[Juan Sierra, poeta sevillano
Carlos Colón, El País, 13/09/1989
Cuando le dijeron, hace pocos años, que al llegar a Sevilla Borges había preguntado por él, Juan Sierra comentó: "¿Borges? Bueno, que venga". Así definió él mismo su vida retraída, silenciosa. Este poeta culto, elegante y de un barroquismo helado, nació en Sevilla en 1901, fue bachiller en los jesuitas y universitario (no licenciado) en arquitectura.Funcionario de Hacienda hasta su jubilación, dedicó su vida a cultivar despaciosamente una vena poética que entroncaba por un lado con la modernidad y por otro con la tradición barroca sevillana. Sólo publicó cuatro libros de poesía (María Santísima, Palma y Cáliz de Sevilla, Claridad sin fecha y Álamo y Cedro) y una antología de artículos reunida bajo el título de Sevilla en su cielo.
Fue uno de los fundadores de la revista Mediodía y compañero de todos los grandes poetas que convirtieron a la Sevilla de los años veinte y treinta en capital mundial de la poesía. Sevillano de frialdad y finura, vivió los últimos años de su vida en apartamiento, ceguera y sabiduría, como un viejo rabino de Rembrandt. Juan Sierra falleció en Sevilla el pasado martes 11.]
A José Mª del Rey
Nadie sabe la mirada del ave que escarba en la tierra
a esta hora fortaleza resplandeciente
escupida en las vértebras de un chorro de agua
La cal oscurece adolescencias en la compasión de alguna rama
El sur se abre
como una flor hundida en mirra de codos expertos
al horizonte de su egoísmo
Sevilla ya no tiene fuerzas para respirar engaños
cuando se llora la delgadez con que el muro no apetece más que la igualdad de su sombra
y gravitan rasgos de conformidad
en balcones análogos
La memoria ahueca lirios en el sueño de una belleza
que plegó sus alas sin dejar de sonreír
ahora que la oscuridad de mi habitación estalla dulcemente su silencio
en color damasco de repique
y el aire nos aconseja esparto glorioso
Pero volvamos a los himnos de sombra
que nos ofrecen en la palma de la mano
una cinta de madera florida
en orden al tiempo
que bebe agujas de playa
o compras mucho más leves
que lo que resta de su primera voz
La vida nunca llega con retraso a unos ojos bellamente protegidos
Cada día que pasa te considero más niña
"Palomas" por José Caballero
[Aimé Césaire (Basse-Pointe, 1913). Poeta, dramaturgo e intelectual martiniqueño. Reconocido como una de las figuras fundamentales de la poesía moderna en lengua francesa, fue uno de los creadores del concepto de negritud y un líder comprometido en la lucha de los negros.
En 1931, gracias a una beca, inició estudios superiores en París. En 1934 fundó la revista L´Etudiant noir con otros intelectuales negros. Volvió a Martinica en 1939, donde enseñó en el Liceo de Fort de France. En 1941 creó la revista Tropiques. Junto al poeta L. Senghor creó el término "negritud" como rechazo a la asimilación cultural francesa; este movimiento se propuso una búsqueda de las raíces africanas, aunque alertaba de no caer en el regionalismo o el "color local".
En 1941 el poeta francés A. Breton, líder del surrealismo, al descubrir su libro Cuaderno de retorno al país natal, lo saludó como a una de las voces más importantes de la poesía francesa de vanguardia. En 1948 escribió otro de sus grandes poemarios, Soleil cou-coupé.
La poesía de Césaire, influida por la libertad verbal del surrealismo, es metafórica y rica en imágenes de gran plasticidad y fuerza evocativa; sin embargo, a diferencia de los surrealistas, la magia de su creación se sustenta en la riqueza de la cultura caribeña y africana, por lo que sus imágenes y metáforas cumplen un objetivo ajeno al puro experimentalismo. Sus poemas tienen que ver más con un concepto mágico profundamente americano.
Entre sus influencias se cuentan los poetas Lautréamont, A. Rimbaud, G. Apollinaire y el propio Breton. No obstante estar escrita en francés, su poesía tiene una aspereza y complejidad que la hace deudora de una cultura mestiza, y ostenta un aire legendario, majestuoso, como si perteneciera a una épica antigua; de ahí sus versos largos, con apariencia de prosa y vigor visionario.
