jueves, 28 de marzo de 2013

¿ESTÁIS LOCOS? (fragmento) por René Crevel

[Poeta francés nacido en París. Destacado representante del surrealismo, pero al mismo tiempo escéptico ante él, frecuentó la sociedad mundana de la época (Gide, Cocteau, el conde de Beaumont), asumiendo su homosexualidad discretamente. Gran amigo de André Bretón, acérrimo enemigo del género burgués y de la homosexualidad, su afecto duró sin embargo, seguramente porque Bretón admiraba la rebelión impotente de Crevel, la cual no puede solucionarse sino es en la locura o en la muerte. Es autor de las obras en prosa poética, La muerte difícil (1926), Babilonia (1927), El espíritu contra la razón (1928), Estáis locos? (1929) y Los Pies en el Plato (1933). Amigo de Dalí durante los años franceses, escribió en 1933 su célebre ensayo, Dalí o el antioscurantismo (1933). Este texto es una interpretación de la pintura daliniana, un reflejo del ambiente exaltado y revolucionario del momento y revelador de ese instante de surrealismo exacerbado en la obra de Dalí. Crevel se suicidó a los 35 años agotado y asqueado tras los enfrentamientos entre los surrealistas y los organizadores del Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura.

(Extraído de El poder de la palabra)]

René Crevel, surrealista y suicida.


Por un mordisco en pleno cielo, muy grandes se le abrieron los ojos, y hasta el éter se le alargaron las pestañas al hombre. Pero, en los jardinillos la hierba, brizna a brizna, se muere por causa de un diamante helado, y, a pesar de los zapatos, de la ropa interior y del traje, los trozos de carne que parecían mejor protegidos empiezan a cortarse por el frío, como, en otras temporadas con la tentación de las manzanas todavía verdes, se instalan suavemente en el paladar el alga del sabor y las espumas.

Permeable a la manera de niebla, el hombre, al pasar ante la tienda en la que reposan sobre un lecho de hojas, los melocotones más frágiles, envidia, a la vez, el presente y la vida anterior de éstos, ya que todo es siempre sencillo para la fruta y sus árboles. Qué pena que octubre no sea un mes hortelano como la calle de los Párpados Rojos tampoco es viñedo.

Pero ya que el mes, con sus treinta y un brazos, obstinado, deja caer las manos, las hojas, olvidemos el pedregal de hoy a favor de un fértil ayer, hace ya semanas y semanas, cuando, hermano del cerezo cerecero, y del ciruelo ciruelero, surgió desde el sueño de la tierra, febrero fiebrero.

La Ciudad, no había soñado ni había llorado.

La calle, por entonces, no tenía nombre. Al hombre le resbalaba el fuego directamente por los huesos, y unas extrañas lenguas ardientes le lamían la piel, por debajo. Los pies le dolían, estaba claro que los sabañones, tulipanes escarlata no tardarían mucho en reventar, mientras que la frente, los dedos, se ofrecían a la caricia de la nieve. En el escaparate de una relojería, al otro lado del cristal, entre relojes y joyas Fix, sobre una tablilla de terciopelo granate, un despertador de hojalata daba la hora más voluptuosamente contradictoria y, con la misma intensidad, podía ser a la vez amados y temidos el frío de las esquirlas triangulares clavadas en los músculos y aquella lava que le daba a la sangre su medida consumidora. De igual modo que tras la vendimia se canta la embriaguez del último sol y de la última cuba, en la penumbra glacial revoloteó un pelusa de refrán:

Febrero, fiebrero.
Tiempo nuevo. Tiempo nuevo.



Óleo de Jaroslaw Kukowski

martes, 26 de marzo de 2013

CABELLO DORADO por James Joyce

[Poeta y novelista irlandés nacido en Dublin en 1882. Es uno de los más importantes escritores del siglo XX,  y quizás, el gran renovador de las letras de los últimos siglos. Apenas con 18 años  logró su primer éxito literario con el artículo El nuevo drama de Ibsen. Su primer libro, "Música de Cámara" 1907, contiene 36 poemas de amor, escritos bajo la influencia de los poetas líricos ingleses de finales del siglo XIX.  Alcanzó fama internacional con la publicación de Ulises en 1922. Del resto de su obra, que comprende novelas, cuentos, ensayos y teatro, se destacan "Dublineses" en 1914,"Retrato del artista adolescente" en 1916, "Exiliados" en 1918, "Poesía a penique" en 1927, Collected poems" en 1936, y  "Finnegans Wake"  en 1939. Vivió en Paris durante veinte años, y a raíz de la invasión alemana en la II Guerra Mundial, se trasladó a Zurich donde falleció en 1941.

