asesino sol pintado pintado pero que alumbra mucho a esta órbita de astro responde la naturaleza como al bramido de la eternidad la oscuridad de los toros nocturnos encima de ese ambiente electrificado acumulo abismos sobre abismos con intención de hombre alegre que defiende su alegría la españa embanderada de choapinos remontándose diucas con pueblos durmiendo olvidados en lo urbano cajas de fósforo de los inviernos anteriores un presente melancólico de malezas que son los vagabundos más vagabundos de la botánica lloviendo castañas felices ausencias de horno de tardes rurales letreros con romero predominando sobre los rascacielos y las cicutas y las ortigas del desengaño gran agua de culén gran agua contenta gran agua no manzanilla con nublados pero seca pancutra breva muerta llorando los ponchos orégano azul del lugar que es alegría arrugada apellido sin dentistas pocillo de aguardiente con cedrón y con limón de aguardiente que entristece la mujer limita el oriente con el poniente al poniente con el oriente y al sur con camas de agua madura huele a navío el calzón de la niña cerrada luna con sangre en el corpiño y la aorta exagerada del sol hinchado de rameras es un canasto de pan de cemento el corazón de las esposas y un establo de almas en alcurnia acodadas en las ventanas del crepúsculo todas las novias ahorcan gatos amarillos y el amor se parece a una camisa de fuego arroz con pimentón sí sí y patos joviales enrojeciendo las espadas ciudades de mujeres entreabiertas papagayos de anilina comiendo chirimoyas alegres y aromas inusitados torcazas de vino que son desnudos con ajos morados y perejil estridente es la canción nacional de la empanada pastoreando sus abejas encima de lagares filosofales que parecen panzas de santos felices oh potros sonoros tetas del gusto sin retórica que suceden huevos de águila eminentes el clavel partido que huele entonces a rajadura de vírgenes y la albahaca pisada tan manzana arriba las espuelas de bravura cuyo sable con pañuelos se remonta sobre el alma trazando la última cueca el beso es como el maqui maduro cuando han dormido las culebras en los macales deja la boca de las niñas teñidas de negro y el corazón como los pájaros a la hora preñada de las escopetas alma del pigüelo olorosa a aceitunas de mayo que son lo más íntimo que existe cielo de vaca con ojos obscuros de madres ese entusiasmo se parece a las papayas o a los renuevos de eucalipto y también a pajares incendiados barriga de manzano con nietos castaños jubilados y la patagua alimentada con guairabos duraznos anidados las higueras siriocaldeas sonando como grandes vientos tan cargadas de choroyes parlamentarios que devienen fiestas del dieciocho de septiembre y los toros besando la virginidad de las vaquillas nadie le conoce y anda adentro y afuera rodeándolo mirándolo buscándolo lo mismo pisándose la voluntad semejante a las ametralladoras que se suceden que se persiguen fuera del tiempo y a los matrimonios con muchos hijos a la fruta muy desnuda o muy profunda al agua cansada o al animal que asusta niños.


Mural de Diego Rivera