El escritor R. Depestre sitúa la "criollidad" de Césaire en un contexto dinámico más amplio y universal que cualquier definición restrictiva, y habla de una "criollidad" en movimiento hacia una dimensión donde la poesía trata con la belleza y la desgracia a la vez. Según el poeta y ensayista D. Walcott, Césaire ve en el Nuevo Mundo la evidencia de humillaciones pasadas y la necesidad de un orden nuevo; sin embargo, su obra, como toda alta poesía, se basa en el misterio de esta redención, no en una dialéctica precisa que pudiera ser entendida a través de claves políticas.
Césaire también escribió teatro, con los mismos presupuestos polémicos y estéticos. En su pieza La tragedia del rey Christophe (1963) analiza la historia haitiana con una mirada épica y universal, como si tratara de la tragedia de todas las revoluciones. En Une Saison au Congo (1966) puso en escena el drama político de África en los años sesenta.(Extraído de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cesaire.htm)]
El gran machetazo del placer rojo en plena frente había sangre
y ese árbol que llaman flamígero y que nunca merece tanto ese nombre como en las vísperas de ciclones y de ciudades saqueadas la sangre nueva la razón roja todas las palabras de todas las lenguas que significan morir de sed y solamente cuando morir tenía el sabor del pan y la tierra y el mar un gusto de antepasado y ese pájaro que me grita que no me entregue y la paciencia de los alaridos en cada rodeo de mi lengua
la arcada más bella es un chorro de sangre
la arcada más bella es una ojera lila
la arcada más bella se llama noche
y la belleza anarquista de tus brazos en cruz
y la belleza eucarística y llameante de tu sexo en cuyo nombre saludaba la barrera de mis labios violentos
había la belleza de los minutos que son las joyas en liquidación del bazar de la crueldad el sol de los minutos y su bonito hocico de lobo que el hambre hace salir del bosque la cruz roja de los minutos que son lampreas en marcha hacia los viveros y las estaciones y las fragilidades inmensas del mar que es un pájaro loco clavado muerto en la puerta de las tierras cocheras había hasta el terror tales como el relato de julio de los sapos de la esperanza y de la desesperanza podados de astros por encima de las aguas allí donde la fusión de los días que permite el bórax da cuenta de las lamparillas gestantes las fornicaciones de la hierba que no se deben presenciar sin precauciones las cópulas del agua reflejadas por el espejo de los magos las bestias marinas para ser tomadas en el hueco del placer los asaltos de vocablos todas troneras humeantes para festejar el nacimiento del heredero varón simultáneamente con la aparición de las praderas siderales en el flanco de la bolsa con volcanes de agaves de despojos de silencio el gran parque mudo con el agrandamiento silúrico de juegos mudos con las angustias imperdonables de la carne de batalla según la dosificación siempre por rectificar de los gérmenes que deben destruirse
escolopendra escolopendra
hasta el párpado de las dunas sobre las ciudades prohibidas castigadas por la cólera de Dios
escolopendra escolopendra
hasta el desastre crepitante y grave que arroja las ciudades enanas delante de los caballos más fogosos cuando en plena arena levantan
su portón de rejas sobre las fuerzas desconocidas del diluvio
escolopendra escolopendra
cresta cresta moldura rompe rompe en sable caleta pelambres en aldea
dormidos sobre sus piernas de pilotes y safenas de agua cansada
dentro de un instante se producirá la derrota de los silos olfateados de cerca
el azar rostro de pozo de condotiero ecuestre con charcos artesianos y las cucharillas de los senderos libertinos por armadura
rostro de viento
rostro uterino y lémur con dedos excavados en las monedas y la nomenclatura química
y la carne dará vuelta SUs grandes hojas de banano que el viento de los tugurios fuera de las estrellas que señalan la marcha hacia atrás de las heridas de la noche hacia los desiertos de la infancia fingirá leer