(Extraído de A media voz)]

James Joyce, irlandés errante.


Asómate a la ventana
Cabello dorado,
Te oigo cantar
Una alegre melodía.

Mi libro estaba cerrado,
Ya no leía,
Observando la danza del fuego
en el suelo.

He abandonado mi libro
He abandonado mi habitación
Porque te oí cantar
a través de la penumbra.

Cantando y cantando
Una alegre melodía,
Asómate a la ventana
Cabello Dorado.


De  Chamber  Music
Traducción: Sorrow



El poema de Joyce musicado por Syd Barrett

viernes, 15 de marzo de 2013

ODA A RUBÉN DARÍO por José Coronel Urtecho


[(Granada, Nicaragua, 1906 - Los Chiles, Costa Rica, 1994) Poeta, narrador y ensayista nicaragüense que, junto con Ernesto Cardenal, fue el principal animador de la poesía contemporánea en su país, por la influencia que tuvo su verso coloquial y como introductor de los movimientos de vanguardia.

José Coronel Urtecho fue, además, traductor de poesía francesa y norteamericana, hombre de teatro, conferenciante, historiador, ministro de estado y diplomático del gobierno de Nicaragua ante España y Estados Unidos. Se le considera uno de los protagonistas del movimiento de vanguardia que a partir de 1927 rompió con el pasado dariano y modernista, e introdujo en Centroamérica los ismos europeos de la posguerra: el letrismo, el neopopularismo, el surrealismo, el creacionismo, el neobjetivismo, el futurismo...

Se da precisamente el año 1927 como fecha de inicio del movimiento de vanguardia porque fue entonces cuando Urtecho publicó su famosa "Oda a Rubén Darío" en el Diario Nicaragüense de la ciudad de Granada, poema que revisaba no a Rubén Darío sino a su secuela, el llamado "rubendarismo": un tipo de poesía decorativa y preciosista que contó con innumerables epígonos en todo el ámbito de la lengua española.

Desde entonces hasta su muerte, y junto a autores como Pablo Antonio Cuadra y otros de su generación, fue el maestro, el iniciador de casi todas las vocaciones literarias importantes y el centro, en tanto que ideólogo, de casi toda la acción cultural y política de Nicaragua; entre sus discípulos sobresale el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal, una de las grandes voces de la lírica centroamericana del siglo XX.

La poesía de José Coronel Urtecho está reunida en Pol-la danánta, katánta, paránta (1970). Bajo este título en griego, procedente de un verso de Homero, se incluyen composiciones escritas desde los años 30 hasta 1963. En 1980 publicó Paneles del Infierno, poemario que exalta la revolución sandinista. Escribió también novelas (Narciso, 1938; La muerte del hombre símbolo, 1939), obras de teatro (Chinfonía burguesa, 1957) y ensayos.

(Extraído de Biografías y vidas)]




El "Coronel" de la vanguardia
poética nicaragüense


"¿Ella? No la anuncian. No llega aún."
Rubén Darío. Heraldos.
            I

                  (Acompañamiento de papel de lija)

Burlé tu león de cemento al cabo.
Tú sabes que mi llanto fue de lágrimas,
i no de perlas. Te amo.
Soy el asesino de tus retratos.
Por vez primera comimos naranjas.
Il n’y a pas de chocolat —dijo tu ángel de la guarda.

Ahora podías perfectamente
mostrarme tu vida por la ventana
como unos cuadros que nadie ha pintado.
Tu vestido de emperador, que cuelga
de la pared, bordado de palabras,
cuánto más pequeño que ese pajama
con que duermes ahora,
que eres tan sólo un alma.

Yo te besé las manos.
"Stella —tú hablabas contigo mismo—
llegó por fin después de la parada",
i no recuerdo qué dijiste luego.
Sé que reímos de ello.

    (Por fin te dije: "Maestro, quisiera
ver el fauno".
                        Mas tú: "Vete a un convento").