en un instante se tendrá la sangre vertida donde las luciérnagas tiran de las cadenillas de las lámparas eléctricas para la celebración de los compitales
y el infantilismo del alfabeto de los espasmos que hacen los grandes ramajes de la herejía o de la connivencia
habrá el desinterés de los transatlánticos del silencio que surcan día y noche las cataratas de la catástrofe alrededor de las sienes sabias en migración
y el mar retraerá sus pequeños párpados de halcón y tú intentarás apoderarte del instante el gran feudatario recorrió su feudo a la velocidad de oro fino del deseo por los senderos de neuronas observa bien si el pajarillo no ha ingerido la estola el gran rey atónito en la sala llena de historias adorará sus manos pulquérrimas sus manos levantadas en el rincón del desastre entonces el mar retornará a su incómodo lecho apretado cuídate de cantar para no apagar la moral que es la moneda obsidional de las ciudades privadas de agua y de sueño entonces el mar se sentará a la mesa muy suavemente y los pájaros cantarán muy suavemente en las básculas de la sal la canción de cuna congolesa que la soldadesca me ha hecho olvidar pero que el mar piadosísimo de las cajas craneanas conserva sobre sus láminas rituales
escolopendra escolopendra
hasta que las cabalgatas vagabundeen por los prados salinos de abismos con el murmullo humano rico de prehistoria en las orejas
escolopendra escolopendra
hasta que no hayamos alcanzado la piedra sin dialecto la hoja sin torreón el agua frágil sin fémur el peritoneo seroso de los anocheceres de manantial
"Antropofagia" por Tarsila do Amaral
[Léopold Sédar Senghor murió el 20 de diciembre del 2001 en Verson, en el norte de Francia, donde vivía con su esposa desde que abandonó la política activa a principios de los años ochenta. Tenía 95 años. Poeta y primer presidente de Senegal, Senghor ha sido uno de los políticos africanos más respetados y coherentes y el mejor poeta africano en lengua francesa. Fundó con Aimé Césaire el movimiento de la negritud, que dio un gran impulso al renacimiento de la cultura negroafricana.
(Extraído de la Revista Adamar)]
¡Máscaras! ¡Oh máscaras!
Máscara negra, máscara roja, máscaras blanquinegras.
Máscaras de todo horizonte de donde sopla el Espíritu,
os saludo en silencio.
Y no a ti el último, Antepasado de cabeza de León.
Guardáis este lugar prohibido a toda sonrisa de mujer, a toda sonrisa que se marchita.
Destiláis ese aire de eternidad en el que respiro el aliento de mis Padres.
Máscaras de rostros sin máscara, despojados de todo hoyuelo y de toda arruga,
Que habéis compuesto este retrato, este rostro mío inclinado sobre el altar de blanco papel.
A vuestra imagen, ¡escuchadme!
Ya se muere el África de los imperios, es la agonía de una princesa deplorable.
Y también Europa a la que nos une el cordón umbilical.
Fijad vuestros ojos inmutables en vuestros hijos dominados que dan su vida como el pobre su última ropa.
Que respondamos con nuestra presencia al renacer del mundo, como es necesaria la levadura a la harina blanca.
¿Pues quién enseñaría el ritmo de las máquinas y de los cañones al mundo desaparecido?
¿Quién daría el grito de alegría para despertar a muertos y a huérfanos al amanecer?
Decid, ¿quién devolvería el recuerdo de la vida al hombre de esperanzas rotas?
Nos llaman los hombres del algodón, del café, del aceite,
Nos llaman los hombres de la muerte.
Somos los hombres de la danza, cuyos pies recobran fuerza al golpear el duro suelo.
De Cantos de sombra
"Sin título" (1992) por Ngwenya Malangatana
[Este poema no se entiende bien sin conocer el contexto en el que se escribió. Sonia Araquistain era hija de un republicano español exiliado en Londres y artista gráfica que acabó arrojándose al vacío por un amor no correspondido desde un tercer piso. " Este suicidio dio lugar, " escribió Henein " según la costumbre inglesa, a un proceso contra la difunta, donde el procurador general encontró una ocasión de escupir sobre todo lo que queda de poesía en este mundo. " Al poema lo he acompañado con una ilustración de Sonia Araquistain para un libro de Alexander S. Neill.