Hablamos de Zorrilla. Tu dijiste:
"Mi padre" i hablamos de los amigos.
"Et le reste est literature" de nuevo
tu ángel impertinente.
Tú te exaltaste mucho.
"Literatura todo —el resto es esto".
Entonces comprendimos la tragedia.
Es como el agua cuando
inunda un campo, un pueblo
sin alboroto i se entra
por las puertas i llena los salones
de los palacios —en busca de un cauce,
del mar, nadie sabe.

Tú que dijiste tantas veces "Ecce 
Homo" frente al espejo
i no sabías cuál de los dos era 
el verdadero, si acaso era alguno.
(¿Te entraban deseos de hacer pedazos
el cristal?) Nada de esto
(mármol bajo el azul) en tus jardínes
—donde antes de morir rezaste al cabo—
donde yo me paseo con mi novia
i soy irrespetuoso con los cisnes.

            II

                  (Acompañamiento de tambores)

He tenido una reyerta
con el Ladrón de tus Corbatas
(yo mismo cuando iba a la escuela),
el cual me ha roto tus ritmos
a puñetazos en las orejas...

Libertador, te llamaría,
si esto no fuera una insolencia
contra tus manos provenzales
(i el Cancionero de Baena)
en el "Clavicordio de la Abuela"
—tus manos, que beso de nuevo,
Maestro.

En nuestra casa nos reuníamos
para verte partir en globo
i tú partías en una galera
—después descubrimos que la luna
era una bicicleta—
y regresabas a la gran fiesta
de la apertura de tu maleta.
La Abuela se enfurecía
de tus sinfonías parisienses,
i los chicuelos nos comíamos
tus peras de cera.

(Oh tus sabrosas frutas de cera)

Tú comprendes.
Tú que estuviste en el Louvre,
entre los mármoles de Grecia,
y ejecutaste una marcha
a la Victoria de Samotracia,
tú comprendes por qué te hablo
como una máquina fotográfica
en la plaza de la Independencia
de las Cosmópolis de América,
donde enseñaste a criar Centauros
a los ganaderos de las Pampas.

Porque, buscándome en vano
entre tus cortinajes de ensueño,
he terminado por llamarte
"Maestro, maestro",
donde tu música suntuosa
es la armonía de tu silencio...
(¿Por qué has huído, maestro?)
(Hay unas gotas de sangre
en tus tapices).

                            Comprendo.
Perdón. Nada ha sido.
Vuelvo a la cuerda de mi contento.
¿Rubén? Sí. Rubén fue un mármol
griego. (¿No es esto?)

"All’s right with the world", nos dijo
con su prosaísmo soberbio
nuestro querido sir Roberto
Browning. Y es cierto.

            FINAL

                  (Con pito)

En fin, Rubén,
paisano inevitable, te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte i cin-
co. Amén.



Collage de Jean Arp


lunes, 11 de marzo de 2013

TRÓPICO por Xavier Abril

[Xavier Abril nació en Lima (Perú) en 1905 y falleció en Uruguay en 1990. Fue un distinguido narrador peruano a quien se considera uno de los pilares fundamentales del surrealismo en este país.

Desde pequeño se sintió atraído por las letras, a tal punto que en la Universidad se especializó en literatura española y a los 21 años se mudó a España para continuar aprendiendo en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En esta época también se acercó a la poesía francesa, codeándose con los nombres más prestigiosos de la vanguardia europea.

En su obra se puede percibir una clara inclinación por el surrealismo sin quedarse en las formas que éste impuso, sino partiendo de él para acercarse a un nuevo estilo poético que fue fundamental para la poesía peruana del futuro (nuestro actual presente).

Entre sus publicaciones podemos mencionar "Hollywood", "Difícil trabajo" y "Descubrimiento del alba". Además sus creaciones han formado parte de numerosas antologías y ha trabajado intensamente por la divulgación de autores indispensables para la poesía hispanoamericana, como César Vallejo. En nuestra web ponemos a tu disposición algunos de sus poemas, entre los que se encuentran: "Tono último del alba", "Exaltación de las materias elementales" y "La rosa eterna".

(Extraído de Poemas del alma)]


Xavier Abril, junto con César Moro y 
Emilio Adolfo Westphalen, 
uno de los máximos representantes
del surrealismo peruano.

Los ratones dialogan a los pies de las mujeres con materia, ocultas en el trayecto de la fiebre del bosque, en la extensión perdida de las manos, en los remansos. Los ratones viven domésticamente con los ojos en blanco aletargados por un sueño faquírico donde crecen flores y animales, avispas, ojos y flores. Los hombres venidos de Asia claman en medio cuerpo la temperatura del plátano, único color del trópico. En posturas horribles, en las formas del sueño y de las cejas del silencio. En la forma del párpado o del grito o de la piel o de la madera o del animal dormido. En la forma del diente o de la piel reseca del vegetal o en la forma de la cabeza que cae por lo alto de la muerte dejando en el espacio una hebra de lágrima sin ojo.

Los ratones viven en los esqueletos de la mujeres con malaria. En la siesta del trópico los ratones melancólicos recuerdan los dedos de las mujeres con malaria. Las terribles uñas de los ratones entre el sexo de la malaria, en el sueño de la malaria, en toda la caída de los hombros, en la tierra húmeda, cálida, gaseosa. En la flora amarilla los ratones fornican a las mujeres con malaria. Las uñas de los ratones fornican y fornican los ratones. Que no son lógicamente sino uñas con malaria y horribles ojos, y lo que es peor todavía, con patitas blancas, lívidas, pequeñitas, afiebradas.


De Poesía soñada


El caballito de la reina africana de Eugenio Granell

domingo, 17 de febrero de 2013

LANGUIDEZ DE ELEFANTE por Arthur Cravan

Arthur Cravan: la vida como obra completa

Letras libres, 09/09 2011

Fabian Avenarius Lloyd, poeta, boxeador, jactancioso ladrón de joyas, embustero, marchante de arte, desertor múltiple, sobrino de Oscar Wilde, leñador australiano, indigente berlinés, campeón semipesado de Francia, retador canadiense en Atenas, exiliado ruso en Nueva York, polizonte, recolector de naranjas en California, exhibicionista, falso irlandés nacido en Laussane, conferenciante, director de una revista de cinco números, bailarín, dandi, profesor de educación física en la Academia Atlética de México, improvisado especialista en arte egipcio, bufón, amante, prestanombres de nadie y de sí mismo una y dos mil veces, sombra incógnita, testigo, personaje menor de un tiempo ahíto de grandes nombres, amigo, desgraciado, bruto... Arthur Cravan es el seudónimo, de los muchos que tuvo –algunos voluntarios, otros fruto de las erratas que siembra el destino–, con el que finalmente se le recuerda.

Hay poetas cuya influencia en la historia de la literatura no depende de lo que escribieron. Arthur Cravan es uno de ellos. Mientras otros agotaban la tinta y las ideas rellenando páginas de elevado exabrupto vanguardista, Cravan convirtió el gesto en su principal estilográfica, el escándalo en su único cuaderno. Fue, y esto es ya un lugar común, el primer poeta punk, delirante y genial en un entorno en el que no era fácil destacar por esos atributos. Se le asocia comúnmente al dadaísmo, pero insultó a Apollinaire, santo patrón de aquellos. Prefirió la iconoclasia incluso frente a los iconoclastas por excelencia. En abril de 1916, apenas dos meses después de que se fundara en Zürich el Cabaret Voltaire, cuna del dadaísmo, Cravan boxeaba en la Monumental de Toros de Barcelona contra el campeón mundial de peso semipesado, Jack Johnson (el mismo, sí, al que Miles Davis dedicó un disco en 1970). No se pude decir que combatiera por el título –su desventaja frente al estadounidense era flagrante e insalvable–, sólo quería ganar dinero suficiente como para embarcarse hacia América, y lo hizo.

En Nueva York se enamoró de Mina Loy, una poeta admirada, entre otros, por Pound, Gertrude Stein y Marianne Moore. Para evitar convertirse en soldado –Estados Unidos comenzó a movilizar a los extranjeros para la Gran Guerra– se disfrazó de soldado y escapó a Canadá. Su plan era volver a Nueva York con los papeles en orden, pero algo se complicó en el camino y tuvo que embarcarse hacia México. Las noticias de su vida en 1917 son confusas, cuando no contradictorias. Se le ubica en diciembre en la frontera de Texas. Una versión lo hace cruzar a nado el Río Bravo, de Estados Unidos a México. Los planes que se deducen de sus cartas son también bastante ambiguos: quería ir a Buenos Aires, a Chile, a Monterrey o suicidarse. Lo más probable es que planeara seriamente hacer todas esas cosas al mismo tiempo, y nunca se supo si consiguió hacerlas.