Geoges Heinein (1914-1973) fue un poeta egipcio en lengua francesa de madre italiana y de padre copto. Estudió en Europa donde trabó amistad con André Breton y entró en contacto con el surrealismo. De vuelta a El Cairo formó un grupo surrealista, Art et Liberté, y la revista La Part du Sable, con el poeta Edmond Jabès y el pintor Ramses Younane. Colaboró en la revista Surrealista Phases. ]
Cavad
y encontraréis una sonrisa
una sonrisa funeraria
para los que toman la vida al pie de la letra
cavad
y el polvo os llegará al corazón
y estaréis con el corazón en el polvo
y el amor indolente
inmóvil en la encrucijada del rechazo.
Cavad
y encontraréis el cielo
quizá lleguéis a encontrar el cielo
quizá la dispersión de las especies
o el saber acongojado de la lluvia
cavad
para que esta mujer despliegue el abanico de su caída
para que abofetee de una vez por todas la indiferencia del espacio
para que con su hermoso rostro de cristal hecho añicos
despose la tierra firme.
Cavad
y encontraréis los ojos más solitarios del mundo
y en el suelo helado de la Avenida
una extranjera repentina como una ventana
cavad en esos ojos una mirada imposible
cavad vuestro nombre en nuestra noche
cavad para nosotros.
Extraído de la Antología de la poesia surrealista de Aldo Pellegrini.
Ilustración de Sonia Araquistain.
[Alberto Savinio, cuyo verdadero nombre era Andrea De Chirico, (Atenas, 25 de agosto de 1891 - Florencia, 5 de mayo de 1952) fue un escritor y pintor italiano, hermano del más famoso Giorgio De Chirico. Formó parte también del movimiento artístico pintura metafísica.Alberto Savinio, nació en Atenas, donde estaba su familia trabajando. Tuvo una formación musical que incluyó estudio de contrapunto con Max Reger. Ante el fracaso de sus composiciones, marchó a París, donde entró en contacto con las vanguardias artísticas de la época, conociendo a creadores de todo tipo, como Pablo Picasso, Blaise Cendrars, Francis Picabia, Jean Cocteau, Max Jacob y Guillaume Apollinaire. Desde principios de 1914 se presentó con el seudónimo de Alberto Savinio. Publicó Les chants de la mi-mort en el número 3 (Junio/agosto de 1914) de la revista Les Soirées de Paris con tal nombre. "Les chants..." revisada en el tiempo es una obra autónoma y de una intuición privilegiada, podría decirse que por su estructura, contenido y representación va pareja en lo que a música y drama se refiere, a la pintura de su hermano Giorgio De Chirico. Participó en la Primera guerra mundial, siendo enviado a Salónica, al frente macedonio, como intérprete. Al acabar la guerra fue transferido a Milán y desde 1923 se estableció en Roma, donde publicó textos teóricos y narrativos, sobre todo en revistas como La Ronda. En 1924 Alberto Savino estuvo entre los fundadores del Teatro dell'Arte, dirigido por Luigi Pirandello. En 1926 contrajo matrimonio y marchó a París, para dedicarse a la pintura. Regresó definitivamente a Italia en 1933. Pasó en Roma la segunda guerra mundial. Europeísta convencido desde el primer momento, ajeno al Régimen en el que le tocó vivir veinte años, al final del conflicto bélico colaboró con el Corriere della sera y el Corriere d'informazione. A juicio de algunos, como Leonardo Sciascia que hizo todo lo posible por su recuperación, y lo logró en vida, es uno de los más importantes escritores del siglo XX italiano.
(Extraído de Wikipedia)]
A fin de facilitar la circulación de los navíos de gran tonelaje y también para estimular la entrega a domicilio, la casa Rana no tenía peldaños ni escalinata. Pese a esto, el paquebote, empujando la puerta con una proa orgullosa, penetró silbando hasta el centro de la sala, en medio de la indiferencia más completa.
La familia Rana se encontraba al completo, así como Robert Danesi, el postulante trágico.
Después de los insultos de rigor, los dos huéspedes fueron amablemente invitados por el dueño de la casa a dejarse dar un puntapié en el trasero. En casa de los Rana, gentes de gran alcurnia, se profesaba el culto de los grandes modales.
La señora Giulia Rana, la dueña de la casa, llevaba un magnífico traje de noche con grandes ramas verdes, que le sentaba a las mil maravillas.
Míster Paul, al acercársele para escupirle en la cara, como es usanza en la mejor sociedad, se dio cuenta de que aquel traje no era más que un señuelo.