Mina Loy lo alcanza en la ciudad de México en enero de 1918. Se casan al poco tiempo y ella queda embarazada. Cravan nunca llegará a ver a su hija, que nacerá en Londres cuando el poeta ya haya desaparecido en nuestra salvaje patria sin dejar rastro (según unos, ahogado en el Golfo de México cuando trataba de cruzarlo en un velero; asesinado por error en la revuelta revolucionaria, dirán otros).

Maintenant, la revista que Cravan dirigió (y escribió completamente con seudónimos) fue traducida el año pasado, en Argentina, por la editorial Caja Negra. Es una edición facsimilar que incluye también testimonios de distintos personajes sobre Cravan. Por ejemplo: un fragmento del diario de Trotsky en donde el revolucionario ruso narra su viaje en barco hacia Nueva York, trayecto que compartió, accidentalmente, con el poeta-boxeador. El libro vale la pena también por las crónicas del propio Cravan, como aquella en que visita a André Gide y lo incordia con elegancia. Algunos de los apuntes más inconexos de Cravan, reunidos en una sección de “Notas”, son lo mejor de su obra: “Que venga aquel que dice ser parecido a mí que le escupo en la jeta”; “Lo desprecio: no cambió de peso en diez años”; “Hay que poner, una vez al año, el futuro en juego”. Su crítica de arte no carece de la misma gracia, aunque es más bien conservadora y casi todo, en el Salón de los Independientes de 1914, le parece “impostura”, adjetivo que utiliza con inocencia y que en general me desespera.

En México, que yo sepa, la suerte editorial de Cravan ha sido más bien escasa, a pesar de que fue un ilustre visitante y de que murió en este país, presumiblemente. La revista culichi Textos (núm. 9/10) publicó una selección de sus cartas a Mina Loy, precedidas por una semblanza biográfica, de Ricardo Echávarri, en la que se describen las mismas hazañas que siempre se repiten cuando se habla de él y que yo he glosado aquí someramente, pues es imposible no quedar fascinado, antes que con la obra, con el listado de insensateces que adornan la vida ya hecha mito de Cravan. Sus obras completas (reeditadas en Francia por Éditions Ivrea en 2009), por eso mismo, tienen apenas unas pocas páginas de poemas tempranos, los cinco escuetos números de la revista Maintenant, los “ejercicios poéticos” y las notas inconexas a las que hice antes referencia, y luego un montón de testimonios, entrevistas, cartas, documentos y crónicas de boxeo, que en realidad conforman el grueso del volumen.

Cravan es un ejemplo de autor con más poética que obra. No era exactamente un vanguardista: su esplín acentuado, su desesperación de vagabundo, su admiración, antes que por las obras de sus contemporáneos, por una idea de la literatura que entraba en una crisis de la que no saldría ya nunca, lo convierten en un personaje fuera de tiempo, incómodo entre Duchamp y Picabia (que lo aborrecieron al final de su estancia neoyorquina) pero incapaz de encontrarse a gusto en otro lado, como no fuera junto a Mina (otra nostálgica que flirteó con el futurismo) o corriendo cada mañana por el bosque de Chapultepec antes de su entrenamiento.]



Yo era grandioso entonces, ¡querido Mississipi!
Desprecié a los poetas, gasterópodo amargo,
Me fui, ¡mas cuánto amor en las estaciones y deporte en el mar! 
¡Récord! Tenía seis años (¡aurora de los vientres y frescor  del pipí!) 
Y esta mañana a las diez horas y diez minutos el rápido 
Que flotando en raíles cruzaba trenes límpidos
Y me tiraba al aire, tobogán chapuzón. 
A cien por hora íbamos y a pesar del rumor, 
Con su encanto el periódico embriaga al fumador. 
Y aunque así el expreso se hubiera  lanzado,
Entrenador que imanta albatros y palomas,
Con ese ritmo loco me había mecido el tren. 
Mis ideas se doraban, era soberbio el trigo, 
Pacían los herbívoros en pillos prados verdes,
Loco por boxear le sonreía a la hierba.

Arthur Cravan, boxeando en España en 1916

viernes, 15 de febrero de 2013

CARTA CERRADA por Gérard Legrand

[Poeta, ensayista y crítico de cine francés, Gérard Legrand nació en París en 1927. En 1948 conoció a Breton y desde entonces participó en el movimiento surrealista. Colaboró muy activamente en  las revista surrealistas "Medium" y en "Le Surréalisme, méme". En 1958 fundó la revista "Bief", de la que fue director. En 1960 firmó el manifiesto de los 121c contra la guerra colonialista mantenida por Francia en Argelia.  También Colaboró con la revista de cine Positif a pàrtir de 1962. entre sus obras destacan Puissances du jazz (Arcanes, París, 1953) y Des pierres de mouvance (Edirions surréalistes, París, 1953). Murió en 1999.

Gérard Legrand, surrealista ignoto.

]


Los pensamientos estelares se deslizan por el río
En el más completo abandono
Uno con cabeza de mujer entre las manos de un hombre
Otro con las manos de un hombre a lo largo de muslos de mujer
El aquietarse nevado del aleteo de un búho
Se incorpora al temblor de las faldas oscuras que se escurren por las ondas de las piedras
El caramillo de los senderos desarrolla su cinta alternada de granza y de luna
Como los nombres de antiquísimos distritos
Los blancos manteles los niños rojos
Donde las damas de yeso que sonríen en la penumbra
Llevan en el cuello un corazón de madera patinada
Más pesado que si hubiera estado latiendo por siglos
Al unísono con el mar


El rumor de las cañas se volverá un día más persistente que nunca
Nunca retendrá la vida en un guante de silencio
Y la fuga del agua que mide el beso de una golondrina
No tendrá más soles que tus ojos
Pero qué quedará de tus ojos
Llena de lágrima llena de gracia
Quedará mi vida sumergida para siempre
Entre el manto de pirata de las selvas
Que tanto quisimos
Y la solemnidad de las arenas donde el rayo
No es sino su reflejo de nácar en mi cerebro
Cómo no tomaré de la mano sino la sombra más clara
Siempre aquella única que vendrá


En esta estación en que las libélulas van en parejas como saetas de luz
Una es el relámpago (toda una vida) de la razón
Finalmente ocupada en los verdaderos problemas
La otra su contrapeso totalmente rubio el amor
Desembocaré en la playa esencial
Conoceré el espacio cedido por el viento al esplendor de las anémonas
Que envuelve mi corazón
Como espuma que rodea los despojos muy lejos en el mar
Un río con el que sueño
Los pensamientos estelares flotan en ese río
Entre mil jaulas de hierba en las que el fuego canta y gira sobre sí mismo
De arena color de humo
A arena color de medias de mujer a arena color de carne
Mi sombra poseerá en conjunto una eternidad roja como el topo de la tempestad
La eternidad
Y esta brisa entre los sauces color de víbora y de espera
Donde la cólera de mis sienes descubrió su nombre


De Des pierres de mouvance

Eine kleine Nachtmusik (1943) de Dorothea Tanning

lunes, 11 de febrero de 2013

LA VIOLENCIA (fragmento) por Enrique Gómez-Correa

[Biografía de Enrique Gómez-Correa, aquí]

El tusílago solo crece en los ojos de las mujeres que saben llevar con gracia los cabellos sueltos al viento. Es el viento el único punto punto cardinal que no podremos seguir. Los adversarios se preparan para el asalto del velero cargado de topacios. No hay un pirata que tenga su par de ojos intactos. La misma bandera, inmóvil, confundida con la bruma. A veces, es difícil, distinguir esta bandera de un espejo. De fijar tanto la vista en ella se llega a la convicción que refleja nuestras propia cabeza, sostenida por los huesos cruzados. Pero, ¿es que hay algún hombre seguro de que yo no este hoy, en esta misma noche, en el golfo de Guinea? ¿Qué sacáis con preguntar mi nombre y confrontar mis huellas digitales?

Sin embargo, se pasa impasible, a menos que se reniegue. Los pantanos empiezan por absorber los antílopes y las golondrinas. Las huellas pueden llegar a comprometernos. En el jardín las manchas de sangre son imborrables. Crimen simulado, sin calcinación. Todas las tinieblas se han ordenado en fila, alrededor del falso criminal. Es también una complicidad simulada. Finalmente, el cadáver pierde la paciencia y se lanza a las arenas movedizas. El crimen ha sido casi perfecto.

Óleo de Jacek Yerka