Hija de batracios, rana ella misma, la señora Giulia Rana conservaba sobre su piel los mismos ornamentos que cubrían la epidermis del señor Anfibio, su padre. Inútil añadir que la señora Giulia iba completamente desnuda bajo aquellas ramas congénitas. En cuanto a su vientre, enteramente blanco, enteramente redondeado y de una delicadeza tal que la hacía ponerse crispada, se aplastaba como un a pelota de niño contra el borde de la mesa.
La ciudad de las promesas por Andrea de Chirico (alias Alberto Savinio)
Disgustado por este nuevo testimonio de la inestabilidad del carácter humano, el cónsul se sentó en un rincón y, después de cerrar las piernas, comenzó a acariciar con una mano solícita la punta de su cola que sobrepasaba el pantalón metálico.
El señor Luigi Rana, marido de la señora Giulia y presidente honorífico de la Sociedad para el Estímulo de la Pederastia en las Familias, removía con un irrigador un cóctel compuesto de amoníaco y excrementos diversos. En cuanto al capitán Tullio Rana, gran mutilado de guerra y hermano del señor Luigi, saltaba por el salón con gestos de muñeco de pim-pam-pum, pues habiendo resistido valerosamente la presión den los Sturmtruppen [1], su cuerpo había quedado reducido al espesor de una pastilla.
Grandes estrellas polvorientas e indiferentes estaban alineadas contra los muros. Sólo conservaban de su pasado esplendor una vaga luminosidad mortecina que mariposeaba débilmente en los extremos de sus patas antes tan radiantes. Desde la ventana se descubría la ciudad, toda blanca y redonda entre sus murallas, parecida a una Carlota rusa bañándose en su crema.
La sesión iba a abrirse como una flor. Todo el mundo rodeó a la hermosa señora Rana, que por su gracia sin par servía de salida de escape a las revelaciones de lo oculto.
Pese a que la casa Rana estuviera totalmente desprovista de sillas, todos los asistentes a aquella sesión memorable estaban tranquilamente sentados en torno a la mesa, con las manos suavemente posadas sobre la alfombra, el torso erguido y el trasero en el vacío.
Robert Danesi tomó la palabra. Como después de su famoso intento de suicidio se había convertido en catobléfaro, se había acostumbrado a dirigirse a sus oyentes volviéndoles la espalda. Dijo:
“En el mes de noviembre de 1918, nos decidimos a abandonar Suiza para regresar a Europa. La señora Danesi, mi hijo Temístocles y yo nos embarcamos en un barco-lavadero. La Guerra había concluido, y yo tenía prisa en poner mi brazo al servicio de mi patria. Pero esto no es más que un detalle. A la altura del número 24 de la rue Jacob de París, nuestro barco fue torpedeado por el descuido de algunos pescadores con dinamita que operaban por aquellos parajes. Apretando a mi hijo Temístocles entre mis brazos, conseguí encaramarme a la caja de caudales del barco, que como estaba completamente vacía flotaba en el océano como un melón. Nos llevó sanos y salvos hasta el prostíbulo del lugar. Después de aquella noche trágica, no volví a tener noticias de mi mujer hasta ayer, once septiembre, cuando un acordeonista de Tel-Aviv tuvo la amabilidad de anunciarme por telegrafía sin hilos que la señora Danesi está tan muerta como ustedes o como yo, y que actualmente está hospitalizada en un gran establecimiento de carne congelada de Londres, donde los mejores especialistas del lugar proceden a la supresión de sus tatuajes.
”Señores, prosiguió el postulante trágico con una voz que se hizo más grave, éste es el motivo que nos reúne esta noche. Deseo saber por boca de esta porquería de señora Giulia Rana, gracioso comisario del más allá, y en presencia de esa basura de míster Paul, cónsul de Inglaterra, si mi querido Temístocles, sangre y carne del vigésimo tercer amante de mi adorada esposa, puede pronunciar todavía el dulce nombre de madre”
Recuerdos de un mundo desaparecido por Andrea de Chirico
(alias Alberto Savinio)
Después de la declaración de Robert Danesi, la señora Rana, que se había recogido profundamente, abrió desmesuradamente su ombligo y con una voz pastosa pronunció:
“¡Espíritu! ¿Es cierto que la señora Danesi está actualmente hospitalizada en un gran establecimiento de carne congelada de Londres, donde los mejores especialistas del lugar proceden a la supresión de sus tatuajes? ¡Contestad sin demora, os lo ordeno!”
Algunos segundos después de que el silencio lleno de éxtasis hubiese absorbido el eco de la exhortación umbilical, espantosos espasmos sacudieron el ombligo de la señora Rana, y una voz que no era la suya exclamó: “Estamos desbordados de trabajo. Degollamos niño. Vuelvan más tarde.”
Extraído de la Antología del humor negro de André Breton
[1] Tropas de asalto alemanas de la Primera Guerra Mundial.
[De Winétt de Rokha (1892-1951), poetisa chilena, siempre se menciona que era la esposa de Pablo de Rokha, un poeta que gozó del favor popular en vida. Pero la poesía de Winnét, por lo que hemos podido leer, aunque menos conocida que la de su cónyuge no tiene nada que envidiar a la de éste. Winnétt de Rokha fue una autora inquieta en todos los sentidos. En primer lugar, porque experimentó con el lenguaje poético hasta llegar a alcanzar una escritura mágica, de hermoso hermetismo, emparentada con la escritura automática de los surrealistas /.../ Y en segundo lugar, porque también abrazó en su vida y en su obra el compromiso social, lo cual le llevó a ella y a su marido a tener que huir de Chile en los años 40 para escapar a la represión de la llamada Ley Maldita, una ley destinada a neutralizar los movimientos de izquierda. Fallecida de cáncer en 1951, Pablo de Rokha le dedicó Fuego Negro, una elegía amorosa. Otra gran figura de la poesía olvidada por los académicos de turno.
(Extraído de la revista Antares nº6)]
Valiente pincel de hacer célebre, proletario-macho-desterrado
fecundas generaciones de amaranto y ponzoña perforada.
Poetas de la concordia y su articulación multitudinaria
calcina granadas de juventud y calavera al relato entregadas.
Imponentes montañas se desgajan en quejumbre borracha
intercalando peñascos de orfeón, cálidos, cárdenos
del carácter enmohecido con musgo eterno a la cintura.
Se multiplican las curvas de las vanguardias cercadas y cercanas
por tostado dolor, lejanas azul-comienzo, precursoras,
umbral y pasto del aloe fraternal.
Se enfrenta el globo-émbolo de estaño a una tétrica mueca cosmogónica;
es que nos acarrea la innúmera cantidad del agua y su dilema orgánico.
Monumentos de vidrio suspendidos, romances de acierto, estupores blancos.
"Futurismo" y canoas, puñal maya-azteca detenido, cerrajero,
en tal ansiedad manejada de rubíes equivalentes.
El relámpago triangulado se yergue arrollador,
trincha la Cruz del Sur que reverbera en sí misma de emergencia.
Gusanos que arrasan la carne de mármol y vigilia.
El grito mundial de "Buy bonds of war," [1] lisonjero,
en la médula de millones de seres deambulando en desborde
con esperanza leve y la fría finura del murciélago libre.
Oda de lodo del banquete escalofriante, de hotel,
su frasco de alcohol refrena el maxilar y la mímica impúdica.
El echarpe soltero de la plaza pública auspicia ceremonias universales;
un tropel de potrancas matizan las drogas de relleno del fenómeno.
Canal suave, rítmico, cuadro de hojas crujientes, recalcitrantes,
patinado, celestial, recortado, solo, característico, antojo, percance intestinal
de una procesión de azucenas traviesas en planteamiento de aviones.
Libro-apóstol aborda la memoria frívola de una oruga con dólares.
Enigma y arboladura de catedrales medioevales, cortina de latidos,
con pestañeos termales bajo el flujo de la Vía Láctea.
Al ataque esponjadas señales luminosas, zorros, puritanos,
melindrosos, cautelosos como aborigen desgraciado, fugitivo.
Difícilmente tomaré ya contacto directo, cobarde, inútil,
de salmuera, con los lares de mis antepasados de cobre y cochayuyo.
Molécula aterida, categórica, aerodinámica, baile
en que giro sin término y polémica impávida o amenazadora.
[1] en inglés "Compre bonos de guerra".
Desastres del misticismo (1942) por Roberto Matta.